Elio no entendía la manera de reaccionar de Enith, vió como su mujer iba adquiriendo un color más blanquecino cada vez que exhalaba aire, la ayudó a sostenerse, pues al parecer la noticia le había caído tan de peso, que la misma gravedad la reclamaba rendida al suelo. — ¿Roberto nunca te dijo la razón por la cual te plantó ese día? —preguntó Elio, sin poder pestañear, pues no quería perder de vista ni una milésima de segundo a Enith, quien solo negó con la cabeza— Vamos a sentarnos cariño, creo que tenemos mucho que hablar. Elio compró un helado en una heladería por la cual iban pasando, la condujo a un parque donde se pudieron sentar a gusto para platicar sobre la revelación que le acababa de hacer, sintió la taquicardia en su pecho y una sensación de vacío en su estómago, por haber to