Mis métodos

1824 Words
Coloco las astillas sobre mi asiento. Me coloco detrás de azalea y tomo su brazo derecho para sujetarlo con las correas. Ella opone resistencia, pero ya es inútil a estas alturas. Hago lo mismo con su brazo izquierdo. —      No sabía que tenía semejante gustos, doctor… — no se si es por su enojo o indignación, pero la muy desgraciada me acaba de escupir el rostro. Así que le sonrió un poco y me limpio con la palma de mi mano, observo la saliva sobre mi guante y la lamo, ella se crispa y pone una mirada de repulsión. —      ¿Qué ocurre azalea?   —      Pensé que tu mente era imperturbable, ya que en todo momento te mantenías firme, sin importar la situación en la que te encontraras.   —      Quien en su sano juicio no reaccionaria ante la semejante asquerosidad que usted acaba de hacer.   —      ¿Eso te pareció asqueroso? — se pone seria nuevamente.   Por lo visto no está acostumbrada a este tipo de cosas. Ahora tratemos con un poco de maltrato físico a ver cómo reacciona. —      No me diga que usted es como muchos de esos pervertidos locos de hoy en día doctor.   —      Créeme cuando te digo, que esos pervertidos “son más lindos que yo”.   —      Mmm… entonces que sigue ¿violarme? O ¿clavarme esas astillas?   —      Ja, ja, ja, ja “violarte” dices… si solamente con algo tan simple como eso, me dijeras lo que busco, ya lo hubiera hecho.   —      Y ¿qué es lo que busca doctor?   —      Lo primero… seria que fueses un poco más obediente y después de eso que respondas unas preguntas —su mirada es un tanto despectiva.   —      En cuanto a las astillas, solo dedujiste la mitad de lo que haré.   —      y ¿cuál es esa otra mitad que me falta doctor?   —      ¡El lugar donde las colocare! — rápidamente tomo el dedo anular de la mano de azalea y le clavo meticulosamente una de las astillas entre la piel y la uña.   Ella abre sus ojos y cierra la otra mano para aguantar el dolor. Mantiene su dedo lastimado totalmente recto y el resto los trata de cerrar. No grita, ni tampoco se retuerce, pero si lagrimea un poco por lo que está sintiendo. Por lo visto, este trabajo tomara mucho tiempo. —      ¿Qué ocurre?   —      ¿Ya estas dispuesta a ser más obediente y responder mis preguntas? — su silencio demuestra su renuencia a responderme.   —      Bien, tal parece que no quieres colaborar, así que continuemos.   Prosigo con infligirle las mismas heridas en el resto de los dedos en su mano y aunque no exclama grito alguno, se puede ver claramente en su rostro que el dolor es insoportable. Azalea me ve con unos ojos desafiantes y sin darme cuenta cierra por completo la mano formando un puño, lo que ocasiona que las astillas se rompan entre las uñas. —      ¿Pasa algo doctor? — Su respirar es un tanto fuerte   —      A caso, no esperaba que hiciera algo como esto — su cara irónica no me agrada para nada.   La observó a ella y su puño tembloroso, pero no hago nada más que levantarme de mi asiento y dirigirme a la mesa de esa lúgubre habitación. Saco de mi mochila unos cuantos instrumentos de laboratorio (mechero, rejilla, soportes, embudo, papel filtro) los acomodo todos y comienzo a calentar un poco de agua dentro de un pequeño recipiente de aluminio. Azalea solo se me queda viendo en completo silencio como intentando de descifrar mi próximo paso. —      ¿Siempre carga esas cosas consigo doctor?   —      Tranquila, solo estoy preparando un poco de agua caliente para mi café, ya que siempre lo tomo a esta hora de la noche.   —      Mmm…   —      Puedo parecer algo paranoico por tener estas herramientas conmigo en todo momento, pero lo hago por diversas razones que me ocurrieron en el pasado.   —      Me resulta raro que quieras platicar azalea, dada tu actual renuencia a colaborar conmigo.   —      Resulta que soy bastante curiosa y quería saber que haría, además aquí no hay muchas personas con las cuales conversar — su mirada se desvía hacia el teniente.   —      Desde que me arrestaron, me han tenido encerrada en este lugar sin contacto alguno con el exterior, cualquiera trataría de charlar así sea un poco con alguien como usted.   —      interesante — el agua dentro del recipiente comienza a hervir.   —      Sabes azalea, los seres humanos tenemos múltiples sistemas de auto defensa, uno de ellos es la secreción natural de adrenalina en el cuerpo.   —      Esa es la que te está ayudando en este momento a soportar el dolor en tu mano, sin embargo, solo es cuestión de tiempo para que esta desaparezca y comiences a sentir un intenso dolor nuevamente — apago el mechero.   Me aproximo a donde esta azalea y derramo poco a poco el agua sobre su mano que aún sigue cerrada.   —       No me detendré hasta que la abras azalea — su mano se abre lentamente, así que le coloco la olla aún caliente sobre la mano para que termine de abrirla.   —      ¡AAAARGH! — puedo ver sus ojos llorosos, su mano temblorosa a causa de las quemaduras y el daño que las astillas le ocasionaron. Algunas de sus uñas se desprenden parcialmente de la piel dejando ver el tejido que las une al dedo, la sangre brota en pequeñas pero constantes gotas. —      Pen… pensé que solamente estaba preparando su café doctor.   —      Claro que estoy preparándolo, solo que se me ocurrió hacer esto para ayudarte en la apertura de tu mano. Comienzo a echar el resto del agua caliente sobre el café molido dentro del filtro de papel en el embudo, hasta llenar mi taza. —      Vez, un excelente y delicioso café.   —      Al parecer le encanta disfrazar sus verdaderas intenciones doctor.   —      A estas alturas de tu vida deberías de saber que está en la naturaleza humana el mentir a otros, ya sea para obtener algo a cambio o simplemente para engañarlos.   —      Tú también mientes azalea ¿no es por eso que estas aquí?   —      Yo… — ella evita verme a los ojos y se queda en silencio.   —      Que pasa, acaso ¿no querías charlar un poco? — su ceño fruncido, despierta en mi algo que ha estado dormido desde hace un buen tiempo. Me dan ganas de ver que clases de expresiones pondrá si esto continua.   —      Ya comprendo, eres una masoquista y solo hablas cuando alguien te hace daño.   —      No es nada de eso, no busque de rebajarme al mismo nivel que personas como usted.   —      Solamente no quiero hablar sobre ciertos temas, es todo — su mirar se vuelve a desviar.   —      Permíteme decirte, que puedo cambiar mis métodos si tú decides colaborar con la tarea que me encomendaron.   —      Como ya te mencioné previamente, no soy como las otras personas que vinieron a platicar contigo anteriormente — puedo ver la duda en su cara.   —      A mí me gusta comenzar lentamente, es por esa razón que fui desde un inicio con una de tus manos. Me coloco detrás de azalea y saco una venda oscura de uno de mis bolsillos. —      La cual es una parte del cuerpo con múltiples nervios de fácil acceso. Aunque se resiste logro vendarle los ojos. —       ¿No quiere que lo vea doctor?  O simplemente no le agrada la manera en que lo miro.   —      En parte esas son mis intenciones, pero más que todo, lo hago porque las personas le temen más a lo desconocido.   —      La oscuridad hace que muchos entren en un estado de indefensión, pánico e impotencia, tú no eres la excepción a ello. Tomo unos clavos de la repisa y enciendo nuevamente el mechero.   —      Los humanos utilizamos nuestros cinco sentidos para darle la suficiente información a nuestro cerebro, así sabemos que decisión tomar y como adaptarnos a situaciones adversas.   —      Pero, ¿te puedes imaginar lo que ocurre cuando a alguien se le priva alguno de estos sentidos? Desinfecto con alcohol los clavos y caliento sus puntas con ayuda del mechero. —      En especial la vista — agarro un frasco de bicarbonato.   —      Cuando algo así ocurre nuestro cerebro comienza a entrar en un estado de excitación o alerta y trata de adquirir la mayor información posible a través del resto de los sentidos.   —      Es por ello que los agudiza — le quito bruscamente con una pinza las uñas que están más despegadas de la carne.   No cierra su mano mientras las arranco, sin embargo, no deja de temblar, las muecas que hace como respuesta al dolor que está sintiendo demuestran la disminución de su adrenalina, así que pronto regresara el dolor con más intensidad. Me detengo a medio terminar y decido no tocar aquellos que aún mantienen la uña con las astillas clavadas. Voy por los clavos que ya tienen la punta roja debido al calor y le coloco un poco de bicarbonato sobre sus dedos dañados, las heridas que tiene reaccionan ante el por lo que ella trata nuevamente de cerrar la mano. Para evitarlo, opto por usar un martillo y clavo para atravesar su parte dorsal. Voy colocando cada clavo entre dos de sus dedos, tratando de no dañar algún ligamento de su metacarpo. A medida que continúo clavando, azalea grita e intenta agitar su brazo para escapar del dolor, lo que resulta en un sinsentido ya que está firmemente amarrada a la silla. —      ¡AAAARGH! ¡AAAARGH! ¡AAAARGH! ¡AAAARGH! Uno, dos, tres… clavos y martillo, martillo, martillo y continúo martillando hasta que siento que los clavos quedan bien fijados, cada movimiento de mi brazo hace que se sienta más ligero el martillar. AHHH… que espectacular sonido se genera entre sus gritos, los clavos el martillo y la madera siendo atravesada. El eco dentro de esta habitación mejora en gran medida mi concentración, a tal punto, que logro sentirme en otro mundo. Uno en el que solo estamos ella y yo. OHHH… azalea tus gritos resuenan en lo más profundo de mis oídos, me pregunto cuanto aguantaras, que pasara primero, si yo quedándome sin clavos o tu sin esos hermosos gritos de agonía. —      ¡PARE! ¡PARE! ¡PARE! — cuando la escucho decir eso mi brazo se detiene como si saliera de aquel trance en el que me encontraba. Mi mano aun presiona fuertemente el mango del martillo y mi brazo está totalmente erguido sobre mi cabeza veo dos clavos que aun sobre salen, a azalea sollozando, parte de la madera arañada en ambos apoya brazos y gotas de sangre fresca que caen al piso. Suelto el martillo dejándolo caer al piso, el sonido hace que azalea se tense y pare de sollozar. El silencio se apodera del lugar, dejando que solo se escuche el rápido respirar y los intensos latidos del corazón de ambos...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD