🔥🦸🏻♂️ SEBASTIEN 🦸🏻♂️🔥
Solté un suspiro de impaciencia y miré de un lado a otro a lo largo de la calle antes de regresar la vista a la entrada del edificio y luego mirar hacia arriba, como si a través de la pared pudiera ver a Valerie.
No me gustaba esperar. Era demasiado impaciente y justamente eso me estaba pasando, a pesar de que nada más habían pasado como unos cinco minutos: me estaba impacientando la espera.
Según yo, solamente le iba a tomar unos tres minutos ir y regresar con el dinero. Pero tal parecía que no iba a ser así.
Me pasé la mano por la mandíbula y me rasqué la barba. Después, moví la cabeza de un lado a otro y me descontracturé el cuello.
Con otro suspiro de impaciencia, volteé a ver la hora en mi reloj de pulsera y miré que ya habían pasado otros dos minutos más. Levanté la vista de regreso hacia la entrada del edificio y miré que Valerie venía, pero casi corriendo, como si huyera de algo. Además, en vez de venir hacia mí, como se suponía que tenía que hacer, tomó otro rumbo pero no llegó muy lejos, ya que un hombre que la seguía la detuvo, sujetándola por el brazo.
No tuve que esperar mucho tiempo para entender lo que estaba pasando, ni quién era aquel tipo tan nefasto, ya que los gritos de su pelea eran bastante claros.
La misma necesidad que me había embargado en el bar de Jameson, cuando ese camionero la atacó, volvió a invadirme: La necesidad de protegerla de cualquiera que quisiera hacerle daño.
Sin pensarlo mucho, me bajé de la moto y a zancadas avancé hasta ellos, llegando justo a tiempo para detener la mano del hijo de perra que estaba dispuesto a golpearla con su puño.
Lo apreté con fuerza, en tanto las miradas desconcertadas, asombradas y confundidas de ambos se posaron en mí.
—¿Quién carajos eres tú y por qué mierda te metes en lo que no te importa? —demandó el tipejo de mierda, intentando soltar su puño de mi mano.
—¡Suéltala ahora mismo! —exigí en un gruñido feroz.
—¡Esto no es de tu maldita incumbencia! —replicó, gruñendo casi de la misma forma, sin embargo, mi agarre estaba cumpliendo su otra función, la de someterlo.
La mueca de gruñido se fue transformando en una de dolor. Soltó a Valerie y su cuerpo se fue retorciendo hasta llegar a quedar arrodillado en el suelo, lloriqueando de dolor.
Valerie me miraba con sus ojos bien abiertos, perpleja.
—¡Súbete a la moto! —le ordené a Valerie.
Ni siquiera parpadeó. Continuaba viéndome con una expresión asustada en su rostro.
—¡Ve a la moto ahora mismo! —Mi voz fue más exigente y casi molesta.
Valerie tragó saliva, asintió y se apresuró a seguir mi orden.
Cuando quedé solo con él bastardo, agaché mi torso hasta acercar mi rostro al suyo, pero sin soltar su muñeca, la cual continuaba retorciendo.
—Vas a pagar caro esto —chilló dolido—. No tienes idea de con quién te estás metiendo.
Exasperado por su cháchara de mierda y sus amenazas que bien podía pasármelas por el culo sin ningún problema, le solté un fuerte golpe en la bocota y en la nariz con mi propio casco, que traía en mi otra mano.
El tipejo aulló por el dolor que le provocó el golpe y es que no era para menos. Rápidamente, grandes borbollones de sangre comenzaron a emanar de su nariz y de una herida en su labio inferior. Se llevó la mano libre a la boca para contener la sangre y luego escupió un diente a la acera.
—Escúchame bien —mascullé con tono amenazante, retorciéndole mucho más la muñeca—. Manténte lo más alejado posible de Valerie...
—Tú no eres quien para decirme lo que tengo o no tengo que... —intentó replicar, pero la frase quedó sin terminar ya que mi casco volvió a estrellarse contra su bonito rostro.
Lloriqueó con más intensidad y más sangre borbolleó de su nariz, goteando hasta el suelo.
—Si valoras tu vida, no te acerques a ella. Si te la encuentras en tu camino de pura casualidad, no la mires..., es más, ni siquiera te atrevas a respirar a 10 metros alrededor de ella, porque créeme, esto que estás sufriendo en este momento, no será nada con lo que te va a pasar.
—¡Púdrete, hijo de puta! ¡Yo soy Nick Hamilton y...!
Le solté la muñeca y con agilidad y mucha rapidez, lo agarré de su linda cabella dorada para estrellar su rostro contra la acera. Me alcé, alcanzando toda la plenitud de mi altura y le aplasté la cabeza con la suela de mis botas militares.
—Para mí solamente eres mierda y como tal te voy a pisotear si haces caso omiso a mi advertencia.
Froté el pie contra su sien con saña y luego lo quité. Me volví a agachar levemente y limpie los restos de sangre que había en mi casco en su pantalón. Volví a enderezarme y sin prestar atención a las personas que había alrededor y que nos observaban atónitas. Avancé hasta donde Valerie estaba, a un lado de la motocicleta.
Ante la mirada todavía asustada de Valerie, me subí a la moto en silencio y me puse el casco encima.
—Súbete —demandé—. Date prisa.
Solamente se me quedó viéndo, sin hacer lo que le pedía. Levanté el visor y volteé a verla.
—¿Tienes otro lugar mejor al cual ir para buscar ayuda? —negó con la cabeza—. Bien, entonces súbete a la moto y vamos a mi casa. Yo seré quien te ayude, pero debes obedecer mis órdenes sin rechistar y al primer instante en que se te da, porque carezco de mucha paciencia.
Sin más, Valerie agarró el otro casco, se lo ajustó a la cabeza y volviendo a entregarme su confianza, se subió a la moto y dejó que yo la llevara de regreso a mi casa, porque aquel instinto protector que ella provocaba en mí, volvió a emerger.