Aileen se durmió contenta luego de que le contará un cuento, prepare su lonchera y una vez que terminé de hacer los pendientes fui a dormir.
Al día siguiente que sonó la alarma me levanté y comencé a preparar todo lo necesario para ir a dejar a mi hija a la escuela y yo ir al trabajo.
Mientras preparaba la comida miré la fecha y suspire pesadamente, hoy era el aniversario luctuoso de mi madre, por lo que tendría que ir al cementerio.
— Ya está el desayuno cariño — le grité a Aileen — apresúrate que iremos donde tu tío Andrés antes de ir a dejarte a la escuela.
Aileen llegó como un cohete cuando le dije esto, ambas desayunamos y luego de hacerlo fuimos donde Andrés.
— Hola, entra Marien.
Rea cargaba a mi sobrina mientras cocinaba, por lo que decidí ayudarle a cargar a la niña, amaba a Leire profundamente.
— ¿Qué te trae hoy por acá? Generalmente, no vienes, sino que somos nosotros los que bajamos.
— Hoy es el aniversario luctuoso de mi mamá, quería decirle a Andrés que iré al cementerio por si desea acompañarme.
— Claro que iré — Andrés entró a la cocina — como cada año.
— ¿Tú eras quien dejaba esas flores en la tumba de mamá?
— Sí, pensé que tú nunca ibas, ya que nunca miraba nada en el momento que llegaba.
— Mamá siempre estuvo limpia, ¿Acaso no lo notaste?
— Ahora que lo mencionas, pues sí, supongo que aún no era el momento de encontrarnos.
— Supongo que sí, iré al cementerio luego de que salga de la clínica, ¿quieres que te vaya a traer?
— No es necesario, nos vemos a las afueras del camposanto.
Yo asentí y nos fuimos del apartamento de mi hermano, al ir a dejar a Aileen a la escuela miré que unos chicos la seguían, no me gustó en absoluto, pero me calme un poco al ver que la maestra de mi hija los recibía así que supuse que eran sus compañeros de grado.
Llegué a la clínica y me puse a trabajar con una mujer víctima de maltrato, ella se encontraba sumamente mal y accedí a llevar este caso porque aunque ella deseaba librarse de su verdugo, no pudo, ya que la mantuvo secuestrada por mucho tiempo.
— Tienes que entender que no eres culpable de lo que pasó, comprendo que estés en un estado de shock, pero ya ese hombre se encuentra preso y créeme que en prisión va a pagar por todo lo que te hizo pasar.
— Usted no comprende, tengo miedo de que escape y me quiera matar — ella miró su vientre — además cargó con su hijo que de paso es producto de una violación, yo no quería tener alguien de su progenie, pero me obligó a desarrollar el embarazo.
— Ese bebé no tiene la culpa de lo que te pasó, sé que es difícil por lo que pasaste, pero de igual manera la criatura que crece dentro de ti es igual de inocente que tú.
— Usted porque no pasó por una violación, no tiene idea el asco y la inmundicia que se apodera de mi cuerpo, quisiera prenderme fuego para borrar cada manoseo que ese tipo me dio.
— Aquí no estamos hablando de mí, sino de ti, comprendo que es difícil todo lo que pasaste y en caso de que no quieras a ese bebé puedes darlo en adopción, hay muchas personas que desean un bebé y no pueden tenerlo de la manera tradicional.
La sesión terminó y una vez que ella se fue entró el tipo del bar, realmente era un fastidio cuando se lo proponía, pero no puedo negar que lo que paga engorda mi bolsillo.
— Hola hermosa — extendió un ramo de rosas — te traje esto.
Al instante comencé a estornudar y me broté de ronchas, llamé a Jeanne de manera urgente y en el momento que me miró de esa forma se alarmó.
— ¡Aleje eso de ella! — grito Jeanne — la doctora Black es alérgica a las rosas.
Jeanne abrió mi gaveta e inyectó el antialérgico que tenía guardado, pero eso no fue suficiente, así que tuvo que llamar a la ambulancia.
— Le dije que no metiera eso, pero no hizo caso, a mala hora tuve que ir al baño.
Los paramédicos llegaron y me tuvieron que llevar de emergencia al hospital, sentía que el aire me faltaba y como mi garganta se iba haciendo cada vez más pequeña. Lucía me recibió sorprendida al ver mi estado e inmediatamente Fernández me inyectó un antialérgico que me ayudó bastante rápido.
— ¿Cómo se siente Dra. Black? — Jeanne entró apenada — esto es culpa mía.
— No es culpa tuya, así que deja de decir tonterías, el culpable es ese idiota que me tocó atender, pero no te preocupes que tomaré cartas en el asunto.
— ¿Ya no va a atenderlo?
— No, está cruzando la raya y definitivamente no pienso poner en riesgo mi vida solamente por un capricho de un macho.
— Es una lástima, el doctor Torres sabía que quien podía ayudar a ese hombre era usted.
— ¿Cómo has dicho? ¿Acaso Bruno está detrás de todo esto?
Me sorprendió saber tal información, Jeanne se mostró muy confundida y parecía maquinar algo en su cabeza, sabía que recordaba algo, no fue necesario que lo dijera, ya que podía leer sus ojos a la perfección, no en balde había sido mi secretaria durante todo este tiempo.
— Sí, pensé que había hablado con usted.
— No, dime que sabes.
— No mucho, el día que llegó ese paciente miré que hablaba con el doctor Torres y luego de eso comenzó a atenderlo, por eso me extrañe el día que lo recibió que dijo que el jefe no le había dicho nada y pensé por un momento que quizás se lo diría más adelante, dado que lo siguió recibiendo supuse que ya habían hablado acerca del asunto y no vi necesario hablar con usted en absoluto, pero ahora veo que fue un error de mi parte y debí asegurarme de que ya tenía idea de esto que me encuentro diciéndole, lo siento doctora Black, le pido que no me corra porque necesito el empleo.
— Por un momento pensé que ese tipo me estaba acosando, ya lo había conocido en un bar y cuando llegó a mi oficina mintió de la manera más descarada que existe. No te preocupes que no tienes la culpa, además no voy a correrte por algo así, eres una buena secretaria Jeanne.
— Esto es cosa del destino — dijo de manera romántica — al menos el paciente tiene buen gusto, es usted una mujer muy hermosa.
— Deja de decir tonterías, yo arreglaré este asunto con él y veré qué es lo que realmente quiere.
Jeanne dejó de insistir y una vez que me dieron el alta miré a Andrés en la sala de espera, se encontraba sumamente preocupado.
— Yo le avisé que estabas aquí — Lucía salió detrás de mí y me sonrió, en sus manos traía unas recetas médicas que me extendió — toma esas pastillas cada ocho horas, si acaso tienes molestias con la alergia, cualquier cosa me avisas no importa la hora.
— Está bien, gracias cariño.
Yo salí del hospital y Andrés me llevó a la clínica en donde tenía mi carro, teníamos que ir al cementerio por lo que nos fuimos en mi coche.
— ¿Estás segura de querer ir? — preguntó subiendo a mi lado — bien podemos ir otro día, recuerda que estás saliendo del hospital
— Abróchate el cinturón que no quiero tener ningún accidente y decirle a Rea que su marido terminó descalabrado.
— Está bien madre.
Yo volteé los ojos y Andrés se puso a reír, maneje hasta una floristería en donde compre un ramo de rosas carmesí y otro de aster.
— ¿Qué significan esas flores? — preguntó Andrés — siempre las encontraba puestas en la tumba de mamá.
— Las rosas carmesí significan luto y pena, las aster significan paciencia, sabiduría y amor.
— Son ideales para mamá.
— Sí, por eso las escogí.
Andrés me ayudó a bajar del carro, ambos caminamos tomados de las manos como cuando éramos unos niños y fuimos a la tumba de mamá.
El aire soplaba lentamente y se colaba entre los mechones largos de mi cabello, yo apartaba con mis manos las hebras que tocaban mi rostro.
— Hola mamá — puse las flores en su tumba — finalmente después de tanto tiempo logré venir con Andrés, pensé que eso iba a ser imposible, pero ya ves que no lo fue.
— Hola mamá — Andrés saludó — tus hijos ya se encuentran juntos, tienes dos preciosas nietas que se encuentran rodeadas de amor y cuidados por las personas que se encuentran a su lado, son niñas felices.
Luego de que Andrés terminará de saludar a mamá, me besó en mi frente, abrace a mi hermano y las lágrimas no se hicieron esperar, aún me dolía su partida como si fuera aquella niña pequeña que lloraba desconsolada por verla tres metros bajo tierra.
— No llores Marien que me parte el alma verte así, un rostro tan angelical no tiene por qué estar rodeado de lágrimas.
— Este rostro angelical a como dices solamente ha conocido lágrimas más que otra cosa, sabes que pasamos demasiadas cosas y luego que te fuiste todo fue horrible, más de lo que era.
Lloré y Andrés tomó mi rostro entre sus manos, mis ojos estaban rojos de tanto que había llorado en tan poco tiempo.
— ¿Qué fue lo que te pasó en ese lapso de tiempo? Nunca me dijiste nada de los pormenores que pasaste, cuando nos reencontramos solamente me presentaste a Aileen como tu hija y nada más, ¿Quién es el padre de mi sobrina?
— No quiero hablar de eso, es un tema demasiado delicado y doloroso para mí — tomé sus manos y las acaricie con cariño — pero pase por cosas dolorosas.
— Por un momento pensé que habías muerto, no tienes idea como me atormentaba haberte dejado con papá.
— No estabas tan lejos de la realidad.
— ¿Cómo?
— Había días que despertaba y solamente deseaba morir, no quería seguir con vida y la tristeza embargaba mi ser, pero, en el momento que sabía que ella me necesitaba era que luchaba, ella fue mi motivo de vivir y ser quien soy ahora — derramé una lágrima — Aileen es todo lo que necesito en esta existencia que solo me ha traído desgracias.
— ¿Qué fue lo que pasó con papá?
— Eso es algo que te diré más adelante, además sabes que no podemos hablar de ese hombre frente a mamá.
— Tienes razón, suficiente con que la matara para que se le esté mencionando justo hoy.
Flashback de la autora
— ¡Por favor Ramón deja a los niños tranquilos! Ellos son demasiados pequeños para que les pegues de esa forma, no tienen la culpa de tus frustraciones.
Una mujer delgada y sumamente cansada corría en dirección al hombre que sujetaba a dos niños por sus cabellos.
— Van a pagar por haber derramado mi trago, son unos malditos mocosos que solamente saben pedir comida.
Él comenzó a golpear a Andrés y Marien, lo hacía con tanta saña que no iba a tardar en matar a los pequeños.
Iba a arrojar otra patada cuando la mujer se atravesó y los protegió con su cuerpo, los niños trataron de salirse de ahí, pero ella con un hilo de sangre corriendo por sus labios los detuvo…