—¡Everest! No había señales del animal por ninguna parte. Abby sabía que podían robarlo o perros más grandes podrían hacerle daño, así que entró a la casa y buscó una linterna que había visto en uno de los cajones de la cocina. Evan se encontró con ella en la cocina y cuando le preguntó porqué estaba tan preocupada le informó que el cachorro había escapado. —¿Escapo? ¿Como? —Abrí la puerta para salir y simplemente se escabulló en medio de mis pies—mintió—. No te preocupes, lo traeré de regreso a casa. No pensaba pedir su ayuda. Ella lo arreglaría. Aún sentía un nudo en la garganta cuando había dicho con toda la confianza del mundo que no era su clase de mujer y nunca lo sería. Le había dolido en el alma, pero al menos se había dado cuenta de que lo estaba sintiendo era un error. El