Abro mis ojos como platos al ver el conductor que estaba pitando como loco con una sonrisa dibujada en sus labios, por dios como me encanta esa sonrisa me perdería en ella e igual que en sus ojos solo puedo suspirar ¡Ahh!
—Anda Helena sube, —Me está pidiendo que me suba, pero por dios a dónde, me acerco hasta el auto y me agachó un poco para quedar de frente.
—Buenos días doctor Maximiliano —Contesto apenada
—Dime Maximiliano, ya no eres mi paciente, adicional ya te lo he dicho varias veces —responde alzando una ceja, creo que ese gesto se convirtió en mi gesto favorito.
—Anda sube o ¿acaso quieres que baje y te suba en brazos? —abro mis ojos como platos al escuchar lo que acaba de decir por mí me dejaría llevar o alzar hasta el fin del mundo, abro la puerta del auto y me subo—. Helena a dónde pensabas ir y sin despedirte de mí, eh —, su mirada está fija en mí y yo solo me pierdo en el brillo de ella, que ni siquiera presto atención a lo me dice—. Planeta tierra llamando a Helena. —Me pongo roja de la pena, creo que se dio cuenta de que lo miraba de más, agachó mi mirada, pero con su mano levantó mi mentón haciendo que lo mirara a los ojos una vez más—. Dime Helena por qué no te despediste de mí, te estuve esperando y al ver que no llegaste fui a buscarte pero Soledad me dijo que ya te habías marchado.
—Lo siento doc… Perdón Maximiliano —Veo como sus pupilas se dilatan.
—No te perdono al menos de que vayas conmigo hasta mi casa y te quedes, aunque sea mientras recuperas la memoria o buscas un trabajo estable, porque por ahí me dijo un pajarito que estabas solicitando para ayudar en la limpieza, —que pajarito tan chismoso—. Respondo en voz baja.
—Dime, es que no te alcance a escuchar —dice poniendo en marcha el auto.
—Maximiliano yo no sé cómo podría agradecer este gesto tan amable, no obstante, no quiero ser una carga para usted y su esposa. —Aclaró esposa, no se que me pasa pero muero por saber si es casado o está divorciado, detiene el auto y me mira fijamente sin parpadear ni siquiera un poco.
—Helena, yo no soy casado, todavía no ha llegado la persona indicada para mí. No debes preocuparte por eso. —Sentí algo bonito en mi pecho cuando escuché que no era casado, sin embargo, siento que estoy mal por ilusionarme con una persona para la que soy una completa desconocida y sobre todo solo soy un paciente. Él hace este gesto de querer llevarme a su casa es por simple caridad, no por nada más «Helena ya deja de ilusionarte, despierta no tienes memoria no sabes de dónde vienes, que hombre en sus cinco sentidos va querer estar contigo», me regaño mentalmente—. Y dime… Vamos —asiento y él vuelve a poner el auto en marcha, pongo mi mirada sobre las calles no quiero que Maximiliano me vea otra vez a la cara pues su sola mirada fija en mi me desarma totalmente
Conduce por la ciudad dejando que yo pudiera apreciar todo, siento que para mí todo esto es nuevo, es como volver a nacer, volver a conocer todo pues en mi mente está completamente vacía tampoco tengo recuerdos de haber cruzado estás calles solo tengo en mi memoria todo lo que he vivido desde que desperté del coma, recuerdo las tardes en que Maximiliano pasaba a mi habitación y duraba toda la tarde a mi lado leyendo, ese es un recuerdo hermoso que siempre lo voy a atesorar en mi corazón, también recuerdo a soledad quien se la pasaba hablando de su enamorado todo el día a mi me causaba mucha gracia verla pelear y al rato mandarle mensajes de amor a su novio pero a una de las personas que más voy a recordar definitivamente es al señor Juan, siempre lo voy a ver cómo alguien muy especial para mí el ha sido una de las personas que nunca voy a olvidar pues al lado de él aprendí muchas cosas entre ellas hacer carreras en sillas de ruedas te voy a extrañar mi viejito lindo.
—En que tanto piensas, Helena me imagino que en mi cierto, —las palabras de Maximiliano me sacaron de mis pensamientos haciéndome girar para ver las carcajadas que se está dando pues en estos cuatro meses que llevo de conocerlo nunca lo había visto sonreír de esta forma se ve tan radiante que logra sacarme también una sonrisa—. Te ves hermosa sonriendo, —su mirada se apodera de mí es como si con la mirada intenta decirme algo pero no logro descifrarlo… Que misterioso eres Maximiliano Aguirre.
—Gracias Maximiliano, por todo en especial por esto último —dije tímida, él acerca su mano y retira un mechón de cabello que tengo enfrente que mi cara, hace me ponga totalmente nerviosa ante su improvisar cercanía.
—Y dime, ¿Qué te gustaría para le cena, qué platillo te gustaría probar? —retira su mano de mi cara y vuelve a poner la vista enfrente del volante.
—La verdad no sé, en estos meses solo he conocido la comida de hospital y créeme que toda sabe a lo mismo, es un poco insípida —dije sin pensar.
—Lo que acabas de decir es verdad, tienes toda la razón es por eso que ya se a donde llevarte, después de que te instales en mi casa por te vas a quedar conmigo y no acepto un no como respuesta, señorita Helena.
Él siguió conduciendo hasta llevarme a un lindo lugar.
Las calles se llenaban de color por el arcoiris que apareció en el cielo, el sol estaba persistente, todo era mágico.