Ella rio y nos saludó, le pedí a Billy una cerveza y Rea le pidió margaritas. Los hombres que miraban a Lía se quisieron acercar a nosotras, pero se detenían una vez que los miraba como si fuera a castrarlos en ese mismo momento.
— Cómo que hoy estas de un humor menos tolerable con los hombres — dijo Rea — comprendo que no quieras que se acerquen a ti, pero no los espantes de nosotras.
— Eres una mujer casada, Rea — arqueé una ceja — y te recuerdo que con mi hermano.
— ¿Y? Eso no quiere decir que estoy ciega — ella rio — así que deja de espantarlos, quiero hacerlo yo.
— Cómo que te estás juntando demasiado con Dánae — reí — ya deja de hacerle caso a todo lo que dice.
— ¿Alguien habló de estas carnitas sensuales?
Dánae entraba con Lucía, ambas estaban enfundadas en vestidos ceñi
