Capítulo II

811 Words
Narra Abel. Cerré la computadora realmente excitado, jamás pensé que una chica tan joven como ella me atrajera tanto. Maldición y tenía que ser amiga de mí hija. Solo habían pasado algunos minutos cuando de repente tenia una llamada, respondí y vi a mí hija en la pantalla. —Hola papá, me dijo Luciana que me habías llamado. —Si, solo era para saber cómo estabas—respondí—. ¿Vas de salida?—le pregunté porque la veía muy arreglada. —Tengo una cita con un chico, iremos al cine—me informó, eso no me gustaba para nada ella todavía era mí pequeña, pero entendí que ya era mayor de edad y que quería experimentar muchas cosas estando en la universidad, como todos los demás. —De acuerdo, solo cuídate ¿Si?—le dije con seriedad. —Claro, bueno me voy se me hace tarde. Te quiero—dijo viendo su reloj. —Adiós cariño—pude responder, pero ella no me escuchó al parecer tenía mucha prisa, hasta la computadora había dejado encendida, pero cuando estuve a punto de finalizar la llamada vi a Luciana Salir del baño con una camiseta larga y unas bragas color piel, luego se acomodó sobre la cama, puso su mano debajo de su ropa interior y comenzó a tocarse, todo lo veía con claridad, ya que la cámara reflejaba casi toda la habitación. Cerró los ojos y se dejó llevar por la excitación, luego vi que se quitó la ropa interior y la puso un lado, podía ver su coño a la perfección, vi después como sumergió dos dedos  en los pliegues de su delicioso coño, pude escuchar sus débiles gemidos, mi polla se puso dura con solo verla. luego levantó levemente su camiseta a la altura de sus pechos, no traía brasiel lo que ayudó a qué ella se tocara a si misma, jalaba sus pezones con sus dedos mientras con la otra mano ingresaba sus dedos en su coño, con cada embestida, sus gemidos se volvieron más fuertes—.Mierda, ¿Debería apagar esto?—me pregunté mentalmente. Pero me olvidé de mí propia pregunta cuánto vi que ella  agregó otro dedo dentro de su coño.  Ya no podía resistir más la excitación, me bajé la cremallera y tomé mi polla, deseaba chupar esa humedad de sus dedos  individuales. Ella  siguió acariciándose  a sí misma. Mientras yo frotaba mí polla  hacia arriba y hacia abajo, siguiendo su ritmo —. ¡Joder!— gemí en voz baja. Deseaba morder con mis dientes sus pezones hasta  infligirle un  dolor placentero. Sus movimientos se volvieron más rápidos, más bruscos, mientras yo   hacía lo mismo. Mis bolas se comenzaron a tensar. La base de mi columna se estremecía a medida que aumentaba el placer. Luego ella abrió su boca, inclinó su cabeza  hacia atrás mientras gemía fuertemente por el orgasmo que estaba sintiendo. Mí nombre  salió  sus labios, eso me excitó aún más,  no pude evitar correrme, el semen se comenzó a derramar  por toda mi mano. En el momento en que la ráfaga de mi orgasmo se desvaneció, regresé a   la realidad, cerré de inmediato mí computadora portátil de golpe, desconectando la llamada. No podía creer que había hecho esto, más no podía creer que ella había dicho mí nombre mientras se masturbaba, eso me indicaba que ella me deseaba. *** Por la noche decidí ir a mí club privado, mí viejo amigo  y socio Alexis ya estaba ahí. Cuando llegué tomé algunos tragos antes de contarle sobre mí deseo hacia Luciana. —Te ves pensativo—comentó Alexis. —Estaba pensando en follarme una nueva chica—le contesté. —¿Qué  pasó con Verónica? ¿Ya te aburrió?—preguntó riéndose. Yo tenía fetiches, pero nada se comparaba con los inquietantes pasatiempos de Alexis. —Ella ya no me complace como solía hacerlo. Es hora de reemplazarla —respondí tomando luego otro trago—. Lo peor de todo que está nueva chica tiene la misma edad que mí hija —agregue. —Entonces, qué te detiene?— preguntó. —¿Detenerme de qué?—dije. —De follar con ella ¿Qué te detiene? ¿Ella está dispuesta?—interrogó.  Mi polla se endureció con solo pensar en ella. Con lo que había visto hoy estaba seguro que ella  estaba dispuesta. —Creo que si—respondí—.Pero es demasiado joven, y además es amiga de mí hija —le dije sin decirle realmente su nombre. —No veo el problema, si ambos se desean no le veo el inconveniente. La edad no importa, mírame a mí disfruto estar con chicas jóvenes—dijo con el son de animarme. Lo que hacía mí amigo con esas chicas era algo realmente Sádico. Su placer era el dolor. Pero yo no podía follarme a Luciana, Ericka me  odiaría.
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