**ALAI** El resto del camino transcurrió en un silencio tenso, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Cuando llegamos a mi casa, aparcó en la acera, apagó el motor y se giró hacia mí. —Prométeme una cosa —dijo, con la voz apenas audible. —¿Qué cosa? —Que no te vas a ir. Que no vas a dejar este trabajo, me aparte de ti. Lo miré, sorprendida. ¿Era eso lo que le preocupaba? ¿Que mi confesión de amor por mi trabajo lo alejara de mí? —Nicky… —empecé de nuevo, intentando encontrar las palabras adecuadas. —Por favor —me interrumpió. —Solo prométemelo. Sus ojos me suplicaban, y en ese instante supe que no podía negarle nada. —Te lo prometo —dije, sintiendo el peso de esas palabras. —No me voy a ir. Una sombra de alivio cruzó su rostro. Me agarró la mano y la apretó con fuerza. —Gra

