Justo cuando mi cuerpo cayó al suelo, la burbuja que me mantenía atrapada explotó en un estallido de agua y aire. El golpe no llegó a ocurrir porque en ese preciso instante, unas manos fuertes y cálidas me rodearon con rapidez, evitando que mi caída fuera más dolorosa. Pero aunque mi cuerpo no tocó el suelo, sentí el peso de mi propio vacío interno. Cuando miré hacia arriba, la primera cara que vi fue la de Dereck. Él estaba allí, sosteniéndome, pero lo que más me impactó fue la mirada que me dirigió. No era una mirada normal. Era una mirada llena de un dolor sutil, como si cada vez que me veía, su corazón se rompiera un poco más. En sus ojos había una mezcla de tristeza, preocupación y una impotencia tan desgarradora que me hizo sentir más pequeña que nunca. En ese momento, me di cuenta

