Un ligero temblor recorre mi cuerpo al querer abrir aquella carta. Necesito hacerlo. Si contiene mi nombre escrito es porque me pertenece. Esperar a mi padre y hablarle de la existencia de la carta para leerla juntos es un pensamiento que se cruza por mi mente, pero decido no hacerlo, así que cojo el valor suficiente y la abro.
Blody :
No sé por dónde empezar, hija. Cuando leas esta carta deberás guardar el secreto a tu padre de su existencia, no quiero que se vuelva a preocupar por lo mismo. Confío que sabrás llevar a cabo las cosas tú sola.
Sé que la encontrarás porque te llevará hasta ella la pasión por la lectura que creo tendrás. Muchas preguntas estarán rondando por tu mente en este momento preciso, y una nube de dudas existenciales sobre ti te invadirá, las mismas que tendrás que resolver por tu propia cuenta ya que no estaré a tu lado para protegerte.
Quiero que sepas que eres mi mayor orgullo. Nunca olvidaré el día que naciste y te tuve en mis brazos por primera vez: tu cuerpo era frágil, pero en tus ojos se podía ver la fuerza de una guerrera.
Tu padre es un buen hombre, él te cuidará y te protegerá de todas las adversidades. Debes encontrarlo cada vez que se pierda por el dolor de mi partida, es la única persona en la que puedes confiar cuando yo no esté.
Me imagino que habrás pasado muchas penas por mi partida repentina, pero ten en cuenta que algún día nos volveremos a encontrar. Cuando cumplas veinte años entrarás en la Universidad Clart From , siempre he sabido que ese sería tu camino; es una buena escuela, pero exige mucho, estoy segura de que serás una de las mejores alumnas.
Blody , algo muy oscuro pasará en cualquier momento, lo presiento, Él me arrebatará de la vida de tu padre y de la tuya, es algo inevitable. He soportado mucho en estos años y ya ha llegado el momento de aceptarlo por el amor que os tengo, así que estoy dispuesta a sacrificarme.
No lo negaré , tengo un miedo terrible. Cada noche el frío que hace en casa y la sensación de que me vigila en todo momento hace que se me congelen hasta los huesos, pero pienso en ti y estoy dispuesta a protegerte. Incluso en este preciso momento, sin verle, sé que está detrás del patio trasero, aguardando a que salga o me asome por la ventana de la cocina.
La otra noche, mientras terminaba de prepare la cena se fue la luz. Tú no te diste cuenta porque estabas agotada tras haber ido al parque por la tarde, ¿lo recuerdas? Te divertiste mucho.
Saqué unas velas para que tuvieras luz en tu habitación cuando despertarás. Sé que no te gusta la oscuridad, pero al entrar pude ver una sombra a tu lado. Era él, estaba segura, pero al acercar la luz no había nadie. Sé que intenta jugar con mi mente.
Por desgracia, siempre te han vigilado: incluso antes de que nacieras. Seguirás vigilada, por ello debes tener cuidado de ahora en adelante. Espero que mi advertencia te sirva de algo para que puedas resolver el misterio. Deberás entrar en el juego. No lo rechaces, sería peor. En mi habitación, encontrarás entre mis cosas un espejo, el mismo que sostengo en este momento mientras escribo esta carta. Debes llevarlo siempre contigo. Cuando inicie el juego, sigue las reglas. No tengas miedo cuando estés frente a él, y si lo tienes no lo demuestres; después de todo, tú ya estás inscrita en el juego desde antes.
No le cuentes nada a tu padre, eso lo haría enfadar y créeme cuando te digo que no es bueno cuando lo está. Debes protegerlo de alguna manera. La existencia del juego solo la deben conocer los jugadores; si alguien más se llega a enterar, él se encargará de hacerte daño asesinando a las personas que más amas o que son más cercanas a ti. Nunca estés sola, y lo más importante, Blody: cuida tus pasos cuando las manecillas del reloj marquen las cuatro de la madrugada.
Tengo que irme. Guarda este secreto y no olvides el espejo cuando estés dentro del juego, hija. No pierdas la fuerza.
Te amaré por siempre.
Tu madre.
Un escalofrío recorre mi cuerpo al terminar de leer aquella carta. El miedo se presenta en cada célula de mi cuerpo. ¿De qué juego habla?
Ella sabía que sería asesinada y que la vigilaban. Me recuesto en mi cama tratando de procesar lo que he leído. Vuelvo a leer la carta una vez más. Me levanto y me dirijo al sótano donde años atrás mi padre guardó las cosas de mi madre; tenerlas en la misma habitación era muy doloroso para él.
Cuando llego empiezo a buscar entre las cajas donde estaban guardadas sus joyas. Me entretengo acariciándolas cuando de pronto siento que alguien me sopla en la nuca. Me giro rápidamente, pero no hay nadie. Trago saliva y sigo con lo mío. Justo cuando por fin he encontrado un pequeño espejo doble de plata, el sonido de un foco rompiéndose, me pone en alerta. Ahora está todo oscuro.
Cojo el espejo con fuerza mientras mis ojos se acostumbran a la oscuridad. Con cuidado llego hasta las escaleras y empiezo a subirlas, pero antes de llegar a los últimos escalones siento la presencia de alguien o de algo; la sangre se me congela cuando escucho la respiración de alguien detrás de mí. Quiero salir corriendo, pero mi cuerpo no responde a mis suplicas mentales; Con fuerza cojo el espejo de mi madre y miro detrás de mí. Mi corazón acelera su ritmo cuando al fondo veo una sombra que se acerca a mí a gran velocidad. Grito y salgo corriendo a toda velocidad cerrando la puerta y choco con alguien.
—Blody, hija —Se trata de mi padre. Al verme tan nerviosa su preocupación se hace muy notoria—. ¿Qué sucede?
—Papá, hay alguien en el sótano —le digo con voz temblorosa.
Mi padre cambia su expresión de preocupación a una más seria. Saca su pistola y abre la puerta, pero cuando me asomo la luz está encendida y el foco está intacto, sin rastros de vidrios por el suelo. Todo está en orden. Mi padre examina cada rincón hasta cerciorarse de que no hay nada extraño. Me siento aliviada de que todo haya sido producto de mi imaginación, aunque lo sentí como si fuera real.
—No hay nadie, cariño —Mi padre me da un beso en la frente.
—Debió de ser mi imaginación; con lo del asesino suelto supongo que me he puesto nerviosa —Suelto una risita recordando lo que dijo mi madre en la carta acerca de no preocupar a mi padre.
—¿Qué haces aquí abajo? —me pregunta enarcando una ceja.
—Quería llevarme algo de mi madre para sentirla cerca de mi cuando esté en la universidad, pero no he encontrado nada interesante, creo que me conformaré con el dije que me dejó —Encojo los hombros mientras escondo con cuidado el espejo en uno de mis bolsillos del pantalón.
—Entiendo, hija. Sé que será duro no estar en casa, pero ella siempre estará a tu lado, y me tienes a mí.
—Así es.
—Subamos, la temperatura empieza a descender aquí abajo al anochecer.
Asiento con la cabeza y antes de cerrar la puerta y apagar las luces echo un último vistazo: todo está en orden. Mi padre y yo nos dirigimos a la estancia principal.
—Has llegado más temprano, eso no lo sueles hacer —Sonrío ligeramente.
—Sí, las cosas se están poniendo algo tensas con el caso del asesino A Corazón Abierto, y respecto al caso de tu madre prefiero traerme el trabajo a casa —Mientras se sienta en el sillón lo observo: parece cansado.
—Ya veo —Suelto un suspiro al ver las ojeras que se asoman por debajo de sus ojos y que revelan las noches que pasa en vela—. ¿Tienes hambre?
—No, he comido en la oficina —Mi padre me mira fijamente—. ¿Sabes? Esta casa estará muy vacía sin ti, pero me siento muy feliz de que estudies en Clart From.
—Entiendo. Pero los domingos los tenemos libres, y también pasaré las vacaciones en casa.
—Lo sé, cariño —Se pone de pie y se dirige a su estudio—. Voy a descansar un poco antes de seguir con el trabajo.
—Yo terminaré de revisar algunas cosas —le informo mientras observo como mi padre se detiene en seco y sin girarse se aclara la garganta para preguntarme:
—¿Algún plan para mañana, hija?
—Pues ya que lo preguntas: ¡sí! En el recorrido he hecho amistad con una chica y me ha invitado al teatro Vendell. Tengo pensado ver su actuación; me parece que empieza a las ocho de la noche.
—Me alegra escuchar eso, cariño. Yo estaré con Tom, así que ambos estaremos ocupados —No añade nada más y entra en su estudio.
Sonrío y subo a mi habitación. La temperatura empieza a bajar y tengo muchas dudas en la cabeza. Cuando cierro los ojos algo me inquieta y no deja de provocarme escalofríos: el juego, el espejo y la sombra que me ha parecido ver. Pero lo que más me sorprende, y tengo toda la intención de descubrir, es lo último que decía la carta de mi madre: «Cuida tus pasos cuando las manecillas del reloj marquen las cuatro de la madrugada».
A la mañana siguiente, cuando suena la alarma del despertador, me levanto con la sensación de no haber tenido pesadillas. Hoy es el día en que Aura actuará, así que en cuanto me arreglo bajo a desayunar junto a mi padre, pero al entrar a la cocina me encuentro con una nota que me informa de que ha salido temprano y llegará tarde.
Me parecía bien. Mientras desayuno cojo el sobre que nos dieron en el recorrido. En él, informan del reglamento, de los horarios, de las asignaturas y de la lista de los profesores junto a las materias que imparten. Cuando termino de leerlo me quedo satisfecha, observo la hora en mi reloj: todavía falta mucho para la gran noche así que el aburrimiento me amenaza a cada segundo. Decido matar el tiempo viendo series en Netflix.
El tiempo me pasa volando, por lo que después de una buena ducha de agua caliente, me arreglo. Hace frío por lo que decido ponerme unos jeans azul cielo, unas botas color café, una blusa del mismo color y un abrigo que hace juego con todo lo demás. Antes de marcharme le dejo una nota a mi padre y salgo de casa.
El sol ya se ha ocultado por completo; una pequeña ráfaga de viento golpea mi rostro. Cojo con fuerza mi bolso: en él he metido el gas pimienta que me dio mi padre y el espejo de mi madre. Subo al coche y enciendo el motor.
Me planteo encender la radio, pero decido no hacerlo. Conforme me alejo de mi casa siento un alivio enorme, y sin apenas darme cuenta llego al teatro Vendell. Estaciono mi coche y saco mi móvil para llamar a Aura. Me anotó su número de móvil en el pedazo de papel que me dio en el recorrido. Tras dos timbres contesta.
—¿Hola?
—Soy Blody Filderman, estoy aquí afuera y...
—¡Me alegra que estés aquí, Blody! —me grita con emoción sin dejar que acabe de hablar—. Enseguida bajo a buscarte. Te he reservado un lugar especial.
Cuelgo el teléfono y sonrío. ¡Es extraña esta chica! Guardo mi móvil cuando, de pronto, escucho como alguien grita mi nombre. Cuando alzo la vista me doy cuenta de que se trata de Aura ataviada con un vestido del siglo XVIII. Atravieso la avenida que nos separaba y en cuanto me acerco a ella me abraza.
—Me alegra tanto que estés aquí, Blody.
—No me lo perdería por nada del mundo —respondo apartándome de ella.
—Vayamos dentro y me ayudas a prepararme antes de que empiece la función —Me coge del brazo llevándome por la puerta de atrás del edificio.
Camino tras ella a lo largo de unos pasillos. Se detiene frente a una puerta que tiene un letrero con su nombre.
—Mi maquilladora es algo especial con la gente. A veces muestra mal genio cuando acaba de conocer a alguien, pero no le des mucha importancia —me explica mientras sonríe.
—Entiendo.
Aura gira la manija de la puerta de su camerino y al hacerlo emite un grito horrible. Se pone pálida y cae al suelo de rodillas. Me asomo para ver qué es lo que le ha causado tanta impresión y al comprobar lo que está pasando los nervios me vencen. Mis manos están frías. Se trata del asesino A Corazón Abierto.
Se acerca cada vez más. En esta ocasión él es el protagonista de su propia obra de teatro. Él ya está aquí.
Carta nº 1