Capítulo 2

1238 Words
Al llegar a su apartamento, dejó a la chica en el sofá y se apresuró a ir al sanitario para buscar el botiquín de primeros auxilios, se le cayeron unas cosas de lo mucho que le temblaban las manos, tomó una toalla y lo primero que hizo fue cubrir el cuchillo con la toalla y sacarlo de la pierna, la chica gritó al sentir la piel rasgarse de nuevo, ojalá el sufrimiento hubiera quedado ahí, pero le ardió la herida cuando Christián le colocó alcohol. –Dijiste sin hospital –le recordó Christián –. Eso incluye sin anestesia. Fue aún peor cuando le empezó a coser la herida, Christián creyó que la chica se desmayaría, que le intentaría quitar las manos de encima, empujarlo y golpearlo por el intenso dolor, que no lo iba a resistir, pero no fue así, la chica solo se dejó caer en el sofá y su cuerpo se tensaba por completo cada vez que la aguja atravesaba su piel, no era una herida grande, pero era profunda, cuando terminó incluso él estaba agitado, el apartamento quedó en completo silencio, el zumbido de los oídos de Christián había disminuido y la adrenalina en su cuerpo bajaba haciendo que se relajará, se quitó el saco y el chaleco de encima porque estaba sudando, la chica lo miró como se estaba quitando la ropa y se levantó para acomodarse bien en el sofá. –¿Vas a ofrecerme algo de tomar primero? –le preguntó. Christián la miró, era la primera vez que le veía el rostro delgado con finos rasgos, aunque tuviera los ojos claros con sombras negras que le iban bastante bien, aún sucia, sudada y un poco roja supuso que por el dolor era una chica guapa. –¿Quieres tomarme una foto? –cuestionó ella ante el prolongado silencio de Christián –. Duran más. –¿Quieres algo de tomar? –¿Tienes alcohol? ¿Vodka? ¿Ginebra? ¿Tequila? –¿Whisky? –le preguntó él. –El Whisky sabe a tierra –bufó ella y él sonrió –. Gracias por salvarme y lo de mi pierna. Ella intentó levantarse, pero al sentir el dolor en su pierna volvió a su lugar. –Ten cuidado –le dijo él –. Se puede volver a abrir si te levantas ahora, será mejor que te quedes ahí. –Tengo que irme. –No lo harás –contestó firme –. Tienes que guardar reposo al menos unos días antes de poder caminar bien, estaba bastante profunda. –¿Y pretendes que me quede aquí? –Al menos está noche, mañana te llevó a dónde vivas. Ella lo miró y se dio cuenta que estaba hablando en serio. –Estás demente. –¿Por qué? –Porque le estás diciendo a una desconocida que se quede contigo –mencionó ella –. ¿Qué tal si te mato al dormir? –No lo harás –sonrió él. –¿Y si llamó a mis amigos matones para que vengan a robarte todo? –le señaló –. Tienes cosas de buen valor aquí. –Tampoco creo que hagas eso. Christián sabía que a lo mucho podía desaparecer en medio de la noche con algunas de sus cosas, pero realmente a él no le interesaba mucho lo que tenía dentro de su apartamento, lo cierto es que él había aprendido a conocer a las personas solo con verlas y sabía que la chica no era una mala persona. –¿Cómo te llamas? –le preguntó finalmente, ella lo miró con recelo, había algo familiar en sus ojos. –Sloane –respondió ella –. Sloane Kendrick. Él nunca había escuchado un nombre como ese, incluso se preguntó si era falso, pero lo dudaba que alguien mintiera con tanta seguridad. –Christián Anderson –se presentó él, hubo un silencio y luego él preguntó –. ¿Aún quieres ese trago? –Sí. Él fue por Ginebra y el whisky para él, no había bebido en toda la noche y después de todo lo que había pasado, necesitaba ese trago. –Tu teléfono no ha parado de sonar –mencionó ella viendo que volvía a vibrar. Christián vió en la pantalla, ahora lo estaba llamando Jay. –Sí, será mejor que responda –mencionó al tomar el teléfono –. Ahora vuelvo. Se fue a la habitación y aprovechó para quitarse la ropa formal que sentía que lo estaba asfixiando. –Jay. –¿Dónde estás? –preguntó –. Larissa me llamó asustada que no llegaste al bar. –¿Tú no estabas ahí? –No, me vine para la casa, tengo unos pendientes de la empresa –comentó. –Estoy bien –contestó Christián –. Me vine para el apartamento. –Ah –se asombró Jay que de todos los escenarios posibles, el último que imagino es que su primo estuviera en su apartamento –. Bueno, me parece bien. Quería hacerle más preguntas, pero tenía un poco de miedo de incitar a Christián a salir del apartamento, él lo conocía desde hace muchos años y eran muy cercanos, incluso cuando no encontraban a Christián, a Jay era el primero en llamar para saber donde se encontraba, así que por ahora era mejor no hacer preguntas. –Sí, le escribiré a Larissa, nos vemos mañana. Se despidió y terminó de cambiarse de ropa, tenía ganas de irse a dar una ducha, pero no quería dejar demasiado tiempo a Sloane sola; pensó en el mensaje que Larissa le envió, él creyó que los demás también estarían en el lugar, pero parece que no era así. Fue a la habitación de invitados y colocó sábanas nuevas preparando todo para su invitada, nunca usaba esa habitación, de hecho, era muy raro que usará su apartamento, la mayoría de las veces se quedaba en la casa de Emma o iba a la casa de alguien de su familia, tenía mucha en Nueva York, incluso en algunas ocasiones se había quedado a dormir en su propia oficina, su apartamento solo era un capricho. Al regresar, Sloane estaba jugando con su vaso que se había terminado. –Te he preparado la habitación de invitados. –Sigues con eso de que me quede aquí –comentó ella. –¿Tienes quién te cuide y venga por ti? –le preguntó él. Ella no respondió, Christián sabía la respuesta desde antes de llevarla a su apartamento, se sentó a su lado y le sirvió otro vaso de Ginebra, aún tenía el hielo que él le había colocado antes, se lo dió y luego él tomó su trago. –¿Quiénes eran esos tipos? –Unos idiotas. –Dijeron que les debías dinero. –Son ladrones, dirán lo que sea por quitarte el dinero –se tomó el trago de un sólo, le dió el vaso a Christián y le sirvió a los dos, otra vez. –¿Solo vendes o también la consumes? –¿Qué? –La droga –le aclaró él. –No sé de qué hablas. –Sí lo sabes. Ella lo miró desconfiada, él conocía perfectamente esa mirada. –No me conoces, solo me quedaré aquí porque me estás obligando, pero no somos amigos por eso, mañana me voy de aquí. Le extendió el vaso para pedirle un poco más, él le volvió a servir, como sea, él plan original era emborracharse.
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