Días de recuperación

2000 Words
—      “Pipipiiií, pii, piiiii… Pipipiiií, pii, piiiii…”— el sonido del despertador me indica que ya es hora de levantarse.   —      Uaaah… Veo soñoliento, la hora marcada de mi reloj despertador “7:00 am”. Cielo santo, tan solo tres horas de sueño no son suficientes para dejar que la mente y el cuerpo descansen lo suficiente. Qué más puedo hacer, tengo que levantarme. Salgo de mi casa y justo antes de bajar las escaleras del pórtico, cae una gota de agua en la punta de mi zapato de cuero. —      Hoy será uno de esos días lluviosos — pienso en voz alta mientras observo las nubes negras en el cielo. A mitad de mi camino al consultorio, comienza a diluviar, por lo que cojo fuertemente mi borsalino con una de mis manos y con la otra el maletín de cuero, para comenzar a correr. Justamente antes de llegar a mi destino, me encuentro con los dos soldados, que se encontraban de guardia anoche en el edificio militar. Ambos se encuentran empapados y de pie en la entrada del consultorio, uno de ellos me señala sutilmente un FIAT 508 CM Coloniale, estacionado al otro lado de la carretera. —      El teniente lo está esperando doctor — me dice uno de ellos con una voz baja.   —      Comprendo, tan solo denme unos minutos.   Ahora que querrán, será que ¿paso algo con la prisionera mientras no estaba? O los de arriba buscan de presionarme para que obtenga la información que desean. Bueno solo pensar no me ayudara, así que mejor me apresuro para ver que quiere el teniente. —      Ana.   —      Si, doctor.   —      Cancela mis citas para hoy y diles a los pacientes que vengan, que no los podre atender, por cierto, te puedes ir una vez que escampe, toma las llaves para que cierres todo.   —      Entiendo, ¿algo más?   —      No, solo eso.   Tomo lo que necesito de la oficina y acompaño a los soldados dentro del vehículo. —      Buenos días doctor, por lo visto usted tampoco ha dormido mucho — expresa el teniente quien está sentado al lado mío en los puestos traseros.   —      Fuimos a buscarlo a su hogar, ya que considere, que aun estaría dormido o tomándose un descanso, dado que se retiró apenas esta madrugada del edificio. Sin embargo, veo que salió temprano para su consultorio.   —      Un profesional de la medicina siempre debe seguir trabajando hasta el día en que fallezca. En caso contrario no podrá salvar a quienes lo necesiten.   —      Me encanta ese profesionalismo y dedicación a su profesión doctor.   —      Cabo, conduzca al edificio militar del callejón santa fe.   —      ¿teniente acaso ocurrió algo?   —      Como usted bien comprenderá, no puedo hablar sobre esa clase de temas en un lugar así.   —      Aparte, quien le explicara todo el asunto es el mayor.   Tardamos poco tiempo en llegar a nuestro destino, una vez estacionado el coche nos dirigimos a la misma oficina de anoche. —      Carter se te ve bastante agotado.   —      No podría tener un mejor aspecto solo con dormir unas cuantas horas, entonces Ricaurter ¿para qué solicitaste mi presencia tan temprano?   —      Directo al asunto, me agrada eso.   —      Resulta, que esta madrugada mis hombres al cargo del calabozo, me notificaron que tu paciente no se veía nada bien, al momento que le llevaron la comida.   —      Por lo que decidieron entrar a su celda y uno de ellos perdió la vida a manos de tu paciente.   —      ¿sabes con que lo mato? Si me esta pregunta eso, es porque sospecha que le ayude en algo, pero en ningún momento deje a la chica a solas con algún arma blanca o de fuego, además, en la forma en la que se encuentra es casi imposible que pueda moverse bruscamente. ¿de dónde pudo haber sacado fuerza para hacer tal acción? —      No, para nada.   —      Lo suponía, pero quería escucharlo de usted mismo.   Ricaurter se inclina levemente, para sacar algo de una gaveta en su escritorio, lo que sea que tenga, se encuentra envuelto en un pañuelo blanco con gotas de sangre. Me hace un gesto con su mirada y coloca sutilmente aquel pañuelo al frente de él. Comienza a desenvolver poco a poco su contenido. —      Acaso esto no es suyo Doctor Carter Mettler… — me muestra un bolígrafo con las iniciales de mi nombre y el registro de la clínica. Me toco el lado derecho de mi pecho, tratando de sentir si tenía mi bolígrafo dentro del bolsillo, pero no hay tal sensación. Intentando de recordar donde lo había dejado, se me viene a la mente de que no lo recogí luego de que se le callo a la joven, mientras trataba de escribir. Esa pequeña astuta, de seguro lo oculto en algún lado mientras pedía la comida y solo se aseguró de actuar débil para que bajase la guardia e impidiera que los guardias la tocasen. Ja, ja, ja, más tarde me las pagara, pero por el momento debo aplaudir su astucia y valentía. —      Si, es mío.   —       Imagino que entonces puede deducir como esto termino en mis manos y en la cabeza de uno de los guardias bajo mis ordenes   —      Si, tengo una cierta idea de que pudo haber ocurrido.   —      La cosa es Carter… de que en el ejército no toleramos mucho los fallos.   —      Por lo menos este es el primero que ha tenido, mientras trata con el prisionero de esta ocasión.   —      Espero que más adelante no los cometa… no hace falta que le diga que ocurre con quienes nos fallan ¿o sí?   —      Por supuesto, sé muy bien con quienes estoy tratando y cuál es mi lugar en todo este asunto.   —      Perfecto.   —      Ahora bien, no solo lo llame acá por este incidente.   —      A efecto de lo ocurrido esta madrugada, no me quedo más opción que mandar a tu paciente al purgatorio lungker el cual está un poco más retirado que nuestro calabozo subterráneo. El purgatorio, tal como lo indica su nombre, es un lugar donde se supone son purificadas las almas de los pecadores o esa era la finalidad con la que los inquisidores protestantes la crearon en su momento. Actualmente solo es usado como un lugar de detención para la peor basura en el mundo, ahí se puede encontrar equipos de tortura, cadáveres y personas que perdieron la cordura por diversas razones. No es un lugar al que alguien quiera ir por voluntad propia.   —      Los guardias en ese lugar no son tan condescendientes e inexpertos como los que están en este calabozo.   —       No pensaba trasladarle a ese lugar sin su autorización firmada de que se recuperó por completo, pero por lo que pude ver, su diagnóstico estaba errado y por ello me adelanté. No puedo contradecirlo en nada, si lo hago pensara de que estoy ayudando a la chica a escapar, aparte ella se lo busco haciendo semejante tontería. El problema está en cómo es su condición actual y si podre tratarla con lo que tengo en mi maletín. —      Imagino entonces, que podre ver al paciente en estos momentos.   —      Claro que si Carter…— Oh… una respuesta rápida sin rodeos   —      sin embargo, a partir de ahora el teniente estará presente en todo momento al lado suyo, literalmente se convertirá en su sombra — con que usará de escusa este incidente para mantenerme aún más vigilado.   —      No lo tome como si desconfiáramos de usted, más bien considérelo como una medida, para mantenerlo seguro, en caso de que el paciente se vuelva hostil cuando lo esté tratando.   —      Jamás pensaría eso de usted Mayor Ricaurter.   —      Me alegra que hayamos quedado en buenos términos.   —      Llamare al teniente para que lo acompañe.       --------------------------------------------------------------------------- Una de las entradas al lungker se halla dentro los mismos calabozos de anoche, por lo que el teniente me esta guiando por estos pasillos que parecen un laberinto. —      Ya llegamos al lugar doctor — me señala el teniente mientras abre el cerrojo de la puerta donde se encuentra aquella chica. Al entrar, se apodera del interior de mi nariz un fuerte olor a amoniaco, tal parece que le toco hacer sus necesidades básicas dentro de este lugar. Miro alrededor y en una esquina la veo sentada con los brazos alrededor de sus rodillas dobladas. Aún sigue con los mismos harapos… Tiene los tobillos de los pies sujetos a una cadena anclada a la esquina en donde esta. Decido acercarme a ella para hablarle, pero no sin antes tomar una cierta distancia de donde se encuentra. —      No me espere que fueras a actuar de la manera en que lo hiciste.   —      Pero tranquila no te are nada, simplemente no cometeré el mismo error por segunda vez.   —      Tienes que tomar un baño, ya que no quiero, que tus heridas se infecten y termines como aquel costal de huesos al otro lado de la habitación. La joven se me queda viendo y asiente con su cabeza. —      Bien, pero debes entender de que aquí no hay ninguna enfermera o personal femenino que te ayude en esa labor — noto que ella se crispa al escuchar lo que digo.   —      Tranquila, sino te agrada la idea de que un hombre o alguien más toque tu cuerpo deberás hacerlo tu misma.   —      Lamentándolo mucho aquí no existen los sitios en donde bañarse, por lo tanto, se te entregara un valde con agua tibia, esponja y una toalla — coloco cada una de las cosas que mencione, a un costado de la habitación. Después le hago señas al teniente para que la dejemos a solas unos minutos. Mientras esperamos al otro lado de la puerta hasta que ella termine. —      Teniente le pediré que por favor cambiemos a la joven a otra celda menos contaminada y con un lugar donde dormir.   —      Dada su condición necesita descansar bien para que se recupere pronto.   —      Comprendo doctor, le preguntare al supervisor del lungker que opciones hay. Al poco tiempo comenzamos a escuchar dentro de la habitación golpes de cadena contra el balde, entramos y la chica nos señala de que ya había terminado. Después de eso el teniente y yo, la escoltamos a otro lugar mejor acondicionado o por lo menos esa es la impresión que debería de dar. Tiene un inodoro, lavabo y una supuesta cama formada por una tabla de madera sujeta con cadenas a la pared de la celda. La ventilación es algo escasa, pero es mejor que nada, lo mejor de todo es que hay una reja y no alguna puerta de madera o acero como entrada. Esto mejorara su supervisión desde el pasillo. —      Puedes por favor tomar asiento en la tabla que tendrás por cama — ella sigue mis indicaciones sin pretexto alguno.   —      Tengo que revisar como siguen tus lesiones, pero antes de eso come algo. Mientras termina de comer me siento lentamente a su lado y el teniente se queda parado al frente nuestro para vigilarla. El tiempo pasa volando mientras la examino y sin darme cuenta estaba muy entrada la noche. —      Por ahora lo dejaremos hasta aquí, ten cena algo, es importante que te mantengas con buena nutrición. Me retiro del lugar y me encuentro con el mayor para informarle lo ocurrido. Antes de irme le pido que me deje entrar todas las mañanas al lugar donde se encuentra la joven, para que de esta manera pueda estar al tanto de su progreso antes de ir al trabajo. Ricaurter me otorga el permiso, pero con la condición de que solamente la atendiera por una semana. Dándome a entender que desea prevenir un apego emocional entre la prisionera y yo. Acaso piensa que soy alguien nuevo que apenas tiene un par de días en este tipo de trabajo. A parte me dice que no me preocupe de escribir algún reporte que él se encargara. No entiendo para nada que quiere hacer o que está buscando…
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