Una bocazas.

556 Words
El sonido de los aplausos de parte de Scarlett resonaba en la sala; todas las miradas estaban en ella, y la de mi hermana era de confusión. —Vaya... realmente pensó bien... No la culpo, ¿qué mujer no se resiste al dinero y al poder? No soy la única aquí presente que busca lo material... No te hagas la víctima porque tú eres diferente a mí— No era mentira; las mujeres de la familia eran mentes de tiburón, buscaban presas fáciles de manipular con sus bellezas y coqueteos, fáciles de manipular y calculadoras. No cualquiera es presa de una fortuna que pueda darle lujos. Podría decir que mi mujer era igual que ella, pero la diferencia es que Scarlett era más fuerte e inteligente. La veía acercarse como una leona a mi hermana, alzándose con cada paso. - Si esa fuera mi intención, ya lo hubiera hecho. Pero prefiero amargarle la vida a Demian, así como él hizo conmigo. Y si eso llega a tener que soportarlo... y de paso a ti, no quiere decir que agacharé la cabeza si tratan de atacarme. Yo también lo haré. - Sus ojos se abren de par en par por la sorpresa ante su franqueza. Es evidente que no estaba acostumbrada a que le hablen con tanta sinceridad, especialmente si es otra mujer. El resto observa con una mezcla de sorpresa y diversión, claramente disfrutando del espectáculo, al igual que yo. - Eres... eres una bocazas, ¿no? - Murmuro con molestia, mirándome de arriba abajo con una mezcla de irritación y respeto a regañadientes. Todo esto me sacó una risa; no podía negar que me divertía observar todo el intercambio con una expresión de orgullo. No pude evitar esbozar una pequeña sonrisa. Obviamente, estaba disfrutando de verla enfrentarse a mi hermana, quien se giró hacia mí y me miró con severidad. -¿Vas a quedarte parado allí y dejar que ella me hable así?- Levanté una ceja y mi sonrisa se hizo más grande antes de responderle. -Ella no está equivocada, Elizabeth... No necesito tu protección ni tu aprobación. He tomado mi decisión y ella es mi esposa y la madre de mis futuros hijos. Eso es todo lo que importa.- Sonreía victoriosamente, la miré con desprecio y se dio la vuelta, caminando con elegancia hasta mi lado y posando su brazo en mi hombro. -Creo que este asunto se terminó... Si me disculpan, llevaré a mi mujer a casa.- Con una mezcla de fastidio y sorpresa en su rostro, nos observaba marcharnos. El resto de los miembros nos miraba con expresiones de irritación por el atrevimiento, mientras que otros parecían divertidos por toda esta escena. —¿A dónde creen que van? Esto aún no ha terminado... ¡Demian Collins Férrea! Se lo diré a padre de todo esto y haré que esa mujer desaparezca...— Eso me hizo detenerme. Tratar de amenazarme con ese viejo moribundo era mi hermana, pero no le daba el derecho de meterme miedo con ese vejestorio. Lentamente me di la vuelta y la miré directamente a los ojos, a lo que ella retrocedió y apartó la mirada. —La única que va a desaparecer eres tú si vuelves a amenazarme con ese viejo... No vuelvas a sobrepasar tus límites, hermanita... Porque aquí, con el poder, soy yo. —
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