capitulo 21

2240 Words
Una vez me subo en el carro, comienzo a hablar con Ricaurter sobre temas irrelevantes, pero me entra la curiosidad…   —      Por cierto, mayor… no pude evitar darme de cuenta que vino usted personalmente el día de hoy a darme esta información y no mando al teniente u otro de sus subordinados a hacer dicha labor.   —      Es una persona bastante curiosa doctor, tenga mucho cuidado, porque dependiendo de con quien trate podría perjudicarlo.   —      Gracias por su advertencia, pero no hay de qué preocuparse.   —      Supongo que lo dice, por aquellas personas que lo tienen en muy alta estima doctor — me quede en silencio.   —      Le aconsejo que no confié ciegamente en la gente que conoce, ya que cuando menos se lo esperé uno de ellos estará apuntándole con un arma en la cabeza.   —      Tiene toda la razón mayor. Se ve que es un hombre bastante inteligente y maduro para su corta edad.   —      Sin embargo, no lo decía porque confié en los demás. Sino porque he tratado con suficientes personas a través de los años como para conocer lo suficiente la naturaleza humana — y hasta el momento son pocos los que me pueden igualar.   —      Esa experiencia que acumule, fue la que me guio a hacerle esa clase de pregunta.   —      Ya veo, imagino que gracias a esa “experiencia” suya, logro llegar hasta donde se encuentra ahora.   —      En parte sí… pero más que todo fue por mi inteligencia y astucia cuando trataba con otros.   —      y que hay de usted mayor ¿cómo logro llegar a donde está ahora?   —      Ja, ja, ja esta es la segunda pregunta que me hace mientras estamos en este coche, pero a diferencia de la primera, esta si se la contestare — así que nunca pensó decirme nada acerca de lo que pregunte antes.   —      A decir verdad, yo diría que fue por pura suerte — que mentiroso, algo tan poco científico como la suerte no existe y ya el teniente me dio una idea general de lo ocurrido.   —      Cambiando de tema mayor, no sabía que entendía la lengua del sur.   —      ¿…?, oh ¿acaso lo dice, por la revista que estaba leyendo?   —      Esta en lo correcto — le conteste   —      No es que sea un experto en el idioma, pero lo poco que entiendo me sirve para comprender algunos aspectos de lo que escriben y más cuando son temas políticos o militares — con que esa revista tiene un contenido de ese tipo.   —      Y usted doctor ¿habla otros idiomas? —tiene simple curiosidad o está tratando de ver si me puedo comunicar con sus potenciales enemigos, lo mejor será actuar precavidos.   —      Para nada… De broma y aprendí mi lengua materna.   —      De seguro su madre, se la vio difícil mientras le enseñaba.   —      Lamentablemente fue porque aprendí por cuenta propia, ya que en el orfanato no tenían tiempo para enseñarnos a todos.   —      Lo siento.   —      ¿Por qué lo siente?, ¿Por qué sintió lastima de mi por no tener una familia como otros?   —      Nada de eso, es solo que yo pensé que todo sobre su vida, estaba escrito en el expediente que me dieron y el cual leí antes de conocerlo. Por esa razón le hice esa clase de broma.   Ah es cierto, cuando nos encontramos me dio a entender que sabía mucho acerca de mi vida, pero al parecer en ese dichoso expediente no está todo mi pasado. Descubrí algo muevo. Ahora solo falta saber que tanto sobre mi está escrito en esos papeles.   —      Doct… doctor...   —      Lo siento me quede inmerso en mis pensamientos.   —      Si ya me percaté de eso, le estaba diciendo que llegamos a nuestro destino y que podría bajarse del auto, cuando guste.   —       Comprendo.   Ricaurter me acompaña hasta el purgatorio del lungker. Noto, que en esta ocasión solo había unos pocos guardias resguardando los puntos de control y en todos ellos no nos inspeccionaron ni una sola vez, imagino que es por el rango de oficial superior que mi acompañante posee. Cuando llegamos a los calabozos del purgatorio, Ricaurter me pide que espere afuera de una habitación, mientras él hablaba con alguien. No vi a nadie patrullando los pasillos ¿será que están de permiso o solo se les ordeno no venir a trabajar el día de hoy? También me parece extraño que el teniente no hiciera acto de presencia en ningún momento.  Suelto mi maletín en el piso y me quedo viendo fijamente mis manos, las cuales, tienen las vendas que les coloque totalmente ensangrentadas. Lo mas seguro, es que presione mis puños inconscientemente, por eso sentía comezón y ardor en las heridas. —      Cierto, cuando nos encontramos anteriormente en su consultorio, quería saber que le paso en las manos, pero no encontré el momento oportuno, para hacerle la pregunta.   —      Ah… esto…   —      No es nada grave, solo tuve un pequeño percance al recoger unos trozos de vidrios en casa.   —      Está sangrando demasiado, debería revisarse esas heridas.   —      Las tratare mas tarde, por ahora quisiera ir a la sala de interrogación.   —      Entonces, yo me retiro… no tengo mas nada que hacer aquí — Ricaurter sale del lugar.   —      Nosotros también deberíamos irnos teniente.   —      Cla... claro — se ve algo desconcertado. El teniente saca un grillete con cadenas para el cuello y se lo coloca a la joven. Luego le dice que se levante de su asiento mientras el sostiene firmemente la cadena. A medida que ella se va parando, veo que tiene colocado un bozal de cuero alrededor de su boca y nariz. —      ¿Por qué le colocaron eso?   —      Ah… eso…   —      Por simples medidas de seguridad, ya que durante todo este mes dejo sin nariz y labios a sus guardias.   —      Mmm…   —      Pero yo la veo muy tranquila.   —      Bueno, en parte fue por culpa de ellos mismos, por tratar de hacer cosas indebidas con ella, cuando en realidad debían montar guardia.   —      Y como la golpearon por lo sucedido, el mayor se enojó y fusilo a los involucrados por desacato militar, desde entonces yo he sido el encargado de vigilar su celda — nunca me informaron de esto.   —      Sin embargo, no le e quitado esa cosa de la cara, más que para darle sus alimentos, así evito ceder ante mis impulsos…   —      ¿eh…?   —      Lo entenderá cuando usted mismo le retire el bozal.   Mientras caminábamos comienzo a sentir nuevamente la comezón en mis dedos y veo como el vendaje que les coloque está bastante desajustado, haciendo que se caiga lentamente. —      Disculpe que lo moleste teniente, pero ahora si debo atender estas heridas.   —      Sería tan amable de indicarme, donde se encuentra la habitación que prepararon para mí.   —      Por supuesto, podemos hacer un leve desvió antes de ir a la sala de interrogación.   —      Tranquilo, puedo ir solo, si me indica donde queda.   —      Podría hacerlo… pero, le recuerdo que no puedo alejarme de su lado.   —      Aun así, puede tranquilizarse, porque solo lo estaré esperando a fuera de su cuarto.   Caminamos por un rato, hasta llegar a mi habitación. —      Bien, enseguida regreso.   —      Tómese su tiempo doctor.   Me quito las vendas y noto que las zonas donde crecen las uñas está bastante rojiza, inflamada y llena de sangre. Voy al lavabo del baño y comienzo a remover la sangre con mucha agua. Ahhh… siento un gran alivio por lo fresca que está el agua. Seco mis manos con una toalla, agrego un poco de vaselina en las heridas y me las vuelvo a envolver con una venda antiadherente. Luego me coloco mis guantes n***o hechos de cuero, de ese modo podre trabajar mejor con mis manos en estas condiciones. Salgo del cuarto e inmediatamente seguimos con nuestro camino… ----------------------------------------------------------------------------------- Al llegar a la sala de interrogación. El teniente entra primero junto con la chica, yo los sigo y apenas doy mi primer paso dentro de ese lugar, me invade una sensación de nostalgia. Lo que me hace recordar mi primer trabajo como interrogador. Tal y como en aquel entonces, hay unas frías y robustas paredes que impiden sean escuchados los gritos de quienes están aquí encerrados. La vieja, pero fiel mesa de madera pegada a una de las paredes y la cual es lo suficientemente larga como para colocar un sinfín de herramientas. Dos sillas, una simple para quien hace las preguntas y la otra muy similar a la que usé el primer día que me encontré con esta joven. También hay dos enormes baúles en los que se almacenan algunos utensilios manuales, así como diversas repisas llenas de objetos únicos. Veo que F-584 ni se inmuta al ver el lugar, dándome la impresión de que es muy fuerte mentalmente o ya está preparada para lo que le va a pasar. —      ¿Puede sentarla teniente?   —      Eso intento, pero ella no quiere seguir avanzando.   —      ¿...? — hasta hace poco estaba muy obediente, ¿qué ocurrirá? Mejor le hablo un poco   —      Escuchame F-584 podemos hacer esto de la forma fácil o de la difícil.   —      Ya estás aquí y has visto que no puedes escapar de este lugar.   —      Si aún no te suicidas, ha de ser porque aceptaste tu destino o porque tienes esperanza de que alguien venga por ti.   —      Te lo diré, para que te quede bien claro, la única salida que tienes de este lugar es con los pies adelante o si cooperas conmigo y con eso obtienes el perdón — aunque esto último es mera mentira. Inesperadamente obedece y se sienta por su cuenta el teniente comienza a colocarle las amarraderas… —      Espere teniente, todas esas medidas de seguridad no son necesarias.   —      Simplemente colóquele las de los pies, piernas y muñecas.   —      La cabeza y pecho no son necesarios — por el momento.   —      Estoy seguro que ella se portará bien.   —      ¿cierto F-584? — asiente con la cabeza.   El teniente termina su labor y cierra la puerta de la habitación con los tres adentro, luego se queda parado a un lado de la puerta en total silencio. Yo por mi parte, me acerco a la cara de la chica, muevo un poco su cabello para verla mejor y me encuentro con unas finas cejas color castaño claro como su cabello, además, de unos hermosos ojos grises que me ven fijamente sin temor alguno. Mientras nuestras caras están una frente a la otra ninguno pestañea. Muevo mis manos hacia su nuca y por debajo del cabello para aflojar las correas de su bozal y a medida que lo voy retirando, veo sus rosados pómulos, su pequeña y perfilada nariz que hace una perfecta simetría con su bello rostro. Por último, están esos delicados, finos y rojizos labios que tientan hasta al más fiel de los hombres. Ya veo por qué el teniente decía que “cedería a sus impulsos” en aquel momento. Por el momento no observo ninguna cicatriz en toda su cara, ¿en verdad es la misma joven que trate hace un mes? Al recordar aquella fotografía que estaba en el sobre, he de decir que se parecen mucho, esto me confirma que si es ella la acusada de espionaje. Muy bien comencemos… Tomo la silla que fue dejada para mi y me siento frente a la chica, entrecruzo los dedos de mis manos y abro un poco mis piernas. —      Tal como en aquella ocasión en la que nos encontramos por primera vez, me vuelvo a presentar.   —       Soy el doctor Carter Mettler… — solo se me queda viendo como un lobo que esta esperando su oportunidad para atacar.   —      Acaso ¿nunca te enseñaron buenos modales señoritas?   —      Es de muy mala educación el no presentarse cuando alguien más ya lo hiso — ella hace una ligera mueca burlona y me ve como si no fuera yo quien tiene el control. Repentinamente…   —       Tiene razón Doctor Mettler… — tiene una voz bastante dulce y picara   —      Es de mala educación no contestarle a una persona que se esta presentando y mas aun cuando esa persona fue quien me salvo la vida.   —      Aunque la verdad, no estoy muy agradecida con usted por esa hazaña, ya que solamente lo hiso para tenerme viva aquí y ahora en este lugar.   —      ¿o me equivoco?   —      No… no te equivocas.   —      Sin embargo, he de decir que estamos a mano, porque tu me engañaste para tomar mi bolígrafo e intentar escapar en aquel momento.   —      ¿no... es así?   —      Ja, ja, ja tiene razón, fue muy ingenuo en ese momento doctor.   —      Lo siento por reírme de esa forma, estoy dispuesta a darle mi nombre, pero no mi apellido, si quiere mas de mi por lo menos invíteme a una cita— esta perra cree que puede tener el control de esta conversación.   —      Me llamo Azalea o por lo menos ese fue el nombre que me dieron mis padres cuando nací.   —      Le advierto querido doctor, de que esto es lo único que obtendrá de mi parte— interesante, veamos cuánto dura esa expresión de confianza en su rostro.   —      Veras azalea…   —      ¿Sabes por que me encargaron esta labor a mí, y no a otro militar que te use como un saco de entrenamiento? — o así que se puso seria, sigamos viendo cómo reacciona.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD