Adriel sacó ese lado que difícilmente sacaba, pero que en el momento que alguien se atrevía a tocar a su esposa salía con mucha facilidad. La tipa esa se espantó al verlo tan cambiado, Lucía caminó en su dirección y se plantó frente a ella. — Esta ballena andante logró lo que ustedes no pudieron y fue que ese hombre — señaló a Adriel — pusiera estos dos anillos en mi dedo — Lucía levantó su mano izquierda mostrando las alianzas — así que desaparece de mi vista en este momento, antes de que te deje una marca en tu maldito rostro, algo que te recuerde para siempre estas prendas que cargo en mi dedo. La mujer se fue y Lucía levantó la fotografía de sus hijos, la tomó con cuidado y la puso en su bolso. Respiró profundamente y contuvo las lágrimas. — Lu, puedo explicarlo — la mano de Lucía

