Tomé la mano de Gabriel con seguridad, una chispa recorrió todo mi cuerpo, me sentía excitada y Gabriel lo había notado, mis ojos me delataron. Una sonrisa pasó fugazmente por el rostro del ángel.
Si hay algo que detesto de mi cambio, eso son mis ojos, detesto la manera en la que siempre me delatan y dejan al descubierto una parte de mis sentimientos; el lado positivo, es que a él también lo delatan, lo ojos del ángel estaban alborotados, tal vez más que los míos.
Tomamos nuestros ya usuales asientos en el comedor, como siempre, Nora entró, organizó la comida y a toda velocidad salió de nuestra vista.
- ¿Todo lo que importa en tu mundo son los tratos? - dije rompiendo el cómodo silencio que se había plantado en el lugar.
- En nuestro mundo, no todo lo que importa son los tratos - hizo
