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1060 Words
Un Nuevo Rey Alden sintió que la ira se transformaba en confusión. Colton, el cazador, siempre había sido una espina en su costado. Pero ahora, había algo en su propuesta que lo hacía dudar. Las palabras eran dulces, pero en su interior sabía que era un veneno disfrazado. - No tienes otra opción. Si continúas postergando la decisión, los dragones nos superarán. Y cuando eso suceda, no habrá reino que gobernar. Serás recordado como el rey que dejó que su pueblo se desmoronara. El rey se reclinó en su trono, mirando a Colton con atención, analizando cada palabra. Los dragones eran una amenaza inminente y su reino necesitaba protección. Pero al mismo tiempo, sentía que se estaba adentrando en un abismo de traición y desesperación ya que los dragones no habían atacado hace siglos. Provocarlos sólo traería dolor y destrucción. - No voy a permitir que uses a este reino para tus propósitos egoístas - dijo el rey, su voz cortante como un cuchillo - No tengo interés en tus planes. - Entonces prepárate para enfrentar las consecuencias. - respondió Colton, dando un paso atrás, su mirada llena de desafío - Porque ya no hay vuelta atrás. No puedes detener lo que ya ha comenzado, majestad. Este es el nuevo orden que estoy trayendo y si no te unes a mí, serás descartado. El rey miró a Colton, una mezcla de asombro y odio llenando su corazón. Este hombre había cruzado una línea que jamás debería haberse traspasado y ahora se encontraba en un precipicio, luchando por mantener la paz y la estabilidad de su reino. - Largate. - ordenó el hombre - Vete de mi palacio y nunca vuelvas a poner un pie en este reino. No me harás parte de tu locura. Colton sonrió, una sonrisa que no contenía ni un ápice de alegría. - Te lo advertí... Con esas palabras y con un movimiento rápido y brutal, desenvainó su espada y, sin vacilar, la hundió en el pecho del rey, quien quedó paralizado, los ojos desorbitados por la sorpresa y el horror. El silencio que siguió fue sobrecogedor. Los nobles y cortesanos que se habían congregado para presenciar la reunión quedaron inmóviles, como estatuas de piedra, incapaces de procesar lo que acababa de suceder. La sangre brotó del rey, empapando sus vestiduras y el suelo de piedra fría. El rey, quien había reinado todo ese tiempo se desplomó sin vida ante ellos, su mirada todavía fija en la traición que había llegado a su trono. Colton, en cambio, parecía revitalizado por el acto de violencia. Con un gesto brusco, empujó el cuerpo del rey hacia un lado, como si desechara un obstáculo insignificante. El crujir de las joyas que llevaba al caer resonó en el salón y el sonido pareció romper la parálisis que había sumido a la corte en un estado de incredulidad. Con paso firme, Colton se acercó al trono y, con una calma inquietante, se sentó en él. La sala aún estaba impregnada del olor a sangre y de la tensión palpable de lo que acababa de suceder. Los nobles, atónitos, intercambiaron miradas de confusión y miedo. Algunos se llevaban las manos a la boca, otros se frotaban los ojos, como si esperaran que al despertar de un mal sueño, todo regresara a la normalidad. Colton cruzó las piernas, su porte ahora erguido, una sonrisa de satisfacción curvando sus labios. El trono que antes había pertenecido a un inútil ahora era suyo y con él, el poder que había buscado durante años. Miró a su alrededor, disfrutando del terror que se reflejaba en los rostros de los presentes. - Ha nacido un nuevo rey. - anunció, con la voz resonando en las paredes de piedra del salón - Y este reino, mis nobles, necesita un líder que esté dispuesto a actuar, no uno que se sienta atado por viejas tradiciones y pactos inútiles. El murmullo de la incredulidad creció entre los cortesanos. Algunos dieron un paso atrás, otros se quedaron inmóviles, incapaces de procesar la traición y la muerte del rey. Uno de los nobles, un hombre de barba canosa y porte distinguido, dio un paso adelante, su voz temblorosa. - Debes parar, general.- le dijo. Colton se inclinó hacia adelante, su mirada centelleante fija en el noble. -¿Y qué piensas hacer al respecto? - le preguntó - ¿Vas a intentar detenerme? La indignación del noble se tornó en desesperación, mientras los murmullos aumentaban en volumen, como un río que amenaza con desbordarse. - Eres un usurpador, el consejo… Ellos no te apoyarán. - protestó el noble con la voz ya llena de pánico. Colton se rio, su risa resonando con una mezcla de locura y determinación. - Usurpador o no, el trono es mío. - declaró, levantando la mano, como si pretendiera silenciar a la multitud - Aquellos que se opongan a mí se enfrentarán el mismo destino que el rey ¡Sax necesita fuerza! ¡Sax necesita un rey que actúe! Con un gesto, Colton hizo que algunos de sus seguidores, quienes habían permanecido en las sombras, avanzaran hacia la multitud. Eran cazadores y mercenarios, hombres y mujeres entrenados para el combate y ahora estaban listos para hacer lo que fuera necesario para proteger a su nuevo rey. El hombre se inclinó hacia adelante, sus ojos destilando ira. - ¡Quiero un consejo leal a mi lado! - gritó y algunos de sus seguidores comenzaron a acercarse, dispuestos a rendirle lealtad al nuevo rey - Aquellos que no estén de acuerdo, que abandonen la corte ahora. Las puertas del salón se abrieron de golpe y algunos nobles huyeron, mientras otros se quedaron, atrapados entre la lealtad al antiguo rey y el miedo a las consecuencias de desobedecer al general. El ambiente se había transformado, el antiguo orden se desmoronaba a su alrededor. Colton, en su nuevo trono, se sintió como un rey de verdad. Había derribado a su enemigo y con su muerte, había forjado un nuevo destino para Sax. La sangre del rey caído manchaba su victoria y su ambición ardía más fuerte que nunca. Mientras el eco de sus palabras resonaba en el salón, la nueva era del cazador había comenzado. Y con ella, la sombra de la guerra con los dragones se cernía sobre el reino, como un presagio oscuro de lo que estaba por venir.
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