*********** El aire vibra con una energía extraña, casi irreal. La temperatura ha descendido de golpe, y aunque el cielo sigue despejado, la lluvia cae con una intensidad inquietante. Cada fibra de mi ser me alerta de que algo fuera de lo común está ocurriendo, pero, sorprendentemente, no siento miedo. —¿Por qué se queda ahí afuera? Entre —su voz, suave pero firme, me invita mientras hace espacio a su lado en la carpa. —No se preocupe por mí, estaré bien. Esto es apenas una brizna. Estoy acostumbrado a la intemperie. Además... —respondo, aunque una parte de mí anhela aceptar su invitación— sería inapropiado compartir un espacio tan reducido. Sus labios se curvan en una sonrisa ladina, una expresión que la hace peligrosamente encantadora, aún más con mi ropa cubriendo su cuerpo. —Como

