En el pasado había cometido muchos errores, unos de los que se arrepentía porque le habían quitado tiempo de valor con su familia. No era un hombre precisamente de hogar, pero no negaría que saber que se había perdido de todo el periodo de gestación de sus hijos lo hacían sentir un mal padre, por eso había jurado que de allí en más sus hijos no volverían a estar lejos de él nunca, su lugar al igual que el de su madre era a su lado y justo allí era donde se iban a quedar. Después que Daniel se fue, ambos Capos ingresaron a la habitación de la Regina y tenían visiones diferentes de lo que ocurriría, mientras que Alexei esperaba un momento fogoso como solo ella podría dárselo, soñaba con esos minutos de intimidad que se convertían en horas y en los que sus manos y sus labios podían recorrer

