NORA
Después de esa noche espectacular los días se pasaron volando, si antes pensaba que la primera noche que estuvimos juntos era solo un rato de calentura, me equivoqué tremendamente. Caesar me mostró una y otra vez lo hermosa y deseada era en todo momento. Pasábamos la noche juntos, nos amábamos hasta el amanecer, luego él me despertaba haciéndome un oral o penetrándome, por primera vez descubrí que el sexo oral era muy satisfactorio. Desayunábamos juntos, yo me encerraba en mi habitación (aunque claramente ya no dormía ahí) para poder trabajar tranquila y cuando terminaba iba a la biblioteca para leer un poco, luego almorzaba y esperaba a que Caesar llegara, esa era mi parte favorita del día porque podía pasar el tiempo con mi precioso guerrero.
Algunas veces tenía miedo que mi v****a se podía averiar por tanto uso, de ser virgen pasé a usar a mi chica todos los días y a todas horas, eso sin duda era un cambio radical, pero no me quejaba porque era mi hermoso guerrero el que me adoraba y siempre me decía cuán perfecta y hermosa era. Gracias a él estaba superando en unos días las inseguridades que cargaba de años atrás, por primera vez me miraba al espejo y veía a una mujer feliz, plena y sobre todo amada y hermosa, todo gracias a Caesar.
El día del compromiso de mi hermanastra se acercaba y lejos de sentir la ansiedad que pensaba que sentiría, estaba tranquila “porque sabes que irás con tu guerrero ¿cierto?” y sí, él no solo estaba curando las heridas de mi pasado y mi autoestima, él me estaba mostrando con su cariño y atenciones cuán valiente podía ser. Y a un día de ese dichoso compromiso me pregunté ¿por qué no le daba una sorpresa a Caesar? El día siguiente no solo era el compromiso de mi hermanastra, sino también era San Valentín así que decidí darle un regalo adelantado.
Era mi primera vez y estaba nerviosa, los regalos de San Valentín que solía dar eran relojes, camisas y cosas así “y ni eso te agradeció el perro de tu ex” mi cerebro recriminó cuando me atreví a pensar en Jason, ya no había recibido ningún mensaje más de él o de madre y en el interior lo agradecía. “no es momento para pensar en cosas desagradables” mi mano temblorosa alisó la transparente tela roja mientras me observaba en el espejo de la habitación de Caesar. Tenía puesto un baby doll color rojo. Cuando lo pedí y me lo probé, no lo podía creer, si de por si tenía un pecho grande, ese escote lo hacía lucir aún más grande, eso sin usar algún sostén, en medio de mis amigas había un lazo cuidadosamente atado, si lo desataba el camisón caería al suelo, así que solo lo toqué cuando logré hacer el lazo más perfecto que pude y ya no lo toqué más, la tela de gasa caía hasta mis caderas y dejaba a la vista una tanga del mismo color que el camisón de tirantes. Hicieron falta un par de puestas más para que hoy, pudiera sentirme a gusto conmigo y mi cuerpo, ignoré el hecho que debido a la gasa se podía ver mi estómago y los rollitos que este tenía.
Solté un pequeño suspiro dándome un último repaso, estaba descalza, mi cabello estaba suelto, alborotado sin verse mal, mis labios de por sí rojos estaban brillantes por el brillo labial que me puse, mis mejillas sonrojadas por la vergüenza destruían esa imagen de seguridad que quería mostrar, pero no podía hacer nada con respecto a eso.
Pasaron unos segundos antes de quitar mi vista de mi reflejo y caminar hacia la cama que tenía encima pétalos de rosas rojas formando un corazón ¿le gustaría mi sorpresa?