Probablemente el doble si condujeras esto. Quizás mil más si condujeras un Honda Civic de cinco años.
—¿Qué tal 40.000 dólares por un mes?—
Se quedó boquiabierta. —¿Me estás tomando el pelo?—
—No. No tengo 40.000 dólares ahora mismo, pero puedo darte mil ahora y el resto mañana por la mañana, después de que abran los bancos.
—Veamos el dinero.—
Saqué una billetera abultada y le di diez billetes de cien. —Entra. —le dije, abriendo la puerta.
—¿A dónde vamos?—
—Salir a comer, para empezar.—
—¿Eres un asesino en serie?—
El presidente de Honeywell no lo cree. Acaba de pagarme cien millones por un aparato que acabo de inventar. Pero, en serio, decídete. No puedo ser policía y asesino en serie a la vez.
—No es cierto. Podría serlo. Solo tendrías que ser astuto. ¿Acaso la serie Dexter no trata sobre un policía asesino en serie?
Eso es un programa de televisión. No sé si se aplica a la vida real. Si te preocupa, hazle una foto a mi matrícula y envíasela a alguien de confianza. Si no tienen noticias tuyas mañana, que me eche la culpa a la policía.
—Buena idea.—
Ella tomó una foto de mi matrícula y luego la envió antes de subirse al auto.
Mira, no sé si podría pasar un mes contigo. ¿Qué haríamos?
—No lo sé. Lo que yo quiera, ¿no crees?
—¿Podría darte quizás una semana?—
—¿Por qué no un mes?—
—Tengo un hijo. No creo que deba dejarlo con mi madre durante un mes. —
—¿Cuántos años?—
—Siete.—
—¿Niño o niña?—
—¿Por qué el tercer grado?—
—Quiero saber con quién estoy pasando el tiempo. ¿Cómo te llamas?—
—Estrella.—
—Mentira. Si eres una Estrella, te doy otros mil, pero tienes que mostrarme tu licencia de conducir.
—Está bien, Hannah.—
La miré de reojo. —No, Hannah tampoco. Estoy pensando en otra cosa, como quizás Sharon o Sonia. —
Ella me miró fijamente cuando dije Sonia.
—¿Te conozco?—
-No lo sé, ¿y tú?
Me miró fijamente un buen rato. —No lo creo. Creo que me acordaría de ti. —
—Entonces no debes conocerme. ¿Entonces, Sharon?—
—Como quieras. Llámame Sharon.—
—Todavía no me has dicho el nombre de tu hijo.—
—No lo haré. No es asunto tuyo.—
—Está bien, pero estaba pensando que, si te doy una semana y nos caemos bien, quizá tu hijo pueda venir con nosotros el resto del mes. Tendría que saber su nombre entonces.
—Si en una semana seguimos juntos te diré su nombre, pero no follaré delante de él. —
—¿Crees que soy un bárbaro? Claro que no. Un niño entonces. Me alegra saberlo. Si tengo que comprarle un regalo, le compraré un guante de béisbol en lugar de una muñeca.
Volvió a sonreír. ¡Dios mío, qué sonrisa! Era casi la misma sonrisa de Sonia, tal como la recordaba.
—¿Dónde ibas a comer?—
—Me gusta el restaurante Manny's Steakhouse. ¿Te gusta el bistec?—
—Me encanta el bistec, pero no estoy vestido para Manny's. —
—Pasemos por Nordstrom o Macy's y consigamos algo que puedas usar para ir a Manny's. —
—No puedo permitirme comprar ropa bonita en ninguno de esos lugares. —
—No eres tú quien paga, soy yo.—
—¿Esto no me lo descontarán de la tarifa?—
—Claro que no. Totalmente aparte. Te dan 10.000 dólares por semana, hagamos lo que hagamos. —
¿Qué es exactamente lo que esperas durante esta semana?
—Bueno, no puedo decirlo con exactitud. Supongo que depende de ti.
—¿Qué depende de mí?—
—Me gustaría follarte a pelo.—
—De ninguna manera, José.—
Aquí está la oferta. Mañana vamos los dos al médico, invito yo. Haremos un chequeo médico y conseguiremos la documentación médica. Nada de sexo hasta que tengamos los resultados. Cuando los tengamos, follaremos a pelo. Tomas anticonceptivos, ¿verdad?
-Claro, pero ¿por qué?
—Porque se siente mejor que usar condón. Me gusta la mezcla de fluidos corporales. Me gusta sentir mi polla deslizarse por tu coño mojado. Quiero lamerte el coño.—
—¿Quieres lamer el coño de la puta?—
—Quiero lamer el tuyo. Cuando lo lama, sabré que estás limpio.—
—¿Y no tendremos sexo hasta que tengamos los resultados?—
—Ese es el trato.—
—Estás pagando muchísimo dinero por no tener sexo. —
—Es mi dinero para gastar y puedo permitírmelo. —
—¿Qué hacemos entonces mientras esperamos?—
Lo que queramos. Salir a comer, ir al cine, ir al teatro, a una galería de arte o a un museo, jugar al parchís, al cribbage o ver Netflix. Ir de picnic, conocernos.
¿Buscas una experiencia con una novia? ¿Nunca te has acostado con una negra? Si buscas novia, puedes encontrar una más barata que yo.
—He tenido sexo con un par de mujeres negras antes que tú. No buscaba novia, pero lo tendré en cuenta.—
—Ya que compartimos, ¿cómo te llamas?— Ay, ay. No creía que supiera mi nombre, pero quizá sí.
—Mis compañeros del ejército me llaman 'Gallo'. —dije. —Puedes llamarme Gallo. —
—¿Gallo?—
—Una especie de indicativo, como Maverick en 'Top Gun'. Ni siquiera sé por qué empezaron a llamarme así. Te diré mi verdadero nombre cuando me digas el tuyo, Sharon. —
Me miró de nuevo. —¿Porque te estabas tirando a todas las gallinas del patio?—
Me reí. —Quizás. En una época era bastante indiscriminado. Las chicas nunca me prestaban atención cuando era más joven, así que me dejé llevar un poco cuando empezaron. O quizás pensaban que me parecía a un joven John Wayne, ya sabes, Rooster Cogburn.—
Me miró de nuevo. —No puedo creer que nadie te haya prestado atención. No, es el primero. —
Me reí. —Nunca lo había pensado. No llevas drogas, ¿verdad?—
—Un poco de hierba.—
Puedo vivir con un poco de hierba. Nada que pueda hacer que te arresten, ¿verdad? Necesito una autorización de seguridad.
—No.—
Entré en Nordstrom. —¿Por qué no eliges cinco conjuntos, un par para la noche, algunos para el día, lencería que puedas necesitar la semana que viene, ropa para dormir, lo que creas que puedas necesitar, incluyendo artículos de aseo?—
—¿Vas a ayudarme a elegir mi ropa?—
—¿Tienes buen gusto?—
—Me gusta pensar que sí.—
—Entonces parece que no necesitarás mi ayuda. Elige lo que quieras.—
La seguí a la sección de ropa femenina y la dejé elegir algunas prendas. Escogió un vestido n***o corto, además de algo morado que le quedaba ceñido, un vestido de verano, pantalones cortos, vaqueros, un par de camisetas, lencería (incluidos un par de sujetadores), un paquete de braguitas finas, una camiseta de dormir, tacones negros y sandalias color canela.
—Tengo una piscina, consíguete también un traje de baño. —le dije.
Fue a buscar un traje de baño y regresó con un bikini pequeño que daría mi meñique izquierdo por verla. Costó en total, unos 1500 dólares. Podría haber gastado más, pero se fijó en los precios, eligiendo la opción más económica la mayoría de las veces. Lo único en lo que se dio un capricho pareció ser la lencería. Salió de la tienda con el vestidito n***o y las medias de maternidad; no estaba segura de la lencería. Podría seguir usando lo que llevaba puesto antes. Guardamos sus compras en el maletero y fuimos a una farmacia, donde compró todo lo que creía que necesitaría para una semana, incluyendo tampones.
Sonia me vio mirando la caja. —Probablemente falten diez días, pero más vale prevenir que curar. ¿Seguro que no quieres una caja de condones?—
—Tengo algunos en casa por si me desespero.—
—Como quieras.—
Fuimos a Manny's y la ayudé a bajar del coche. Las compras habían retrasado nuestra cena, pero eran más de las ocho entre semana, así que, aunque no tenía reserva, nos sentaron enseguida. También le reservé la silla, lo cual pareció agradecer.
—¿Bebidas?— preguntó el camarero.
—Pide lo que quieras. —dije. —¿Quieres champán o algo para acompañar los filetes?—
—Un champán estaría bien. Tomaré agua con los filetes. —
—El Louis Roederer Cristal, por favor. —le dije a nuestro camarero. —y un bourbon Doc Swinson's 21 para mí con el filete. —
—Sí, señor. Una gran elección. Enseguida traeré el champán. —Se fue.
—Bueno, cuéntame un poco sobre ti, Sharon.—
—¿Qué quieres saber?—
—Lo que quieras decirme. ¿Naciste en Minnesota? ¿Tus padres siguen vivos?—
Nací en Minnesota y me adoptaron cuando tenía alrededor de un año. Mis padres adoptaron a otros dos niños. Crecí al oeste de las Ciudades Gemelas. Mi madre aún vive. Mi padre murió hace seis años de un ataque al corazón.
¿Estabas casado o tu hijo fue un accidente?
—Me casé.—
—¿Pero ahora no?—
—No.—
—¿Divorciado?—
—Falleció por intoxicación alcohólica aguda. Se emborrachó.—
—¿No lo era cuando te casaste?—
—No sabía que lo fuera. Solía salir de fiesta después de los partidos de fútbol, sobre todo tomando cerveza, así que solo lo veía bebiendo una vez a la semana.
—¿Mirando o jugando?—
—Jugando. Mariscal de campo de secundaria.— El deportista, no el nerd.
—¿Alguna universidad?—
—Un año.—
—Podría seguir haciéndote preguntas durante la próxima semana, o podrías simplemente ofrecerte a darme alguna información. —
Ella sonrió de nuevo. Ya casi lo lograba.
—Yo era animadora, salía con el mariscal de campo. Él se creía un crack. Yo también. Consiguió una beca para jugar en la Universidad de Michigan. Nos casamos justo después de la preparatoria, y yo también empecé a estudiar allí. Nunca se levantó de la banca, empezó a beber mucho, perdió la beca. Me quedé embarazada y dejé la escuela. Se hundió en un estado de embriaguez. Un par de sus compañeros de copas me violaron. Lo dejé, volví después de que naciera Tommy porque prometió cambiar, lo volví a dejar cuando no lo hizo, y murió, bebiendo hasta morir.
—Entonces, ¿el nombre de tu hijo es Tommy?—
—Me engañaste, bastardo.—aunque sonrió al decirlo.
—¿Cómo llegaste a la profesión que elegiste?—
—Criando a un hijo sola, tengo muy pocas habilidades profesionales. Resulta que no hay muchos trabajos de animadora. La economía era un desastre.
—Quien lo hubiera pensado.—
Ella sonrió de nuevo. Dios, podía sentir que me enamoraba de nuevo cada vez que sonreía.
—¿No tenías familia que te ayudara?—
—Me ayudaron un poco, hasta que murió mi papá. Su muerte no le dejó bien a mamá. No podía aprovecharme de ella. Ella puede ayudar con el cuidado de los niños, pero no mucho más. Yo también la mantengo a medias.
—¿Y qué pasa con los otros dos que adoptaron tus padres?—
—Uno quedó discapacitado. El otro fue asesinado por un policía.—
—¿Era un criminal?—