La Esposa Beduina

2096 Words
Índice –––––––– * * * * CRÉDITOS Y AGRADECIMIENTOS Prólogo Prefacio Elenco de personajes Glosario Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Del Autor Sobre el Autor Obras de O.L.Rigiroli Coordenadas del Autor Créditos y Agradecimientos Se agradece a las siguientes entidades por los motivos expuestos en cada caso. -Mama Africa Organization: fotos reproducidas con su permiso. -Wikipedia Foundation: mapas del África Oriental Alemana. Prólogo Como para buena parte de los miembros de mi generación –y no sólo de los varones- África ha ocupado un sitio relevante en mi imaginación desde mi niñez. En su momento he leído y releído todas las novelas y narraciones de Edgar Rice Burroughs, Joseph Conrad, Ernest Hemingway, H. Rider Haggard, Karl May, Cristopher Wren, Wibur Smith y tantos otros del período clásico del género y de hoy en día y aun hoy extraño el sabor de la aventura con una connotación especial por transcurrir en el entonces poco conocido continente misterioso. Nombres como Tombuctú o Fuerte Zinderneuf evocan historias románticas de valor y peligro. Luego ha surgido toda la riquísima literatura africana y yo mismo he escrito varias novelas y cuentos que transcurren en nuestros días en África, incluyendo temas de dolorosa actualidad como las “limpiezas étnicas”, simples variantes del genocidio, la trata de personas y la esclavitud moderna. Pero siempre añoro el espíritu de aquellas novelas africanas clásicas, que transcurrían en sitios geográficos imprecisos, en épocas brumosas y con actores y sucesos que han escapado al escrutinio de la historia. Es este sabor el que pretendo reencontrar y reproducir en Una Aventura Africana. África Oriental Alemana Prefacio DURANTE INNUMERABLES siglos el continente africano fue sede de una de las más infames actividades que los humanos han llevado a cabo en la historia: la trata de esclavos. Aunque los infelices eran cazados en diversas partes del África, la mayoría de ellos provenían de una ancha franja en torno al Ecuador que se extiende desde el Océano Atlántico al oeste al Índico en el este, o sea aproximadamente en lo que hoy día conforman la República Democrática del Congo y Zaire hasta Tanzania. A menudo los cazadores de esclavos eran mercaderes y guerreros árabes en connivencia con jefes nativos que capturaban y vendían a pobladores de aldeas vecinas con las que se hallaban permanentemente en guerra y aun a su propia gente. Luego los árabes solían encargarse del transporte de sus víctimas en caravanas que recorrían a pie cientos y aún miles de kilómetros, trayectos en los que morían buena parte de los esclavos , que hacían el interminable recorrido encadenados para evitar su fuga. Aunque no hay cifras creíbles de la magnitud de este tráfico a lo largo de siglos, no cabe duda que millones de africanos sufrieron este triste destino. Los traficantes árabes llevaban sus caravanas hacia los puertos del Océano Índico que se hallan frente a las costas de la isla de Zanzíbar, poderoso centro comercial en el cual se encontraba uno de los principales mercados de esclavos, los que una vez vendidos eran encaminados hacia los países árabes, Persia y aun la India, donde trabajarían como mano de obra barata en las plantaciones agrícolas de esos países y aun servir como carne de cañón en los ejércitos de sus patrones; las mujeres solían trabajar en tareas domésticas o eran usadas como concubinas o prostitutas. Otras rutas de dichas caravanas se extendían hacia el norte de África para abastecer de mano de obra a los plantíos del mismo continente. Más tarde sobrevino la expansión de los imperios europeos en todo el planeta y en África en particular, de modo que las potencias de ese continente se sumaron al infame tráfico, con el que alimentaron las explotaciones agrícolas en el continente americano y más adelante en las propias colonias en África, que a fines del siglo XIX sumaban más de 23 millones de kilómetros cuadrados, o sea una quinta parte de las tierras del planeta. Una de la rutas principales usadas por las caravanas de traficantes de esclavos comenzaba en una suerte de centro de concentración en Ujiji, a orillas del Lago Tanganica, y recorría 1200 kilómetros hasta Bagamoyo, en las costas del Océano Índico, frente a la isla de Zanzíbar; en esa senda principal confluían gran cantidad de rutas secundarias con el mismo destino. En su trayecto aun pueden reconocerse ruinas de fuertes y estaciones usadas por los árabes en sus actividades. La actual población de esa área costera es un batido étnico de los miles de personas que transitaron la ruta, y que provenían de todo el hinterland africano. Eventualmente el tráfico de esclavos fue prohibido en casi todo el mundo en 1873, bajo la influencia de varias naciones incluyendo el imperio inglés, pero en la práctica siguió existiendo en forma soterrada durante décadas y no puede asegurarse que haya sido totalmente erradicado al presente. Sin embargo la ecuación económica de la esclavitud sufrió ante esa persecución y la importancia de la misma comenzó a encogerse en el mundo. Los mercaderes debieron entonces buscar otras fuentes alternativas de ingresos. En el curso del siglo XIX el tráfico de marfil comenzó a ocupar el espacio económico que dejaba libre la trata de esclavos y adquirió una magnitud mayor que la del mismo. El marfil del África oriental es más blando que el de otras regiones, lo que lo hace más apto para el tallado y con el hallazgo de nuevos usos para ese material Europa y América se sumaron a los mercados tradicionales consumidores de marfil en Asia, incluyendo India y China. Estas dos actividades constituyen el trasfondo económico de los sucesos que transcurren en esta novela. Existe también un contexto político en el que se desarrollan estas acciones. Aunque ya existían en forma intermitente colonias de naciones europeas en el norte de África desde la época del Imperio Romano, un veloz proceso comienza a desarrollarse en el siglo XIX, que culmina como se ha expresado antes en la ocupación de casi todo el continente por las potencias de Europa. En efecto, al fin de este proceso en 1914, solamente el imperio etíope y la minúscula Liberia eran naciones independientes y todo el resto del inmenso continente había sido colonizado por Inglaterra, Francia, Bélgica, Portugal, España y Alemania. La Conferencia de Berlín en 1884 tuvo por propósito establecer lineamientos para la ocupación de territorios en África por parte de las potencias europeas, de modo de limitar los conflictos entre ellas originados por la expansión de sus imperios. De allí nacieron el Congo Belga y la delimitación de las áreas coloniales particularmente de Inglaterra, Francia y Alemania. Alemania consolidó sus posesiones en Camerún, África Sudoccidental Alemana y el África Oriental Alemana. El ámbito donde transcurre esta novela es la última de esas colonias, ubicada en la región de los grandes lagos de África, que comprende zonas que hoy pertenecen a Ruanda, Burundi y Tanzania. África Oriental Alemana 1892 (año en que transcurre nuestra historia) Elenco de personajes Alain Garnier: expedicionario francés Djamba: lugarteniente congoleño de Garnier. Tswamba: porteador y asistente de caza de la e***a manyema. Helmut Westkamp: Teniente de las Schutztruppe. Adia: novia de Westkamp. Abdullah al Shamoun: jeque beduino. Alima: esposa de Abdullah. Farrah: hija de Abdullah y Alima. Fadilah: doncella al servicio personal de Farrah. Ahmed ben Assaff: jefe militar beduino. Leilah: prima de Farrah. Faisal al Khoury: joven militar beduino. Karim y Nadiyah: padre y madre de Faisal. Walaka: jefe tribal de la e***a Kamba. Abboud al Kader: poderoso jefe árabe. Mohamed el Amin: anciano del clan de al Shamoun, y uno de sus asesores. Otto von Holstein Rensburg: Coronel de la Schutztruppe, jefe de una expedición. Paul von Öttling: Mayor de la Schutztruppe estacionado en Bagamoyo. Vijay Avninder: Capitán indio de un carguero en el Océano Índico. Capitán Jean Paul Duclós: Oficial de inteligencia francesa en Madagascar. Coronel Geoffroy De la Fontaine: Jefe militar de Alain Garnier, en Franceville, Gabón. Dimitriou Ioannidis: Capitán de un vapor griego. Pierre Chenaut: Delegado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, con sede en París. Glosario Schutztruppe: Fuerzas de protección. Ejército Colonial Alemán La illahah illhah (árabe) No hay otro Dios que Allah. Assalaamu Alaykum: La paz sea contigo.Saludo. Bismillah (árabe): en el nombre de Alá. Ya Allah (árabe): expresión de desagrado. Tawak kalto ul Allah (árabe): pongo mi fe en Alá Boma (swahili): empalizada Bwana (swahili): Maestro, amo Kiji (swahili): aldea Simba (swahili): león, leones Temba (swahili): elefante, elefantes. Swala wa (swahili): antílopes. Askari (Swahili): soldados Chilaba (árabe): túnica larga con capucha y mangas amplias de uso masculino. Chador (árabe): velo con que las mujeres musulmanas se cubren la cabeza y parte del rostro. Nasrani (árabe): cristiano. Manyemas, Kambas, Konongos (swahili): etnias bantúes. Kibanda (swahili): kibanda, cabaña. Aduar: Campamento de beduinos, formado por tiendas y chozas. Baobab: Adansonia digitata. Árbol de hojas caducas, típico de Tanzania. Sabana: Llanura, en especial si es muy dilatada y no tiene vegetación arbórea. Fatwa (árabe): Condena a muerte dictada por una autoridad competente. Tirailleurs Sénégalais ( francés): cuerpo de la fuerza colonial francesa. Dhows (árabe): Gabarras, embarcaciones de carga a vela usadas por los árabes en el Mar Rojo, con uno o más mástiles y velas latinas Capítulo 1 Estado Independiente del Congo-1892 Dejó la pesada mochila en el suelo cubierto de hierbas y se sentó sobre una gruesa raíz de un árbol de gran porte. Observó a sus hombres descargar los bultos que llevaban sobre sus cabezas y sus espaldas y sentarse de cuclillas en el suelo; se maravilló de la resistencia física de esos porteadores que caminaban decenas de kilómetros con atados sumamente pesados que excederían la carga que podría soportar un burro. Alain odiaba el tipo de explotación al que debía someter a esos hombres pero para llevar adelante su cometido no tenía opción. No se podía recorrer con caballos los territorios selváticos que estaban atravesando. Los tratos con el reyezuelo manyema le habían permitido asegurarse los servicios de cinco porteadores con un costo razonable, lo que le permitía transportar las tiendas, provisiones, armas y municiones y demás elementos necesarios para viajar por la jungla tropical y armar campamentos después de cada jornada. Los hombres parecían sumisos y obedecían las órdenes que Alain les impartía a través de su lugarteniente. Alain observó a Djamba discutir arduamente con los manyemas para asegurarse que dieran a los vitales paquetes un trato adecuado; el hombre era un suboficial nativo del ejército colonial francés que lo acompañaba desde hacía cinco años, cuando el destino los había unido en una patrulla cerca de Franceville, ciudad fundada en 1875 por el Conde italiano Pierre Savorgnan de Brazza en Gabón, el territorio que Francia había obtenido en la cuenca del Congo en un acuerdo internacional entre las potencias europeas, el mismo que otorgó al rey belga Leopoldo II la mayor parte del territorio que se había luego denominado Estado Independiente del Congo y que constituiría más adelante el Congo Belga. La pequeña expedición había recorrido por vía fluvial la mayor parte de ese inmenso país, muchas veces mayor que Bélgica, y luego de tres meses de navegación y un cierto recorrido en ferrocarril en la zona de las Cataratas Livingstone el grupo había dejado atrás el curso del gran Río Congo y sus tributarios y se acercaba ahora al Lago Tanganica y la frontera con la colonia denominada África Oriental Alemana, su verdadero objetivo. Alain había relevado los detalles de la ruta seguida y los había anotado cuidadosamente en sus cuadernos, aunque había encriptado todos los detalles relevantes en un lenguaje cifrado desarrollado por él mismo, para el caso en que sus notas fueran confiscadas por alguna de las autoridades de los sitios por los que transitaba. Su fachada era la de un técnico forestal que realizaba prospecciones para una compañía belga en busca de terrenos adecuados para plantar árboles del caucho, ese cultivo extraordinariamente rentable proveniente de Brasil y que el Rey Leopoldo deseaba desarrollar en el Estado de su propiedad. A tal fin llevaba consigo unas cartas fraguadas que certificaban en tres idiomas su condición de investigador... pero Alain Garnier, teniente del ejército colonial de la III República, era en realidad un espía francés. Luego de un breve descanso y muy a su pesar el francés se puso de pie; al verlo Djamba comenzó a azuzar a los manyemas para que recogieran sus bultos y se pusieran en camino. El reducido grupo comenzó a andar el breve trayecto que los separaba del gran Lago Tanganica. ––––––––
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD