**NICKY** Me aproximé a la ventana, guiado por una antigua intuición. Allí estaba Alai, sentado frente a la fuente del jardín sola. Con los brazos cruzados, la mirada fija en el agua que caía en su ritmo sereno y constante, como si el mundo se deshiciera y la fuente no se enterara. Mi pecho se sintió apretado de repente. Esa imagen —una mujer fuerte, silenciosa, de pie frente a la fuente— me impactó con una ternura que no esperaba. Pero por un momento, no vi a Alai. Vi a mi madre. Se refugiaba en ese rincón del jardín cuando el ruido de la residencia era excesivo o cuando las cenas resultaban incómodas. Cuando papá alzaba la voz, cuando los negocios empezaban a tomar control de todo, se acomodaba al margen de esa misma fuente, atravesaba los dedos por el agua como si tratara de eliminar

