Hora de cenar

1797 Words
Ciertamente, mi orden la tomó por sorpresa, sus ojos quedaron abiertos como platos y tartamudeando logró contestar. - Me temó que por el momento eso no será posible, Señorita Hal - estaba aterrorizada ¿por mi? - ¿Por qué no? - dije desafiante, si el miedo era el camino de conseguir lo que quería, estaba dispuesta a ser la villana. Sus ojos reflejaban un torbellino de emociones, era una mezcla de sorpresa y temor. Pero ¿Cómo si vive con un ángel, podría tenerme miedo a mi?¿Que podría yo hacerle? - Se encuentra ocupado, con permiso - acto seguido huyo por la puerta. Mi esperanza y oportunidad para hablar con el ángel se escabullían detrás de esa puerta, pero no estaba dispuesta a quedarme de brazos cruzados. Iba a ver a ese maldito ángel, les guste o no. Me pasé las manos por el pelo y realicé presión en mis cienes en un intento fallido por aliviar el estrés. Iba a encontrar la manera de escapar de allí. Descalza y usando la misma bata que tomé en el baño, me dirigí a la puerta de donde había visto entrar y salir al ángel y a Vic en repetidas ocasiones. Al girar la perilla me lleve la sorpresa de que está estaba sin seguro y me encontré con una pasillo igual de blanco e iluminado a mi habitación. Mire a mi derecha y solo encontré varias puertas cerradas, me dirigí en puntitas y haciendo el menos ruido posible en dirección contraria. Al parecer me encontraba completamente sola, pues no había ni un solo ruido en el lugar. El silencio era tal, que se escucharía monumental la caída de un alfiler. Lo lógica me diría que tratándose de un ser alado, podría confiar en él. La biblia dice que fueron creados para defendernos de los peligros terrenales y espirituales que nos acechan e intentaba con todas mis fuerzas de convencerme de ello. Quisiera creer que puedo confiar en este ángel, pero la realidad, es que me atemorizaba estar en su presencia y un sexto sentido me indica que sus intenciones no son buenas. No sé con certeza cuanto tiempo llevo en este lugar, pero se siente como una eternidad y a pesa de ello, es la primera vez que el recuerdo de mis padres pasa por mi cabeza. Muy seguramente han entrado a buscarme en mi habitación después de ver que no bajaba a desayunar y se han dado cuenta que no me encontraba allí. Tal vez habrán pesando que decidí salir temprano y me habrán llamado al teléfono y se habrán quedado esperando mi regreso. Sentí pena por ellos, seguramente me estarían buscando, habrían acudido a las autoridades, habrán emprendido planes de búsqueda y todo esfuerzo habrá resultado infructuoso. O tal vez solo pensaron que me escape con Ann y Nick por mi cumpleaños y se habrán quedado tranquilos tomando café. Sacudí mi cabeza e intenté disipar todos esos pensamientos inútiles que no me iban a sacar de la situación en la que me encontraba. Debía enfocarme si quería salir de allí y recuperar mi vida. Después de caminar un poco me topé con una larga escalera que conducía a una planta baja, desde allí pude contemplar el gran ventanal que permitía divisar gran parte de la ciudad. Nos encontrábamos en un apartamento de dos pisos. Pude contemplar la sala y parte del comedor. El suelo era de mármol y las paredes blancas. Las escaleras eran en especial bellas, eran unas escaleras flotantes con un barandal en vidrio que las hacía aún mas elegantes. Inicié mi descenso con cautela, pero al pisar el segundo escalón, sentí a la distancia una mirada que me atravesaba, no tarde en encontrarlo con la mirada en la planta baja y tal como lo sospechaba estaba de pie, con ambas manos en los bolsillos observando con detenimiento cada uno de mis movimientos. Afortunadamente, esta vez mi cuerpo si obedeció y salí corriendo a la habitación en la que debía estar. En medio de mi maratón camino a la habitación vi un rayo dorado pasar y antes de alcanzar la perilla de la puerta, él ya estaba allí. Miré nuevamente hacia las escaleras y antes de incluso pensarlo, me interrumpió. - ¡Basta! Ni lo pienses - leyó mi mente incluso antes que yo - no importa a donde huyas, te voy a alcanzar. - ¿Qué es lo que quieres de mi? - nos separaban casi dos metros de distancia y aún así parecía poco. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Por instinto me ajusté mi bata un poco más. - ¿Qué te hace pensar que quiero algo de ti? - sonrió y me vio despectivamente - A lo mejor solo estoy buscando un poco de diversión - apoyó su peso contra la puerta y pude ver como su abdomen se marcaba en la camiseta - ¿No se te pasó eso por la cabecita? Quise contestar de inmediato, pero no lograba apartar la vista de su abdomen, sentí el enorme impulso de pasar mi mano por el, pero me contuve ¡Contrólate Hal! - ¿Quiero que me respondas unas preguntas? Allí estaba de nuevo su malévola sonrisa. - Vic - la joven apareció como por arte de magia detrás mío - enséñale su armario y prepárala para la cena. Cuando estés... decente - dijo escaneándome de arriba abajo - responderé tus preguntas. Antes de poder contradecirlo, él ya había desaparecido. - Sígame por favor. Seguí a Vic dentro de la habitación, la joven se detuvo frente a una pared de mármol aparentemente vacía, pero al realizar una presión emergió de ella un elegante armario. - De un lado hay ropa suya y del otro hay ropa que el señor escogió para usted - dijo Vic señalando los dos lados del armario. ¿Qué el señor escogió para mi? ¿Mi ropa? Antes de preguntar a Vic cualquier cosa, decidí inspeccionar por mi misma. Me acerqué al lado del armario que contenía mi ropa y me llevé la sorpresa de que se trataban de mis mismas prendas, con la diferencia de que estas estaban completamente nuevas y que todo estaba con sus etiquetas. ¿Cómo podía tener toda mi ropa nueva? ¿Cómo sabía donde encontrarla? Del otro lado de armario, se encontraban perfectamente organizados una larga fila de vestidos blancos de distintos diseños y todos mas cortos de los usual, muchos de ellos estaban hechos en seda que caía de manera celestial. Al detenerme y observar las etiquetas de aquellos vestidos, me di cuenta que se trataban de vestidos de diseñador. Sin duda, este armario vale mucho más que el armario en el que se encontraban mis prendas. Rocé los finos vestidos con las yemas de mis dedos y estos respondieron ante mi delicado tacto. El armario parecía un espectáculo en sí mismo. Al abrir una de las puertas que tenía el armario, me encontré con varios cubículos que dividían y exponían una amplia variedad de bolsos, todos blancos. Con la ayuda de Vic me vestí para el ángel. Intenté ser complaciente con la esperanza de que él también lo sea conmigo. Me di un último vistazo en el espejo para comprobar que me veía impactante, el corto vestido de seda caía majestuosamente sobre mi cuerpo, haciendo resaltar mis pezones y caderas. Mi pelo n***o contrastaba con el blanco del vestido. Aunque mis ojos tenía un leve movimiento, mi pelo parecía normal. Era la primera vez que me veía al espejo desde el incidente del baño. Aunque ya no estaba horrorizada como aquella primera vez, volver a ver mis ojos me causó un poco de náuseas, así que me retiré con rapidez para no perder el control y terminar nuevamente desmayada. El toque final fueron unos brillantes tacones que me dejaban aún mas alta de lo que ya era. Me preguntaba donde sería la cena y sabía que en aquel restaurante debía estar atenta a mis posibilidades de escapar. - Estoy lista - le dije a Vic y me dirigí a la puerta sin esperar su respuesta. - Señorita Hal - sentí su pequeña mano en mi brazo, con delicadeza me detuvo. Voltee a verla con curiosidad - El señor viene por usted, por favor, espere aquí. Vi salir a Vic por la puerta y me quedé sola en aquella habitación. No tardó mucho. Dos golpes secos en la puerta y de ella emergió Gal, con su mirada penetrante e inexpresiva y oliendo descaradamente bien. Sin preámbulo y sin detenerse a detallar mi apariencia me tendió su mano, pero rechacé su ofrecimiento y cerré la puerta detrás de mi. Pensé que me tomaría por descortés, pero mi rechazo no le importó en lo absoluto. Por el contrario se limitó a decir. -Sígueme. Caminé detrás de él y pude detallarlo un poco más, llevaba su usual vaquero n***o roto, una camisa blanca y su cadena. Me daba curiosidad conocer el dije que siempre escondía. Su andar era elegante, pero natural. Al llegar a la escalera me llevé con la decepción de que la cena era allí mismo, supongo que mis planes de escapar quedaron cancelados. En la planta baja se encontraba una mesa dispuesta para una cena para dos. Posó su mano en el barandal de vidrio y bajó por las imponentes escaleras. Hice lo mismo. Tomó asiento y con un gesto me indicó que tomara asiento frente a él y eso hice. Chasqueó los dedos y de manera mecánica salió una mujer de una puerta que no había visto, dejó dos platos de comida y se retiró. Llegó el tan anhelado momento. Por el rabillo del ojo alcancé a ver los rayos rojos de mi pelo que empezaban a brotar. Aquello pareció causarle gracia, pues esbozó una picara sonrisa ladeada. - Tienes algunas preguntas ¿no es así? - era la primera vez que escuchaba su voz estando en mis cinco sentidos. - Si - quise decir algo más, pero no supe que. - Pues empieza - bajó la mirada a su plato, empezó a comer. No encontrarme bajo los efectos de su mirada me permitió expresar mis pensamientos. - Ayer dijiste que eras un ángel. Me miró con curiosidad. - ¿Ayer? - Si... ayer en mi habitación. El ángel negó con la cabeza. - Eso fue hace cinco días. ¿Hace cinco días? Debió ver mi cara de confusión porque siguió explicando. - Después de desmayarte en tú habitación estuviste cuatro días dormida y después de desmayarte en el baño, estuviste un día dormida. Entonces llevaba cinco días dormida, cinco días en que mis padres no sabían de mi, cinco días sin ir a la universidad, cinco días sin ver a Ann y Nick. Me llevé la mano a la boca para no vomitar.
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