Al fin, escuchar esa voz excitada y adormilada no hizo más que calentarme, saqué lentamente mi polla hasta quedar solo con la punta metida y luego la volví a meter con fuerza, quedándome unos segundos en su interior. Volví a sacar mi polla hasta la cabeza y volví a meterla de una sola. Su interior presionaba con tanta fuerza que llevaba todo de mí no correrme en ese mismo momento.
— Buenos días, mi preciosa ninfa sensual
Su respuesta fue por supuesto, más gemidos ¿será que podía grabar esos dulces sonidos para escucharlos cuando no esté conmigo? Su mano fue hasta mi trasero, presionándolo, queriendo que entre más profundo.
— Caesar…por favor…
— Por favor qué, dime lo que quieres y con gusto te complaceré…
— Más…
— Más qué, preciosa…
— Dame más fuerte… más rápido…
Eso fue todo, mi plan era tener un mañanero suave, pero al ver a mi mujer pedir por más, no pude soportarlo. ¿quién era yo para negarme? Comencé a penetrarla con más fuerza, con más ansias, mi mano presionada en su bella cadera para tenerla a mi merced, sus bellos glúteos chocando contra mí, era lo más delicioso que podía ver, su interior caliente dispuesto para mí y esos gemidos que decían mi nombre y que deseaba grabar para mi placer, ella era perfecta y aún no había visto su rostro en la mañana porque estaba de espaldas. Mi mano viajó nuevamente a su punto más nervioso y lo froté con ganas. De inmediato sentí su interior presionar mi polla y lo supe, ella no duraría mucho y yo tampoco. Froté más rápido al mismo ritmo que mis embestidas y justo segundos después que ella se corriera sobre mi polla, yo solté toda mi semilla dentro, asegurándome que llegara hasta lo más profundo seguí penetrando con más lentitud. En mi interior esperaba ver a mi ninfa llena con mi descendencia, pero aún no lo diría en voz alta porque no quería asustarla.
Repartí besos sobre su cuello sonrojado, sobre sus pequeñas orejas y finalmente le di vuelta para poder mirarla. Ahí estaba ese rostro hermoso, ese sonrojo delicioso en sus mejillas llenas, esos ojos que brillaban de satisfacción por haber tenido un orgasmo recientemente, esos hoyuelos que se mostraban cuando mi ninfa estaba feliz y esos labios rojos que estaban formando una hermosa sonrisa, estaba despeinada sí, pero para mi ella era una ilusión caliente, no podía creer que estaba a mi lado, en mi cama y deliciosamente desnuda.