Reunimos todo lo necesario para una escapada de tres noches fuera de la cabaña, excepto la comida fresca. Mi mochila pesaba unos veinte kilos. La de Sonia y Benson unos veinte, y la de Tommy unos quince. Nada mal. Benson no llevaba muy buen calzado y necesitaría un impermeable mejor, así que iríamos a Sawtooth mañana. Le di a Sonia quinientos dólares para que hiciera las compras necesarias. Yo tenía una tienda de campaña con mi equipo, Benson la otra, y todos teníamos un saco de dormir atado al fondo de la mochila. Esa noche, en la cama, le saqué el Lush a Sonia, cubierto con sus jugos y un poco de sangre. "Parece que te va a venir el periodo", dije. —Mierda —dijo Sonia—. ¿Qué tan quisquilloso estás? ¿Te acostarás conmigo cuando tenga la regla? "No estoy seguro de que nada me impida te

