— Ya has hecho suficiente, gracias a ti tengo acceso a la gran Briseida Feres — él me sonrió — has construido lo que una vez alguien destruyo, gracias por eso Marien. Damián me besó la mano y luego seguimos en total calma el camino, llegamos al hotel que se alzaba a la orilla del mar, había muchos pisos y en un lado se podía leer el nombre que su propietario decidió ponerle. — Bienvenidos al hotel Rosa de Oriente, espero que disfruten su estadía aquí — Damián le dio la bienvenida a los demás — cualquier cosa que deseen no duden en pedírmela. Todos entramos, habían varias personas que esperaban en recepción, sin embargo, eso no aplicó en absoluto para nosotros. Subimos al elevador que nos llevó hasta el piso más alto del hotel y un largo pasillo traía varias habitaciones. — Sean bienven

