Capítulo 6

1940 Words
CAESAR Fue muy difícil salir de esa habitación, pensé que estaría preparado para ver a esa pequeña humana porque ya la había visto en foto, pero qué equivocado estaba, apenas mis ojos se posaron en ella y tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para mantenerme en el lugar, la foto no le hacía justicia para nada a la persona de carne y hueso, con esa melena desordenada de recién levantada, esa mirada sorprendida, al fin pude ver qué forma tenían sus ojos, los ojos de un pequeño ciervo y esos labios… esos malditos labios rojos entreabiertos que me invitaban a hundirme en ellos, le entraron unas ganas inmensas de poseer esa boca, morder esos labios y meter mi lengua en su interior. Mis ojos la recorrieron completa con ansias, con hambre, mi mente quería completar la imagen que tenía de ella, era pequeña y aunque su ropa hacía el intento de ocultar su cuerpo, yo lo sabía, esa mujer era la definición del pecado, sus pechos estaban ocultos, pero esas prendas no engañaban a mis ojos, tenían el tamaño perfecto para mi mano… para mi boca. Me imaginé desenvolviendo ese regalito, tomándome mi tiempo, acariciando cada curva y se me hizo agua la boca, esa pequeña mujer tenía que ser la reencarnación de una ninfa, una ninfa que atraía a simples mortales con sus encantos y por Zeus, caería con gusto. Durante todo ese tiempo que estuve observándola mi polla se movía incómoda bajo mis pantalones, exigía las atenciones de esa ninfa, con sus manos o con su boca, pero yo estaba ignorando deliberadamente las ansias locas que tenía por poseer a esa humana y abrazaba el dolor que esto causaba, porque el dolor me mantenía centrado y a raya, necesitaba usar la razón para pensar qué hacer a continuación. Escuchar su voz sensual no ayudó en mi batalla interna, fue como si echaran un galón de gasolina al fuego, las manos me picaban por tocarla, por delinear cada curva que mantenía escondida y alabarla como debía ser alabada, deseaba perder el control que tan fuertemente estaba sosteniendo por primera vez en mi inmortal vida, pero tenía que centrarme en lo que venía ahora, debía dejar de pensar en mi ardiente ninfa de la sensualidad, aunque era más complicado de lo que pensaba. Cuando entramos a la sala de reuniones, mis demás compañeros estaban conectados en videollamada, cada uno ocupando el lugar de sus sillas, menos uno que estaba vacío. Si bien conocía a todos y eran mis hermanos, con los únicos que sentía amistad y conexión verdadera era con Adrián y Damián, y en algunas ocasiones con Marcus. Tomé asiento al igual que mis dos hermanos. —Bien, ya que estamos todos aquí, comencemos con lo principal ¿los preparativos para conectar a las Moiras están listos? Un Marcus notablemente cansado soltó un suspiro, notaba lo frustrado que estaba por su cabello, normalmente tenía su cabello rojo bien peinado hacia atrás, ni una hebra se salía, pero ahora estaba despeinado, mostraba de las veces que se había pasado los dedos por esa zona. —Si Caesar, todo está listo, aun no entiendo por qué soy yo el encargado de tener esa cosa. — ¿Mucha responsabilidad para el señor organizado? Adrián que estaba jugando con su móvil levantó la vista tras escuchar esas palabras. — Solo digo que podríamos turnarnos una temporada cada uno. — Vamos a proceder de una vez. Solté un suspiro cansado, eran pocas las veces que teníamos comunicación con las Moiras, la primera fue cuando nos eligieron, la segunda cuando pidieron que nos separáramos y ahora era la tercera, estaba muy tentado por comunicarse con ellas antes, pero algo me decía que no era el momento correcto hasta ahora. Frente a nosotros había un pequeño cáliz, solo hacía falta unas cuántas gotas de sangre de alguno de los guerreros para que el cáliz nos reconociera y estableciera la comunicación con las diosas del destino, aunque estuviéramos lejos y separados, el cáliz se encargaría de encontrarnos y juntarnos para la reunión divina. Cuando las Moiras nos eligieron, nos dieron ese cáliz para poder comunicarnos con ellas, no importa quién, mientras fuera un guerrero de los dioses podría poner un poco de sangre dentro para que funcionara como un portal entre el mundo humano y el de los dioses, por esa razón decidimos que uno de nosotros resguardara el cáliz además de acordar sólo usarlo cuando todos estuviéramos presentes y para cuestiones realmente de necesidad, no queríamos hacer enojar a las diosas que manejan el destino. Como si fuera algo de todos los días, hice un pequeño corte en mi mano y dejé caer unas cuántas gotas de sangre y liberé un poco de esencia en ella, cuando la última gota fue depositada, el cáliz comenzó a brillar y luego todo se oscureció. Si hubiese sido la primera vez que pasaba, entraría en pánico porque parecía estar solo en un lugar donde todo era n***o, pero era algo que hicimos ya dos veces anteriores, era como estar en cuartos separados donde no podríamos hablar entre nosotros, pero todos escucharíamos a las diosas, solo teníamos que esperar en silencio a que las deidades del destino aparecieran. A los pocos segundos una bola de luz apareció de la nada flotando y se quedó justo frente a mí. “Guerrero elegido, el tiempo ha llegado” Las voces de las tres mujeres venían de ese orbe de luz flotante, parecía que hace años no hablaban porque sus voces eran como chirridos que apenas lograba soportar, si estuviera en otra situación incluso habría hecho callar esas voces y tapado mis oídos, pero supe aguantar bien, necesitábamos hablar con las diosas. “El dios tirano despertó al fin, usará su oz para destrozar todo y a todos, sin embargo, no todo salió como debería. El despertar del dios fue forzado, hay una existencia que no estaba su juego, hay almas puras y divinas que contienen la esencia de la divinidad perdida hace mucho tiempo y que complementan a la divinidad de los guerreros, sus secuaces están buscando a esas almas para encerrarlas y ganar poder, pero ellos no pueden sentir quiénes son, no son capaces de sentir la divinidad porque solo son simples piezas en un tablero donde el rey n***o manda, solo un contenedor puede encontrarlas, ya sea un guerrero o un contenedor de los titanes. Debido a ese inconveniente el rey tirano junto a sus hermanos despertó, nosotros ayudaremos al despertar de su dios para hacer la batalla más justa, pero a cambio tendrán una misión adicional, deberán encontrar y cuidar a esas almas divinas que los complementarán y ayudarán en su batalla contra el tirano.” Tenía emociones encontradas, por un lado, estaba emocionado por saber qué dios ocupaba parte de mi alma, por otro, me sentía estresado, porque además del trabajo que teníamos de patrullar la ciudad y evitar los planes de Cronos, también teníamos que encontrar a personas que debían ser protegidas y que no se sabía cómo hallar, la misión que nos estaban dando las Moiras era como buscar una aguja en un pajar. “Queridos guerreros, sabemos sus preocupaciones, pero tranquilos que hay una manera de ubicar a esas almas, habrá señales, ustedes no podrán borrar su mente, ningún poder que obtuvieron en el cambio o incluso los nuevos dones que tendrán cuando su dios despierte les hará efecto, si ustedes se esconden, esas almas los encontrarán, si ustedes están en la oscuridad, esas almas los llenarán de luz. Esas almas harán que la balanza tal vez cambie, sólo si ustedes se rinden y dejan atrás lo que tiene presa su alma. Recuerden guerreros, la decisión está en sus manos y el destino del mundo también.” El orbe de luz se apagó y todo volvió a la oscuridad, mis ojos se abrieron, me encontraba sentado en la silla de la sala de reuniones, como si me hubiese echado una siesta. Si bien todos nos despertamos al mismo tiempo, todo estaba sumado en un absoluto silencio, todos, incluyéndome, estábamos asimilando las palabras de las Moiras. — Al menos las Moiras nos dijeron algo de información. Adrián como siempre, estaba viendo el vaso medio lleno. Pero él no era el que hacía los planes, tenía un día largo para poder modificar o rehacer algún plan que incluyera a esas almas de las que hablaban las diosas. — Si, claro, ahora tenemos que limpiar las calles, lidiar con las acciones de esos bichos secuaces de Cronos y, además, buscar a esas dichosas almas. Haremos una prueba de ensayo y error con las mentes de los humanos. Damián era el que veía el vaso medio vacío, siempre yéndose por las cosas pesimistas. Pero tampoco estaba seguro de darle la razón, no podíamos darnos el lujo de ver todo lo malo. — Por lo pronto hagamos lo de siempre, si es que encuentran a alguien con las descripciones que las Moiras dijeron, avisen. Marcharemos sobre el proceso. Era lo único que se me ocurría por ahora. Las videollamadas no tardaron en apagarse y solo quedamos los tres. Adrián carraspeó haciendo que Damián y yo le prestáramos atención. —Oigan, no pongan esa cara, igual ya tenemos una de esas almas que dicen las diosas. Mi ceño se frunció al escuchar esas palabras y, al parecer, también el de Damián porque nuestro hermano puso los ojos en blanco como si no entendiéramos un carajo, lo que probablemente era verdad. —Por Zeus, ¡La gatita! A ella no le pudimos borrar la mente, tiene que ser una de esas almas. Mis ojos se abrieron tras esa declaración, la ninfa seductora que estaba ahora al lado de mi habitación era una distracción más que un m*****o que sumara fuerzas a derrotar a Cronos. Era suave y con curvas en las partes correctas, lo único que causaría a nuestros enemigos sería una erección del tamaño del Empire State, se notaba a la vista que no sabía manejar ninguna arma, no estaba acostumbrada al combate, si lo hubiese estado, sus hermanos habrían batallado mínimamente por traerla. —No, no puede ser. — ¿por qué estás tan seguro que no es una de esas almas de las que hablan la Moiras? Si no la quieres aquí, con gusto yo me la llevo. Eso fue todo, me puse de pie muy despacio, mirando fijamente a Adrián ¿quería llevársela? Eso no pasaría en un millón de años, nadie iba alejarme de mi ninfa. — Escúchame bien, esa niña no se va hasta que hagamos todas las averiguaciones, se va a quedar aquí hasta que sea seguro ¿estamos? Ambos guerreros quedaron en silencio al ver mi actitud, y con razón, no era de los que se encaprichan por una mujer, no era alguien posesivo, pero había algo que tenía esa ninfa que me provocaba cuidarla del mundo y encerrarla en mi mansión. Levanté una ceja esperando a que alguno hablara o dijera algo, cuando ambos asintieron con la cabeza, di la vuelta y salí de aquella sala. Fui directo a mi habitación, me obligué a no pensar en mi ninfa seductora, ni en las palabras de las Moiras, ni siquiera en lo que dijo Adrián y mucho menos en las sensaciones que estas palabras causaron en mí. Tan solo me centré en el trabajo, me sumergí en los números y estadísticas, porque los números eran predecibles, podría manejarlos y eso era lo que necesitaba, me olvidé de comer, olvidé que tenía sed, hasta que fue muy noche, hasta que mi cuerpo pidió un descanso, hasta que me hundí en un sueño profundo.
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