Llegamos a una enorme casa, la cual tiene varias zonas verdes y un lago con una hermosa vista; todo el paisaje es hermoso nunca imaginé que a Maximiliano le gustará la tranquilidad porque es lo que refleja su casa paz, tranquilidad y armonía, creo que me va a encantar vivir unos días aquí al lado de él.
—Bueno señorita Helena, te presento tu nuevo hogar —dice mientras abre las puertas de la casa, adentro todo es bello, las paredes son blancas con tonos azul cielo por fragmentos, tiene muchos ventanales dónde se puede apreciar la gran vista, el lugar es cálido, enormes sofás color marrón, cuadros en la pared, lámparas colgantes dándole un toque elegante, este lugar transmite paz y mi cuerpo y mente lo acepta dichosa—. Helena ven sígueme, te voy a mostrar tu habitación y al amor de mi vida, —eso último sin duda hace que todo cambie.
Pero como, si me dijo que no era casado y ahora me va a presentar el amor de su vida. Caminamos hasta llegar a una puerta que da al patio trasero, no duro mucho de pie ya que caí al suelo por el fuerte empujón que me dieron. Sacudí mi cabeza debido a que quede aturdida.
—Zeus, Zeus, déjala. —Tengo un enorme peludo encima de mí, lamiendo toda mi cara y Maximiliano tratando de quitarlo de encima—. ¡Zeus ya déjala! —Por más que Maximiliano intenta quitar al peludo de cuatro patas no pudo, tuvo que ir a traer su collar para poder quitarlo de encima con su juguete preferido, un sonajero.
—Lo siento mucho Helena, él no suele comportarse así. —Me da su mano para ayudarme a levantar de dónde Zeus me dejó tirada e indefensa ante sus besos.
—Y… dime ¿él es el amor de tu vida? —pregunto algo agitada, él asiente con algo de pena.
—Lo lamento mucho, aunque creo que le agradas eso es muy bueno. —Sonrió en mi interior por eso.
—Si eso veo al menos nunca voy a olvidar quien me dio mi primer beso al despertar del coma, —veo como Maximiliano se pone rojo, es más si concursa en estos momentos con un tomate a ver quién es más rojo Maximiliano se lleva el primer puesto.
—Ven vamos y te llevo a tu habitación para que descanses un poco, mientras llega la hora de la cena ya tengo elegido el restaurante al que te voy a llevar a cenar. —Camino de la mano de Maximiliano y la verdad me agrada mucho, se siente cálido y uno que otro choque electrónico la verdad me agrada demasiado, termina de mostrarme el resto de la casa, aunque solo sea de una planta es muy grande creo que me perdería sola en ella, Maximiliano abre una puerta y me hace señas para que siga—. ¿Te gusta? —me giró para verlo, la verdad estoy emocionada porque todo el lugar es muy hermoso.
—Sí, me encanta —Me tiró a la cama sin pensar en que Maximiliano todavía estaba parado observando me con una sonrisa de oreja a oreja.
—Espero que la disfrutes está va ser tu habitación, en el baño vas a encontrar todo lo de aseo y si necesitas algo no dudes en pedírmelo voy a estar al frente de tu habitación, ahí. —me señala la habitación que está al frente dónde voy a estar yo.
—Gracias Maximiliano, de verdad muchas gracias la verdad no sé cómo voy a pagarte todo lo que estás haciendo por mi. —Me levanto y camino hasta donde se encuentra él y me inclinó un poco y le doy un suave beso en sus mejillas haciendo que se tornaron un poco rojas.
—No, no tienes nada que agradecer lo hago porque además de tu médico soy tu amigo. —Carraspea un poco y se retira de mi lado, lo noto un poco nervioso por mi intensa cercanía, bueno será mejor dejarlo de incomodar.
—Bueno a ducharte y en una hora vengo por ti, —se retira y ajusta la puerta.
Miró la puerta y suspiro, me lanzó a la cama como niña de ocho años «Maximiliano, Maximiliano, ¿por qué no te sales de mi cabeza?», me levanté de la cama y voy hasta la enorme ventana que hay dentro de la habitación veo que desde aquí se puede ver el lago, que vista tan maravillosa, vista que nunca me cansaría de ver, este paisaje es tan hermoso. Corro la ventana y dejo que entre el sol y la brisa, camino por el resto de la habitación y de verdad toda es muy bonita predomina el color blanco, los muebles son beige y ni qué decir de la cama, es enorme creo que por lo menos aquí bien podría dormir un batallón cómodamente, voy hacia el baño y mi felicidad no podría ser mayor pues hay una enorme tina dónde perfectamente se podría hacer el amor, «pero que cosas dices Helena ah», pero como me gustaría estrenarla con Maximiliano aunque sea solo en sueños, me despojo de mi ropa quedando solo en ropa interior, me quiero dar un baño pero creo que tendré que poner nuevamente la misma ropa al menos de que la lave y se alcance a secar para la cena con más, camino hasta una cómoda que hay a un lado de la cama para buscar una bata mientras mi ropa se lava, pero no encuentro nada solo hasta que la puerta se abre de imprevisto haciéndome quedar completamente congelada ante la presencia de Maximiliano.
—Helena aquí te traj… —No termina de decir la palabra pues quedó con la boca abierta y dejó caer lo que traía en sus manos que por lo veo son las batas que hace unos pequeños segundos estaba buscando—. Lo siento mucho Helena debí tocar. —Carraspea e intenta salir de la habitación, pero se estrella contra la puerta que se había cerrado por la brisa que entra por la ventana, corro hacia él ya que quedó totalmente inmóvil por el fuerte golpe que se dio contra la puerta.
—¿Te sientes bien, háblame Maximiliano? —lo muevo, pero tiene los ojos cerrados y se niega a abrirlos.
— Helena por favor perdóname —Me causa gracia verlo actuar de esta forma así que me agachó y recojo la bata que dejó caer hace unos segundos y me la pongo.
—Ya puedes abrir los ojos, pero deberías estar acostumbrado a ver mujeres en ropa interior, bueno lo digo por tu profesión. —Veo cómo cambia de colores creo que está más que nervioso.
—Sí lo que dices es cierto, pero eres mi invitada y yo no puedo entrar así sin tocar a tu habitación. —Deja escapar un suspiro haciendo de mi, querer darle un abrazo grande pero me contengo no quiero que piense algo que no es.
—Helena me retiro para que puedas ducharte. —Asiento y veo como salí prácticamente huyendo de mi.