—Tengo un novio con el que fui al instituto y seguimos en contacto, pero no lo veo muy a menudo. El también era un friki. Hablamos por teléfono de vez en cuando, quizá una vez al mes. Soy amigable con la gente del trabajo. Creo que les caigo bien. Supongo que soy demasiado introvertido, ¿no?
Sheri puso los ojos en blanco y supe que mis respuestas no eran lo que ella esperaba oír.
Le expliqué más: —Sheri, mis padres llevaban una vida rural muy sencilla. Me decían que era normal y que debía ir a la iglesia, leer y estudiar, ir a la escuela regional y luego a la universidad cercana, y esa era mi vida. Vivía en casa. Me desaconsejaban salir con chicos, pero no me lo prohibían. Fui a dos bailes de graduación en el instituto, pero no fueron para tanto, salvo que tenía que aprender a bailar. En aquel entonces, recién teníamos internet, y podía ver vídeos de baile y aprender por mi cuenta. Hice más o menos lo mismo en la universidad.
—Era una persona muy sencilla, y luego me gradué y me mudé aquí. Vine a la ciudad por varias razones: turismo, museos, el acuario, etc. Hay muchísimo que hacer aquí.
También descubrí que me he estado perdiendo muchas cosas. Intenté asimilarlo todo y empecé a observar a otras personas. Me di cuenta de que no era la persona que quería ser. Busqué posibles modelos a seguir y descubrí que tú eras casi mi ideal.
Sheri había prestado mucha atención. Dijo despacio, casi con cautela: —Brianna, creo que quieres una persona más integral como modelo a seguir. No creo ser la típica chica y si intentas imitarme, te meterás en problemas. No soy una chica de iglesia, y puede que ni siquiera sea bienvenida en una. No era buena estudiante porque me centraba demasiado en las cosas sociales.
—¿Por qué?
Sheri suspiró: —Mi principal motivación en la vida ha resultado ser el sexo. Trabajo ocho horas, pero las otras dieciséis las dedico al sexo, y acomodo el sueño y la comida en torno a ello. Brianna, soy una zorra. Lo acepto y sigo gustándome.
Dije: —No entiendo. ¿Y qué?
Sheri volvió a poner los ojos en blanco. Supongo que la estaba frustrando. Dijo: —Me follo a hombres. Me encanta follar. Me encanta coquetear, seducir, hacerles sexo oral, tragarme su semen, que me coman el coño y tenerlos en mi cama para follar durante horas. Me gusta dormir con ellos y luego volver a hacer el amor con ellos en mitad de la noche. Para mí, cada orgasmo es una experiencia religiosa, y nunca me canso de ellos. Disfruto hablando y haciendo todo lo s****l. Cuando no hay un hombre cerca, se sabe que hago todo eso con otra chica. ¿Entiendes todo eso?
Asentí. —Creo que sí. Soy inexperta y no sé cómo empezar a adquirir experiencia en nada de eso. Supongo que quiero algo de eso, todo. Necesito una vida social, pero no sé cómo empezar a conseguirla. No estoy segura de querer un hombre estable en mi vida todavía; quizás más adelante.
Sheri intentó convencerme de que no la considerara un modelo a seguir. —Necesitas a alguien más en quien fijarte. Necesitas a alguien más intelectual y culto. Necesitas a alguien atlético, que esté sano. Busca a alguien que se preocupe por la nutrición y la dieta, que juegue al tenis o algo así, que tenga citas con normalidad y se centre en su desarrollo personal.
—Creo que eso es lo que estoy haciendo—, le dije. —Ya he pasado por lo no social. Ahora necesito todo lo que me perdí. Te oí hablar con alguien sobre ir a navegar el fin de semana pasado. Sonaba divertidísimo. Solo he estado pescando en un pequeño bote con mis tíos.
Sheri volvió a poner los ojos en blanco. —Brianna, una vez que nos alejamos del puerto deportivo en ese barco, estaba desnuda y haciendo mamadas. Me follé a los hombres en ese barco todo el fin de semana; a varios, a veces dos a la vez. Lo mismo hicieron las otras chicas, incluida Maryann. Cuando no conseguíamos que los hombres entraran en acción, nos follábamos entre nosotras. Para mí, fue espectacular.
Asentí vigorosamente. —Quiero probar eso. Suena divertido, pero está a años luz de donde estoy ahora mismo.
Sheri dijo: —Me preocupa que este tipo de vida te parezca vacía e insulsa. Yo también lo pienso a veces. Te ganarás la reputación de chica fácil de seducir; serás una zorra, como yo. Tu vida tendrá mucho más drama. No podrás contárselo a tus padres ni a muchos amigos porque será demasiado subida de tono, subido de tono, y absolutamente lasciva y pornográfica.
Tendrás muchos hombres en tu vida. No querrán compromiso contigo; querrán tener su polla dentro de tu coño, a veces dos a la vez. Algunos pueden ser un poco bruscos contigo. Alguien te preguntará cómo pasaste el fin de semana, y tendrás que mentir y decirles que estabas leyendo, cuando, de hecho, estuviste conmigo follando con cuatro hombres todo el tiempo.
—Simplemente creo que no has elegido un buen modelo a seguir al elegirme.
Negué lentamente con la cabeza. —No, cuanto más hablas, más creo que elegí a la persona indicada. Tengo un gran vacío en mi desarrollo, y acabas de describir lo que lo llenará. Al hacerlo, seré más completo y mucho más feliz. Por favor, intentémoslo unas semanas. Sé que seré una carga, y por eso estoy dispuesto a pagarte por aceptarme.
Sheri protestó: —No voy a aceptar tu dinero. Quiero ser tu amiga. Te acabo de dar un montón de consejos amistosos que supongo que no vas a seguir.
Le sonreí y di un sorbo a mi Cosmopolitan. Me gustaba esta bebida. Tras un momento de silencio, dije: —¿Y por dónde empiezo?.
Sheri dijo: —Ya lo hiciste, pero planea pasar el sábado conmigo. Trae tu tarjeta de crédito. Vamos a renovar tu look, tu vestuario, y a hacer un juego de roles, quizás incluso adquieramos algo de experiencia práctica. Mientras tanto, piensa en todo lo que te he dicho.
Pensé en el consejo de Sheri. Al día siguiente me hice un examen de la vista y me puse lentes de contacto. Por suerte, mis ojos eran fáciles de arreglar. Compré gafas de sol grandes como las que usaban muchas otras chicas. También revisé mi armario para pensar en mi imagen, pero no sabía qué hacer. Revisé los pocos cosméticos que tenía, con un resultado similar. ¿Qué debía hacer?
Me sorprendió que Sheri llamara a mi puerta a las ocho de la mañana del sábado. Su amiga Maryann estaba con ella. Entraron a mi apartamento riéndose.
Ambas llevaban shorts Daisy Duke destrozados que dejaban entrever que no llevaban ropa interior y que la parte inferior de sus nalgas estaba a la vista. También llevaban tops cortos que dejaban ver lo que Sheri llamaba "bajo el pecho". Con un viento fuerte, se les veía casi todo el pecho. También llevaban chanclas que tiraron a un lado justo al entrar.
Me conecté aún más con ellos mientras tomábamos un café que preparé. También charlaron sobre la cita que Maryann había tenido tres noches antes con un chico llamado Jake.
En la conversación que escuché atentamente, descubrí que Jake era "un caballo enorme", tenía veinte centímetros de magnífico pene, podía follar como un semental y tenía la resistencia de un guepardo. Jake y Maryann habían follado durante casi toda su cita.
Al parecer, fueron a cenar y luego a su elegante apartamento de soltero, donde empezaron a follar. A Jake le gustaba comer coños y se le daba bien, llevó a Maryann a una docena de orgasmos a gritos y luego la embistió con su polla para darle más, además de litros de semen masculino, durante toda la noche.
No estaba segura de entender toda la terminología, pero sin duda parecía que se había divertido y había pasado una noche feliz, sobre todo por el entusiasmo de Maryann al compartir los detalles con Sheri. Estaba segura de que algunas de sus palabras eran exageraciones, pero no sabía lo suficiente como para adivinar qué partes.
Nunca había oído a nadie describir los detalles de tener relaciones sexuales. Me eduqué y aprendí un vocabulario completamente nuevo sobre pollas, coños, semen, tetas, mamadas, lamidas, mamadas, comidas de coño y más.
Después de su charla sobre la cita de Maryann, me enteré de que ambas eran más inteligentes y un poco más intelectuales de lo que creía. Maryann me interrogó sobre mis antecedentes y, de nuevo, intentó convencerme de que eligiera a alguien más completa en su vida que Sheri, o ella, para el caso. Me mantuve firme en mis elecciones.
Mientras hablaban, ambos revisaban cada prenda que tenía. Empezaron por la cómoda donde guardaba mi ropa interior, calcetines, pijamas y algunas otras prendas que se amontonaban.
Los dos sacaron toda la ropa de mi armario. Tuve que quedarme allí de pie mientras me sostenían cada prenda frente a mí y evaluaban su impacto visual. La mayoría solo permanecían entre cinco y diez segundos frente a mí. Me di cuenta de que las rechazaban por ser demasiado desaliñadas. Solo unas pocas cosas sobrevivieron a su escrutinio.
Después de revisar todo, Sheri anunció: —Brianna, tu vestuario es un desastre. Te vistes como una abuela de pies a cabeza. Venga, vamos de compras. Para empezar, vamos a cambiar la forma en que Brianna Ashley se envuelve. Por cierto, te ves genial sin gafas.
Seis horas después, las tres volvimos a mi apartamento. Para empezar, Sheri y Maryann habían dicho que me llamarían «Brie» de ahí en adelante, porque el nombre era más moderno y sonaba más sexy. Me gustó el cambio y me adapté al instante.