**ALAI** Sus ojos brillaban con una intensidad que me cautivó. —Te deseo —susurró, con la voz ronca por la pasión. Y en ese instante, supe que no había vuelta atrás. Me entregué por completo, confiando en que él me guiaría a través de este laberinto de sensaciones, que me mostraría los secretos del amor y la pasión. Sus caricias eran un bálsamo suave y reconfortante, una medicina delicada que se extendía por mi piel, curando cada punto exacto que rozaban con ternura. No sentí ni una sombra de asco, ni una pizca de repulsión; en cambio, un deseo creciente, una necesidad palpitante, florecía dentro de mí mientras sus manos expertas me exploraban con una curiosidad respetuosa, desnudándome lentamente, capa por capa, y alabando cada curva, cada línea de mi cuerpo con palabras dulces y sus

