El día comenzó con comer algo ligero. Me llevaron al bosque y luego de elevar nuestras intenciones al cielo y el sol para iniciar el día, me mostraron diferentes plantas, árboles y raíces. Algunos eran de uso medicinal, otros tenían propiedades especiales para usarse en ciertos ritos y otros podían usarse en brebajes, ciertos frutos silvestres podían consumirse mientras que otros producirían al ingerirlos una muerte segura. Me adiestraron para ser hábil al trepar sobre la corteza de los árboles, pero no me fue tan bien como las que ya tenían la práctica, además que antes de subirme debía pedirle permiso al árbol, posando mi mano sobre la corteza y recitar suavemente: “La intención en mi corazón es respetarte, apóyame para que pueda obrar” Para llevarlo a cabo y sin que fuera muy riesgoso

