—Finalmente durmieron —anunció Ana al entrar, insinuando que los gemelos por fin se habían acostado. Se acercó a la ventana, arrastrando una silla junto a Selene. —Así que ahora solo somos nosotras, las chicas —dijo mientras se acomodaba. Ambas se quedaron en silencio, mirando las luces de la ciudad. —Siempre te ha gustado Nueva York —comentó Ana, rompiendo la quietud. —Sí —respondió Selene con una sonrisa nostálgica. Esta era la ciudad que la había visto crecer. Aquí había estudiado, dado su primer beso y tenido su primer novio. Todos sus "primeros" estaban atados a este lugar. Nueva York había sido el escenario de su infancia y adolescencia, donde la familia Suiza era conocida como un nombre ilustre, marcado por la vieja riqueza. Sin embargo, todo cambió cuando sus padres se divorc

