LA VENGANZA DE EMMA

HABLEMOS DE AMOR

CAP 11 – HABLEMOS DE AMOR

Emma lo notó desde el primer día. George no preguntaba por las vicisitudes, sino por sus horarios. No buscaba indicios, sino excusas. Y cada vez que hablaba, parecía más interesado en sus gestos que en sus réplicas.

- ¿Aceptarías mostrarme dónde ocurrió… lo que ocurrió? -le decía, mientras se acondicionaba el saco como si estuviera en una cita. Y la miraba con esos ojos de embeleso que…

Ella lo observaba sin parpadear. —¿Querés saber lo que pasó o querés saber cómo me siento cuando lo detallo?

Él sonreía. -Ambas cosas. El contexto emocional refuerza el comprender los detalles. –decía con un cierto temblor en la voz. Nunca había sido bueno para la galantería, sabía que ganaba con su tenacidad, que no abandonaba. Y Emma poseía todo lo que él quería en una mujer, belleza, juventud, y mucho por descubrir. Ella lograba atolondrarlo y eso lo ponía mal. Hacía tiempo que no deseaba tanto, conquistar a una mujer.

Emma sabía que no era lerdo, era calculador. Le traía café sin que ella lo solicitara. Le preguntaba si dormía bien. Le decía que: una joven como vos no debería cargar con tanto.

Pero ella no se quebrantaba. Respondía con exactitud. Y cada vez que él intentaba aproximarse, ella le dejaba una frase que lo descolocaba.

- ¿Sabés qué es lo que más cautiva de una mujer rota? - ¿Qué? -preguntaba él, con falsa curiosidad. -Que no necesita que la arreglen.

George tomaba notas. Pero no sobre el caso, sobre Emma. Y en una de sus libretas, la joven encontró una frase escrita con tinta roja:

Si la toco, se rompe. Si la entiendo, me rasga.

Como lo hemos dicho, George es quién públicamente se determinó como investigador específico del socavón ocurrido en Ithaca. No obstante, el evento ha generado interés en la comunidad científica y ha inducido el desarrollo de nuevas herramientas para advertir sobre estos fenómenos.

Aunque no hay referencias específicas sobre un caso anterior en Ithaca, los socavones han sido objeto de estudio global debido a su imprevisibilidad y peligrosidad. En los últimos meses, incidentes similares en lugares como Pensilvania y Bangkok han llevado a los geólogos a buscar soluciones más precisas.

Usanza de fibra óptica y ruido ambiental: Científicos están desarrollando tecnologías que aprovechan el ruido ambiental para detectar cambios en el subsuelo antes de que suceda un colapso.

Factores usuales: El uso excesivo de aguas subterráneas, la disolución de rocas solubles como la caliza, y la erosión interna son causas habituales de estos sucesos.

Algo más sobre el investigador Dr. George Rol: Geólogo especialista en dinámica subterránea Motivación: Investigar el colapso en Ithaca tras descubrir patrones similares en otros estados Conflicto: Sospecha que el socavón no fue original, aunque sus superiores lo presionan para cerrar el caso.

George llegó al paraje The Silent, con un informe bajo el brazo y una sonrisa que no combinaba con la desventura. Decía venir por el socavón de Ithaca, pero sus preguntas eran más particulares que geológicas.

- ¿Vos vivís cerca del lago? -le preguntó a Emma, mientras fingía revisar un mapa. -No. Pero parece que vos sí vivís cerca de las excusas -reconoció ella, sin mirarlo.

Él persistía. Le conversaba de placas tectónicas, de erosión, de grietas intangibles. Pero Emma sabía que las grietas más difíciles no estaban en la tierra. Residían en las personas.

Y cuando él le expresó: -Una mujer como vos debería estar alejada de los cráteres. Ella reconoció: -Una mujer como yo sabe que los cráteres no se forman solos.

George no era joven, pero tenía esa energía que no se carcome: la del que vive para descubrir. Y Emma era un enigma.

Había resuelto casos en ciudades donde nadie platicaba, donde los cuerpos surgían sin historia, donde los culpables se ocultaban detrás de cargos y uniformes. Pero nunca se había topado con alguien como Emma.

Ella ni lo miraba, y en ocasiones tampoco le respondía. Claramente no buscaba seducirlo. No pondría en juego su misión, su vida, su hijo. No estaba hecha para el amor de pareja. Lo había intentado, sin éxito. No le daría esperanzas al investigador. Y todo eso, para George, era irresistible.

¿Sabés qué me agrada de vos? -le dijo una tarde, mientras fingía examinar el expediente del socavón. -Que no me gustás -respondió Emma, sin alzar la vista.

Él sonrió. -Los enigmas no se resuelven con gusto. Se resuelven con estoicismo.

Emma cerró la libreta. -Y los que se dicen investigadores, a veces solo son intrusos con título.

Y pese a todo, George no se iba. Le traía datos, mapas, frases en latín, fragmentos de libros que parlamentaban de tierra que se abre cuando la verdad se deprime. Y cada vez que Emma lo ignoraba, él asentaba algo en su libreta:

La apatía es una forma de defensa. Pero también de convite.

Entre tanto, el caso del socavón se volvía más insólito. No se hallaban causas naturales. No había reconocimientos previos.

El Dr. Rol comenzó a sospechar que Emma sabía mucho más de lo que decía. Y que el socavón no era solo tierra derrumbada. Era historia enterrada.

George no creía en símbolos. Creía en huellas. Y esa noche, mientras revisaba la cruz tallada en la madera a la cuál había sido asignado, notó algo que no encajaba: un resquicio mínimo, como si alguien hubiese presionado con fuerza al estampar el último trazo.

Pidió un análisis. No por protocolo. Por intuición. Y lo que recogió lo dejó sin aire: una huella digital, parcial pero clara.

Pero lo más alarmante no era eso. La misma huella asomaba en un fragmento de roca extraída del borde del socavón en Ithaca. Una piedra que no debería tener contacto humano. Una piedra que había sido movida antes del colapso.

George se encerró en su habitación. Examinó sus notas. Y se llenó de dudas.

Afuera, el cielo se abría. Y en el cuarto donde yacía, la cruz parecía más profunda. Como si la madera quisiera hablar.

La tempestad no se había ido. Solo había cambiado de carácter. Ya no eran truenos. Eran crujidos en la tierra. Ya no era aguacero. Era barro que se arrastraba como si buscara algo.