EL REVERENDO ALEX

1020 Words
CAP.- 9 - EL REVERENDO ALEX He sufrido con aquellos que vi sufrir… THE TEMPEST. W.Shakespeare Esto recordaba Emma. Nunca para justificarse, sino para poder seguir. A veces solía sentir que era alguien como Próspero, y que podía manipular hasta a la naturaleza en su beneficio. En otras, sabía que el abuso de poder puede causar daño. Mrs. Betty le había dejado entrever algo, pero como estaba Noah, no logró ser lo detallista que es siempre ante estas cosas. Necesitaba el aire del sendero de Treman State Park, tocar las rocas erosionadas por el tiempo, sentirse viva. La lluvia inusual de una cascada, la salpicó cuando el viento giró y cambió su rumbo. - ¿Cómo sabía este cuento de hadas que necesitaba esta bruma? -sonrió. No podía olvidar los dichos de Betty. Alguna vez se lo había comentado como un relato, como antes, como siempre, donde había un villano, consecuencias dolorosas, pero eso fue apenas un atisbo de lo que vendría. El poder, de nuevo, dando alas a demonios. Recuerda que hablaba de un MANCEBO, y lo menciona así para evitar hablar más claro delante del niño. El mar está en calma. Una mujer madura recorre la playa, sin pudores. Ostenta unas arrugas finas que reflejan mucho camino recorrido. Y una descarada malla laxa, y distendida como su espíritu. Es un enero caliente. El mar en su bonanza la empuja, amigable. Recorre la orilla aceptando el susurro del primer viento brasilero. Recién llegada, el impulso de abrazarlo y recorrerlo fue su primera acción. -Estoy mayor-piensa, mientras se esfuerza por avanzar. Nada le importa. Solo el viaje: 15 días, un préstamo y la decisión de salir con el grupo de la iglesia, la llevaron rumbo a Bombinhas, Brasil. Está feliz como esa gaviota que camina siempre un paso adelante. De lejos, la llaman para cenar. Ambas acuden. Le marcan el sitio donde sentarse. Al moreno, robusto, no lo había notado hasta que deslizó su pierna contra la de ella. Entonces lo miró, la primera vez sintió un cierto cosquilleo agradable pero vergonzoso. Todos se conocían en su lugar. La segunda vez no retiró tan rápido la pierna. Aceptó el roce, y de soslayo se percató de su sonrisa. De cuánto decía sin decir, aquel moreno sí que… La penumbra destaca su silueta, es joven, de una estatura que roza las nubes; de piel besada por el sol; y de raíces firmes. No es de muchos diálogos, pero su sonrisa, su sonrisa es un refugio contra las tormentas, es, esperanzadora. Cada gesto, una poesía muda -Dios- invocó al Supremo, -que nadie oiga mis pensamientos- Al día siguiente y luego del desayuno el grupo se dispersa. El moreno la invita a caminar. Claro, ¿por qué no? Ella no para de hablar y él parece no poder dejar de recorrerla. Con aquellos ojos cómplices y plenos de luz. Cada día se acompañan desde entonces. Ella dejó los prejuicios por la diferencia de edad, en alguna zambullida. El la invita con mate y ella acepta que lo prepare, que la atienda, que la mime. Nadie parece notar, en el grupo, todo lo que ella no puede ignorar. La invitan a sambar y él es quién está detrás suyo, con un ritmo que honra el espíritu del pueblo que visitan. Siempre cerca. Han empezado a tomar fotos y ella, afectada por el que dirán, prefiere alejarse. Algo sucede una tarde. Se extravía un niño en el mar, todos aplauden y hay tanta locura por esto, tanto bullicio que la acerca a su propia pérdida, que hace que necesite paz, y la busque en la pequeña capilla. Se sienta en los primeros bancos y reza. Reza y llora pidiendo respuestas. Por lo que perdió, por lo que quiere y no se anima a tener. Por sus escrúpulos, por temor a un Dios que castiga… Tan absorta estaba, que las campanas que anuncian que comenzará la misa de las 20horas la sacude, no tanto como cuando reconoce en el atuendo del reverendo, al moreno, gigante ahora, imponente como un antiguo roble. Otro misterio. -Este Mancebo, había reconocido Betty, es ni más ni menos que el reverendo Alex de la Parroquia de Santa Catalina, ¿Querés creer? Hizo una escapada a Brasil y Dios y sus misterios quisieron que enamorara Lina, la buena de Lina, viuda desde hace años. Una piadosa mujer. Joven todavía, y pletórica de ilusiones. - -Se dejó engatusar por el párroco y todavía llora. ¡Hombres! Y sí, porque no dejan de serlo… y el famoso voto de castidad que resuelven aceptar, pero que no acatan, es una pavada. ¡Comprometerse a no tener ningún tipo de goce carnal! -Antes de tomar el voto, dicen que la misma iglesia asegura que es importante reflexionar sobre las razones y comprometerse con la decisión. - ¡Eso no es de Dios, es de la iglesia! y sus mandatos opresores, ridículos. Igual, si te enredas en ese embrollo, cumplí. Sabemos que no resisten y terminan haciéndolo a escondidas- terminó resoplando. Su cabeza parecía hincharse en el esfuerzo de decir, sin mover las manos. Porque con las manos reforzamos las palabras. Es increíble todo lo que podemos transmitir desde ese lenguaje no verbal al que Betty no accedía. Mover las manos al hablar también revela mucho sobre nuestra personalidad y estado emocional. En el caso de Mrs. Betty, su rostro era el que expresaba emociones. El tema es que ese fue el primer lío en el que se metió el cura, pues en aquella ocasión Lina se descompensó ante el disgusto, perdió el conocimiento y dicen que cuando despertó, repetía el nombre del susodicho sacerdote. Él era consciente de su belleza y virilidad, de lo mucho que provocaba en su feligresía, pues el poder por sí mismo es atractivo, aunque sea envuelto en una sotana. Dicen que llegó a Ithaca cuando lo trasladaron de un pequeño poblado donde se había suicidado una muchacha para poder reencontrarlo en el cielo, donde podrían amarse sin restricciones. Sin reservas. Hasta ahí todo muy intenso, pero eran adultos, no fue lo mismo como cuando se supo lo del pequeño Liam.
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