capitulo 10

1531 Words
Una vez me subo en el carro, comienzo a hablar con Ricaurter sobre temas irrelevantes, pero me entra la curiosidad…   —      Por cierto, mayor… no pude evitar darme de cuenta que vino usted personalmente el día de hoy a darme esta información y no mando al teniente u otro de sus subordinados a hacer dicha labor.   —      Es una persona bastante curiosa doctor, tenga mucho cuidado, porque dependiendo de con quien trate podría perjudicarlo.   —      Gracias por su advertencia, pero no hay de qué preocuparse.   —      Supongo que lo dice, por aquellas personas que lo tienen en muy alta estima doctor — me quede en silencio.   —      Le aconsejo que no confié ciegamente en la gente que conoce, ya que cuando menos se lo esperé uno de ellos estará apuntándole con un arma en la cabeza.   —      Tiene toda la razón mayor. Se ve que es un hombre bastante inteligente y maduro para su corta edad.   —      Sin embargo, no lo decía porque confié en los demás. Sino porque he tratado con suficientes personas a través de los años como para conocer lo suficiente la naturaleza humana — y hasta el momento son pocos los que me pueden igualar.   —      Esa experiencia que acumule, fue la que me guio a hacerle esa clase de pregunta.   —      Ya veo, imagino que gracias a esa “experiencia” suya, logro llegar hasta donde se encuentra ahora.   —      En parte sí… pero más que todo fue por mi inteligencia y astucia cuando trataba con otros.   —      y que hay de usted mayor ¿cómo logro llegar a donde está ahora?   —      Ja, ja, ja esta es la segunda pregunta que me hace mientras estamos en este coche, pero a diferencia de la primera, esta si se la contestare — así que nunca pensó decirme nada acerca de lo que pregunte antes.   —      A decir verdad, yo diría que fue por pura suerte — que mentiroso, algo tan poco científico como la suerte no existe y ya el teniente me dio una idea general de lo ocurrido.   —      Cambiando de tema mayor, no sabía que entendía la lengua del sur.   —      ¿…?, oh ¿acaso lo dice, por la revista que estaba leyendo?   —      Esta en lo correcto — le conteste   —      No es que sea un experto en el idioma, pero lo poco que entiendo me sirve para comprender algunos aspectos de lo que escriben y más cuando son temas políticos o militares — con que esa revista tiene un contenido de ese tipo.   —      Y usted doctor ¿habla otros idiomas? —tiene simple curiosidad o está tratando de ver si me puedo comunicar con sus potenciales enemigos, lo mejor será actuar precavidos.   —      Para nada… De broma y aprendí mi lengua materna.   —      De seguro su madre, se la vio difícil mientras le enseñaba.   —      Lamentablemente fue porque aprendí por cuenta propia, ya que en el orfanato no tenían tiempo para enseñarnos a todos.   —      Lo siento.   —      ¿Por qué lo siente?, ¿Por qué sintió lastima de mi por no tener una familia como otros?   —      Nada de eso, es solo que yo pensé que todo sobre su vida, estaba escrito en el expediente que me dieron y el cual leí antes de conocerlo. Por esa razón le hice esa clase de broma.   Ah es cierto, cuando nos encontramos me dio a entender que sabía mucho acerca de mi vida, pero al parecer en ese dichoso expediente no está todo mi pasado. Descubrí algo muevo.  La chica comienza a alterarse y me toma fuertemente de la manga cuando me levando de mi silla. Toco con delicadeza, su pequeña y frágil cabeza para darle a entender de que todo estará bien. —      Tranquila, daré una orden expresa para que no te hagan más daño.   —      Pero, debes prometerme, que te comportaras bien y no ocasionaras ningún tipo de problema a los soldados— asiente nuevamente Mientras retiro mi mano escucho como su estómago comienza a sonar. —      Así que tienes hambre, dame un minuto. Me dirijo nuevamente a la ventanilla de la puerta y le solicito al teniente que me traiga algo de sopa caliente de la cocina. Mientras espero que traigan la comida, quemo todo el contenido del sobre en el cenicero deshaciéndome de toda la información. Tocan la puerta. —      Doctor aquí le traje lo que me pidió.   —      Gracias teniente puede continuar con sus labores. Se muy bien, que a la chica se le dificultara el comer sola, por ello, cojo la cuchara y comienzo a darle de comer lentamente en la boca. —      Espero que esto sea de tu agrado. Comienza a hacer algunos extraños movimientos de dolor cuando come, intuyo que es, por las lesiones dentro de su boca. —      En vista de que no puedo hacer mucho para aliviar lo que estas sintiendo, tendrás que soportarlo.   —      Además, la comida te ayudara a recuperarte.   Una vez que ella termino de comer, llame al teniente nueva mente, para pedirle que lleven a la joven de regreso a donde se encontraba antes y le deje en claro de que nadie podía tocar ni un solo cabello de ella en mi ausencia. El teniente se dio media vuelta llamo al oficial a cargo del calabozo y le paso mis indicaciones. Antes de retirarme decidí acompañar a los guardias que la escoltan de regreso, de este modo me asegurare de que la trataran bien. Durante todo el camino no se presentó ningún contratiempo y los guardias se portaron muy corteses en todo momento. Me despedí de la joven y acompañé al teniente hacia la salida del Lungker. De regreso en aquel ostentoso edificio militar, nos dirigimos a donde se encuentra el mayor, para reportarle lo ocurrido. Cuando ya me encontraba parado al frente de su oficina, escucho que está discutiendo con alguien por teléfono. El teniente se me queda viendo y me indica con la mirada de que toque la puerta. —      Pase adelante— dice el mayor al otro lado. Se le nota el enojo en toda su cara. —      Discúlpeme doctor, espero que no haya tenido que escuchar esa fea conversación.   —      Para nada mayor, apenas acabábamos de llegar.   —      Bueno… termine de pasar doctor, tome asiento.   —      Gracias.   —      Teniente puede retirarse, tengo cosas de que hablar con el doctor.   —      Entendido — cierra la puerta.   —      Ahora que estamos a solas, dígame que le pareció el prisionero F-584.   —      En realidad, no puedo decirle demasiado.   —      A claro, claro, de seguro no puede hablar con otros, acerca de las cosas que usted hace al interrogar a alguien.   —      No es por nada de eso mayor.   —      Por favor, simplemente llámeme Ricaurter cuando estemos a solas— al parecer quiere acortar la distancia, bien sigámosle el juego.   —      Ma… Ricaurter, resulta que el paciente especial que dejaron a mi cargo no se encontraba en óptimas condiciones para un interrogatorio.   —      ¿a qué se refiere doctor?   —      Puedes llamarme Carter, en vista de que estamos en confianza.   —      Por supuesto Carter.   —      Continuo, cuando llegué al lugar me encontré con una escena poco agradable.   —      El paciente tenía múltiples heridas en todo el rostro lo que le impedía hablar o expresarse.   —       Aparte, los hematomas en sus brazos, piernas, pecho y espalda dificultaban su movimiento.   —      Demonios, pero que problema— dice el mayor   —      Carter, cuanto tiempo cree que le tome a esa persona recuperarse.   —      Calculo que, de un mes a mes y medio, si guarda reposo constante y se alimenta correctamente.   —      Entiendo daré inmediatamente la orden.   —      Ah, casi se me olvidaba, pero debo entregarle una carta con un reporte del día de hoy, lamentándolo mucho no tuve casi nada de tiempo para escribirla.   —      Tranquilo, puedes dármela luego, lo importante en este momento es que mantengas con vida a ese prisionero.   —      Bien, entonces me retiro por ahora, cuídese Ricaurter.   —      Hasta luego Carter, nos vemos después y tenga cuidado por esas calles, si quiere puedo pedir que le escolten.   —      Muchas gracias por la oferta, pero tendré que declinarla.   Mientras me retiro de aquel edificio, siento como si alguien me estuviera observando a la distancia, por lo que me decido a sacar mi bisturí, escondido en la manga de mi abrigo y acelero un poco el paso hacia mi casa. No quiero tener que enfrentarme a un militar o asesino en estos momentos. Veo mi reloj y noto que son las 3:00 de la madrugada, saco apresuradamente las llaves de mi bolcillo y abro la puerta tan rápido como la cierro. Enciendo las luces de la entrada, me coloco de espaldas en la puerta y con ayuda de mi mano entreabro un poco la cortina de la ventana que da a la calle. No veo a ninguna persona, pero si una sombra que poco a poco se aleja de la hacera. —      Ah… este día sí que fue largo. Me quito mi ropa, tomo un baño, me veo al espejo y no puedo parar de pensar en todo lo que paso hoy. Poco a poco se me hace una gran sonrisa en mi rostro dejando salir mi verdadero yo…
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