Capítulo 15 parte 3

723 Words
Me retiré y luego volví a meterlo en un ritmo lento, el sabor salado llenó mi boca y una parte mía ansiaba poder saborear más. La mano de Caesar presionó mi cabeza intentando que tomara más de él en mi boca, gustosa lo intenté y lo que no se pudo, mi mano estuvo ahí para masturbar y darle más placer. — Eso es ninfa… mierda, esa boca tuya se siente tan bien y caliente, follar tu pequeña boca es el puto cielo. Esas palabras hacían que mi intimidad palpitara, por lo que mientras masturbaba a mi hombre, mi otra mano bajó hacia mi v****a, mis dedos acariciaron mis pliegues sobre la pequeña tela que cubría mi intimidad y un gemido murió en el pene de Caesar. — Abigail tu… mierda ¿estas masturbándote mientras me comes la polla? Eres una niña muy sucia ¿cierto? Te excita tener mi dura polla en tu boca. Una de sus manos fue hasta uno de mis senos, presionando mi pezón, el dolor mezclado con placer me llenó e hizo que mi boca quisiera succionar más el pene de Caesar. — Joder, no creo que dure mucho así. Dime ninfa, ¿quieres mi semilla llenando tu boquita sucia? No dije nada, no podía, ejercí más presión con mis labios, succionando con más fuerza. Sentí cómo Caesar comenzó a palpitar y a agrandarse en mi boca, segundos después sentí un líquido viscoso parecido a la clara de huevo, su sabor era salado y el olor ¿era parecido al cloro? No era un olor ni sabor tan fuerte pero tampoco era algo que disfrutara. No lo tragué porque aún no estaba lista para ese paso, así que solo abrí mi boca y dejé que el semen cayera hacia mi pecho, bajando hacia mi escote. — Te ves tan jodidamente sensual con mi semen goteando por tu cuerpo, llenare toda tu preciosa piel lechosa con mi semilla, la cubriré y te marcaré como mía, pero primero te follaré muy duro. Solté un pequeño gemido cuando Caesar me levantó y me tumbó sobre la cama. Sin importar que aun tuviera restos de su esencia en mi boca, la atacó, metiendo su lengua dentro. Su mano viajó hasta la delgada tela que cubría mi intimidad y que ahora parecía estar mojada. Apenas me tocó, dijo algo en un idioma que no entendí bien, pero por su actitud desesperada supe que le gustaba lo que estaba tocando. Rápidamente puso la delgada tela a un lado y metió dos de sus dedos dentro mío, no esperó a que me acostumbrara, tampoco era que me quejara, ese lado rudo me encantaba y él lo sabía, los sacó y metió rápido y duro, sus labios recorrieron mi cuello, mordiendo y chupando. — Caesar… por favor, te necesito. — Mierda… Con pesar dejó de tocarme y se centró en terminar de desnudarse, cuando volvió su mirada hacia mí, mi mano ya estaba en el lazo cuidadosamente hecho, ya no lo necesitaría así que lo jalé y como si fuera un regalo, la delgada tela del camisón cayó dejando mi cuerpo desnudo en la parte superior, justo en el centro se podía ver claramente mi marca de nacimiento. La mirada dorada de Caesar recorrió cada una de mis partes, como si estuviera memorizando cada pequeña partícula. En momentos como estos siempre la inseguridad que cargaba en mi interior afloraba y me decía que debía cubrirme porque había una pequeña posibilidad que le diera asco al mirarme, pero luego miraba ese deseo crudo que contenía esos ojos dorados y esa inseguridad se callaba poco a poco “él me desea” me repetí una y otra vez. — Eres perfecta… Sus grandes manos se acercaron con la intensión de tocarme, pero a último momento se detuvo, miraba erráticamente a cualquier lado, como si estuviera buscando algo. — ¿Caesar? ¿Todo está bien? — Si, ahm… lo siento mucho, ninfa, pero debo irme. Mañana es el compromiso ¿verdad? Te recogeré ¿de acuerdo? Mientras hablaba ni siquiera me miró, se dirigió a su armario buscando ropa, cuando se puso un polo n***o, pantalones de chándal y zapatillas negras, volteó lentamente hacia mi dirección. — Vístete y descansa, mañana tenemos mucho que hacer. Y con eso se fue cerrando la puerta en el proceso ¿qué había pasado?
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