Capítulo Tres: Maldad.

1318 Words
Cuando los gemelos Reilh y Howard llegaron a casa del trabajo, tuvieron la poca dicha de enterarse sobre lo que había sucedido con la única chica de la familia por medio de Ian. Ellos, aunque laboraran en lugares distintos, siempre solían llegar juntos. Aunque parecían dos gotas de agua, como la mayoría de los gemelos, tenían diferencias, pero a ellos les gustaba jugar a ser el otro. Estando más pequeños, era mucho más fácil confundirlos, pero llegados a ese punto, ya no lo era tanto. De todos modos, no estaban para juegos. Ian les explicó que necesitarían darle aviso a Thom, por lo que todos estuvieron de acuerdo. Amanda se pasó el resto del día intentando que le soltaran prenda sobre lo que querían hablar con su padre, pero no logró que los chicos le aflojaran nada. Obstinada de todo, se quedó fuera de la puerta del estudio de Ian, intentando escuchar la conversación que estaban teniendo entre todos.  Aún la trataban como a una niña, y eso tenía a la chica muy estresada, pues se podía defender más que bien en cualquier situación. Eso creía firmemente, sin embargo, su debilidad puede que fuera física, aunque no lo admitiría en voz alta.  Por más que pegó su oído a la puerta, parecía que estaban en misa de lo poco que podía escuchar. Pero solo una frase logró cambiarle el mundo en pocos segundos. "Quieren a Amanda para el nuevo alfa". La de cabellos claros creyó haber escuchado mal, porque ¿Quién en su sano juicio la elegiría a ella para algo así? Aún más ¿Había escuchado correctamente? Se alejó de la puerta con aire confuso, mientras miraba hacia ningún lugar en particular. Así que el asunto tenía que ver con ella.  Lo sospechó desde que vio a su hermano actuar tan extraño, pero no supo que era algo tan serio.  Segundos después, escuchó pasos cercanos a la entrada donde se encontraba, por lo que se alejó de allí, pretendiendo hacer sus deberes en la mesa del comedor, donde solía colocar sus libros de texto. Esperaba que alguno de ellos hablara de una vez, pero al verlos con caras largas caminando como zombies, no pudo más. ─Que alguien me diga de una vez qué está pasando─ dijo firme la chica, colocándose en pie frente a ellos ─Y quiero la verdad─ le exigió directamente a Ian. Los hermanos miraron directamente al mencionado. ─Thom viene en camino, hablaremos cuando él llegue─ le respondió, serio como una tumba ─Y no me hables así─. Amanda le miró furiosa, comenzando su rostro a enrojecer de ira. ─No tienen ningún derecho a ocultarme nada, están actuando justo como papá─ dijo la omega, con un tono que determinaba la decepción que estaba sintiendo en ese momento. ─Sabes que eso no es cierto, todo lo que hacemos, lo hacemos para protegerte─ expresó Howard ─Es algo que solo Thom sabrá cómo explicar, es un asunto serio, Amanda, no actúes como una niña pequeña. No es el momento─. ─No necesito que me protejan, pero los dejo hacerlo porque son mi familia─ respondió la chica, sin quedarse atrás en la discusión ─Ustedes son los únicos que me tratan como a una niña pequeña─. Dicho esto, salió de la habitación, dejando tenso el ambiente, por lo que cada uno solo pudo dispersarse en silencio, sin querer que llegara siquiera el ya mencionado antes, Thom. Unas dos horas más tarde, el mayor de todos arribó a la casa en su auto familiar, pero iba solo en aquella oportunidad.  Apenas entrar, lograron ver su rostro demacrado con ojeras por no dormir debido a lo duro que era criar a varios niños a la vez. Su esposa estaba igual o peor, siendo la principal encargada de cuidarlos, pero ellos eran felices de ese modo. Thom tomó asiento en uno de los muebles individuales con posaderas a ambos lados, estaba al tanto de la situación, y sinceramente harto de tener que ser él el responsable de todos. Los hermanos Klaric estaban alrededor de él con caras de incomodidad, pues casi nunca solían pasar conflictos de esa magnitud. Habían decidido tocar a lo más preciado de la familia, a la única chica. ─¿Lo sabes ya, Amanda?─ preguntó directo el que se encontraba sentado. ─No. Ninguno quiso decirme─ dejó saber esta con aire alterado. Thom asintió, suspirando en su lugar. Arregló su postura y comenzó a hablar. ─Para empezar, tienes todo el derecho a saber lo que ocurre, en vista de que se trata de ti─ aclaró para todos allí ─Por lo que tengo entendido, ha venido el padre del jefe alfa que será coronado en unas horas, te ha elegido entre todas las chicas de la aldea, quiere que le des un hijo─ soltó, con tono amargo. Amanda sintió marearse, como si el suelo que pisara fuera aire puro.  ─¿Un hijo? Así ¿Sin más?─ formuló, mirando a un punto fijo en la sala ─Esto es ridículo, no voy a hacerlo─ dijo, empezando a molestarse verdaderamente ─No soy un trofeo─. ─Eso pensamos, hermanita. No lo eres. Tu honor vale más que cualquier cosa─ respondió de nuevo el mayor, serio ─Pero debo hacerte saber que si te niegas nos condenarán al exilio. Más que eso, tu nombre quedará manchado para siempre, lo cual no vamos a permitir─. La chica sentía su mundo dar vueltas como cuando había escuchado detrás de esa puerta. Era mucho más grave de lo que pensó. ─No me entregaré a ningún alfa─ refutó, por lo bajo, mirando hacia el suelo, aún afectada por la noticia. En medio de la conversación, escucharon pasos llegar hasta donde se encontraban. Era el mismísimo Tristan, el padre de todos, quien todavía llevaba su vestimenta de médico. Este se posó en un lugar donde todos pudieran observar su rostro, en especial su hija, a quien prácticamente nunca le hablaba, pero esa vez, pasó. Haciendo temblar a la chica. ─Lo siento mucho por ti, Amanda, pero tendrás que cumplir─ expresó aquel hombre ─Es una orden─ le dejó saber, mirando su cara con una seriedad tremenda. ─No... No puedes hacerme esto...─ rogó la chica, con los ojos cristalizados. La primera vez que su padre le hablaba en tanto tiempo y era para arruinarle la vida de esa manera, se rehusaba a creerlo. ─Cualquier cosa que haya dicho tu hermano, no tiene ningún valor, yo soy tu padre, y he aceptado personalmente entregarte a la familia real. No voy a permitir que se nos condene al exilio solo porque tú tienes sueños─ la mirada de su progenitor le heló la sangre ─Eres solo una omega, aprende tu lugar de una vez por todas─ mencionó sin pudor alguno. Ante eso, todos quedaron atónitos. Thom no cabía en su sitio de la ira que le recorría. Este se levantó, haciendo voltear a Tristan. ─¡Jamás has sido un padre para ella, no digas tonterías!─ exclamó, con los puños apretados ─No permitiré que le impongas ningún futuro que ella no quiera. Tiene todo el derecho a elegir, no eres nadie para presentarte hoy aquí─. Lo único que logró el chico fue que el mayor le respondiera con un golpe directo a su mandíbula. Tenía un puño de acero entre las manos, por lo que le abrió una herida en el rostro a su propio hijo sin que le temblara el pulso. ─No vuelvas a dirigirte a mí en ese tono, pedazo de imbécil─ dijo con su voz de mando, la cual pocas veces había utilizado en su vida ─Me arrepiento de haberte dado cualquier autoridad frente a tus hermanos─. Allí sí que se rompió cualquier tipo de lazo afectivo que les uniera. Amanda, sin poder evitar llorar, corrió hacia su hermano para ayudar a levantarlo del suelo junto a sus otros hermanos, quienes hicieron lo posible para que Tristan saliera del lugar, cosa que no lograron, solo pudieron observar al hombre adentrarse en su habitación de un portazo.
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