Sonia jadeó al sentir la penetración, rodeándome de nuevo con sus piernas. Como acababa de correrme, esta vez conseguimos follar durante treinta minutos. Puede que rara vez tuviera orgasmos follando con clientes, pero conmigo no tuvo ningún problema. Seguro que los cuatro días de provocación y negación tuvieron mucho que ver, pero cada vez que la oía y sentía correrse, pensaba: «Tomen eso, cabrones, no se merecían esto».
Cuando terminé la segunda vez, empezamos a besarnos y seguimos besándonos hasta que estuve listo otra vez. Esta vez la follé a cuatro patas, mirando ese culo perfecto, aún más duro que una piedra, y la embestí. No recordaba ninguna ocasión anterior en la que mis orgasmos no me hubieran afectado en absoluto si estaba listo para volver a follar.
Alrededor de la una, Benson
