Tamara apenas había tenido un chance de presentarse con el equipo cuando Grillo les hizo reír a todos, algunos iban riendo, otros felices y otros exasperados por haber salido de casa solo para esperar a Grillo que hiciera chistes con sus felicitaciones a tope. En fin… tener jefes suena a una pesadilla. Lo es para nosotros los mortales, porque el jefe de Tamara es un bombón, alto, guapo, cabello largo, barba sexy, sonrisa pecaminosa, musculoso torso y pectorales bien definidos. ¡Grillo es guapo! Rico, es inteligente, un poeta con guitarra y encantador. De verdad que es todo el paquete, todas entendemos por qué Yuri no querría dejar al bombón, y sus fans tienen sueños húmedos sobre él.
Pero… como amigo, como jefe, está llevando de compras a su mánager, como un profesional, le elige unos cuantos vestidos favorecedores como para trabajar, otros para su cita romántica, otros casualones, y unas cuantas mudadas expertas, luego zapatos, lleva un coche lleno de ropa, y Tamara se siente mareada. Grillo cree en probarse la talla de la tienda porque en cada tienda uno es diferente, comprar la talla una más grande y luego mandar a devolver o cambiar lo que sea posible, cosas de gente rica.
—Esto es una tienda departamental Tamara, no te enojes.
—Es demasiado dinero el que estás gastando en mí y si lo multiplicas por dos es peor, me siento fatal.
—No te sientas mal, le he comprado cosas a gente que ahora me caen mal.
—Me conoces menos de un mes.
—Tendremos una relación toda la vida —responde tranquilo mientras la apura fuera de la tienda, y la lleva a otra, unas fans se acercan, le piden fotos, autógrafos, otros les toman videos a lo lejos.
—No tomé en cuenta a los adolescentes sabes… —dice y niega con la cabeza.—Encuentran hasta la tumba de Jesucristo.
—Todo el mundo sabe dónde está esa.
—¿En serio?
—Sí…
Grillo se encoge de hombros y le asegura que solo sabe que Dios es todopoderoso y existe, Tamara se ríe y le avisa que no van a comprar lencería juntos.
—Vale, te respeto, pero necesitas ir a comprar algo sexy, ve solita, yo nos compro un heladito, nos lo chupamos y vamos por el vestido sexy de hoy, no quiero presionar pero compra uno de esos tangas mini-invisibles, o uno comestible por Dios, sí… eso es supercaliente para una primera cita.
Tamara le ve, luego a la tienda y finalmente le advierte que es un descendiente del diablo pero no quiere equivocarse o llevar uno de esos calzones con regla, uno de esos que le llegan hasta debajo de las tetas, o el clásico, el que se le manchó con unas gotitas de cloro… no tiene ropa interior de mujer joven que quiere conseguir un hombre que se los quite y lo sabe, así que va por ello, con asesoría de una joven divina, Bianca quien le da un par de master class en ropa interior y lencería porque hay una diferencia, y la joven suda incómoda, Grillo, estaba viéndola desde fuera mientras contestaba a un mensaje de Brianne.
Brianne
Esto es una locura.
Grillo
Ya me puse al día, claro estabas en horario escolar, tiene sentido no responder en el trabajo, no enfrente de niños de preescolar con tijeras.
Brianne
Adolescentes.
Grillo
Son adorables.
JAJAJA
Brianne
Voy a cambiar de tema.
Te están dando durísimo en r************* pero tienes fans muy leales.
Grillo
No soy de r************* , entonces no me angustia.
Brianne
¿Tu novia también es ciega o simplemente no le importa?
Cero coqueto hablar de la novia de alguien. Y la verdad no sabía qué responder, no había hecho la tarea y no estaba ahí para eso. Grillo vio al interior de la tienda, y se distrajo, porque Tamara estaba algo incómoda, parecía a punto de vomitar, así que tiró el helado y guardó el celular.
Caminó hacia el interior de la tienda, y fue directo hacia Tamara, la joven se sentía mareada, su corazón pulsaba rápido, su cabeza le dolía, y sudaba frío según lo que sintió Grillo cuando la tocó, él la sacó de la tienda y la acomodó en un banquillo antes de ir a conseguirle un poco de agua y unas gomitas.
Ella logra tranquilizarse y él pregunta:
—Entonces… ¿no ropa interior?—Tamara sonríe.
—Solo… —empezó a decir con su mirada en la tienda.—te da pena comprar un brasier y unos calzones.
—Qué tipo, y qué talla.
Tamara le da nombre y talla de los modelos y Grillo le consigue esos y más por si necesita opciones, se para donde ella había estado y observa un baby doll, con un juego de lencería blanco por debajo muy llamativo, un clásico. No dice nada, solo paga, y luego lleva a Tamara a un par de tiendas de diseñador por algo bonito para ponerse, ella insiste en pagar sus vestidos para la cena con Igor y él la deja pero no se pierde el show y hasta se pide una copita de champán para disfrutar su espectáculo.
—No me gusta, vea, ella tiene curvas, no puede darle algo recto, dele algo en lo que se vea espectacular, tiene buenas tetas, culo, y una cara que ilumina, nada de colores oscuros —regaña a la dependiente y a Tamara.
La joven les dice que no hay tallas ni colores que la favorezcan, le da un poco de pena con Tamara. Ella se va a cambiar algo estresada con Grillo y su necesidad de convertirla en algo que no es, cuando están por salir, la asesora de imagen de la tienda le pasa un papelito a Tamara, ella sonríe se va, luego Grillo le habla y ella rueda los ojos.
—No es posible tener todo, y si me vas a decir que tengo que perder peso y esto y lo otro tengo un espejo en la casa.
—Cálmate —le pide Grillo y unas chicas se acercan por unos autógrafos, él firma, finge una sonrisa, y luego corre detrás de Tamara, le cuesta alcanzarla, pero lo logra, y la toma del brazo, ella le mira indignada.
—No tienes que conformarte con un vestido feo porque a una mujer le faltó creatividad y presupuesto para comprar los materiales. Busquemos un lugar en el que podamos tener todo.
—No tengo un cuerpazo.
—El cuerpazo es subjetivo, tienes un buen cuerpo, tienes tetas superbonitas, naturales —recalca.—y culo y piernas sexys, no todas las mujeres se ven bien superflacas y secas. Ahora, si no te amas como estás eso es cosa tuya, a mí me caes bien y defiendo fielmente tus tetas —bromea y ella rueda los ojos.—Tengo que estar en mi casa en una hora, con un vestido caro, para ir a ese restaurante caro, con ese hombre que vale unos miles.
Grillo abrió el papelito.
Son políticas estúpidas de la tienda. Ve a Bellen’s, tienen color y tallas o Bris, son productoras nacionales, algo encuentras. Lo siento.
Los dos sonrieron y se fueron a las tiendas. Bellen’s era una contradicción porque Anavelen Vidal básicamente no come para mantenerse delgada incluso después de cuatro hijos, pero le gusta que la gente tenga opciones, el servicio era amable, tranquilo, exclusivo, no había demasiadas piezas de la misma talla pero sí muchas tallas girando creatividad.
Grillo estaba enamorado de los vestidos que se probó su amiga y juntos estuvieron de acuerdo en que un vestido amarillo metálico, con barbitas, era la mejor opción para ella.
—Si quisiera que me diseñen algo ¿con cuánto tiempo de anticipación sería?—pregunta la joven.
—Depende mucho de la temporada, y el perfil del cliente —responde la cajera— pero si es para Grillo o su amiga especial, podemos conversar con Anavelen, la dueña.
—Sí, definitivo, tenemos muchos eventos y siempre hay que apoyar al talento nacional. —dice Grillo mientras pone la tarjeta cerca del datáfono, ella no dice nada solo planifica pagarle en efectivo los vestidos, van juntos al apartamento de Tamara, el cual está mucho más ordenado que la última vez que Grillo lo vio, le llamaba la atención el vecindario y el look externo del edificio contrastado con el orden y la calidez del hogar de Tamara.
Tamara corre a ducharse, depilarse y lavarse el pelo, se toma un tiempo maquillándose mientras Grillo inspecciona el lugar con confianza absoluta y luego se prepara algo para merendar, y calienta el café que le quedó a su amiga desde la mañana.
Ella corre por el apartamento con un camisón de dormir, el pelo finalmente planchado, colocándose desodorante como si la axila fuera infinita o el producto no lo sé, y se tira en el suelo, levanta el sillón y saca un cofre con joyas, le muestra a Grillo unos zafiros que le heredó su abuela. La joven se va corriendo a la habitación y cuando vuelve a salir lo hace con todo el maquillaje del mundo.
Grillo sonríe mientras la ve pasarse el producto de las pestañas un poco fascinado por la insistencia en quedar perfecta.
—Ahora recuerda mantener la conversación ligera, nada de preguntas incómodas como religión, política y por el amor de Dios no preguntes por sus exes ni comentes sobre ellas.
—¿De qué le hablo? ¿De este trabajo, expectativas de vida… qué si todo va mal?
—Si va mal me llamas y yo voy, entendido. Si necesito patearle el culo a Igor o a cualquier cabrón me lo haces saber.
Ella le ve con cierta ternura y le roba un pedazo de su sándwich. Grillo le aplaude cuando termina de maquillarse y finalmente sale con el vestido, se ve muy guapa, muy segura, nada como la mujer que temblaba en la tienda, ni la mujer que se dejó impresionar por un mal comentario en una tienda, parecía de su edad, se veía muy animada y eso le alegraba.
Igor le escribió para avisar que llegaría en unos minutos y Grillo se despidió, le recordó que estaría atento al celular, por si algo iba mal y también por si había chisme.
—Si hay sexo también quiero saber.
—Yo no tengo sexo en la primera cita —se queja Tamara.
—Qué aburrida —responde Grillo y se despide. Ve la infraestructura, una pared algo húmeda pero trata de no ser un cabrón con Tamara, pero necesita mudarse, necesita un lugar con infraestructura de este milenio, sin riesgo de desaparecer tras el estornudo del vecino.
Él toma el teléfono para escribir y ve el chat con Brianne y decide responder.
Grillo
Esto es complicado de explicar, pero no voy a hacerlo por teléfono. ¿Cómo está tu agenda para la semana, qué tal si tomamos un café y lo hablamos?
Brianne
Tranquilo, ya me sé la historia, la estás dejando y es complicado.
Grillo
Estaré en Le Café frente al parque Piev, mañana a las 5 pm. ¿Vendrías?
Grillo vio a Igor entrando al edificio con rosas, mientras él subía al auto y sintió una pequeña punzada en el pecho, sabía cosas del tipo, que era un tigre en los negocios, que estaba metido en la industria musical, sobre todo en la producción de eventos masivos musicales dentro y fuera del país, era muy estable con sus parejas, y muy privado con sus relaciones, sonaba a un buen tipo para ella, Tamara se merecía a un buen hombre, uno sólido, bien establecido y comprometido.
Igor subió con tranquilidad las escaleras hasta el piso de Tamara, no pudo evitar ver la misma fuga de agua que Grillo, y trató de no comentar nada de entrada, el agua se le fue del pensamiento cuando vio a Tamara lista para su cena, se veía preciosa, el pelo recién peinado, el maquillaje, vestido y zapatos bonitos, se notaba que había puesto tanto empeño como él por su cita.
—Hola —le saludó ella.
—Eres preciosa —dijo con tono suave y le entregó la flor, le dio un beso en la mejilla y ella le agradeció por el propio y las flores.
—Tú estás muy guapo.
—Gracias —responde Igor.
—¿Nos vamos? —pregunta cuando la ve sosteniendo la puerta con todas sus fuerzas.
—Estoy algo nerviosa.
—Yo igual, me cambié tres veces, pero decidí que el azul es de buena suerte.
—El amarillo también.
—Míranos, somos supersticiosos y estamos apostando porque todo vaya bien —respondió animado y extendió su mano hacia la de ella.
Tamara comentó que tenía que reportar lo de la pared con el encargado, Igor asintió, evitando meter la pata con un comentario más específico: “necesitas irte de aquí”.
Le abrió la puerta del auto y tomó su asiento. Había elegido viajar con chofer porque quería estar más cerca de ella y conversar tranquilamente. Tamara notó que iban escoltados por un auto de seguridad y se puso nerviosa.
Igor escribió un mensaje corto a su equipo: “tomad distancia, pero atentos”. Luego, con calma, le dijo:
—Aquí soy solo un empresario más. Pero, en mi país… mi familia ocupa cargos importantes.
Tamara vio pasar el auto de Grillo por su ventana, lo vio un par de segundos y se preguntó: ¿Qué tanto la estaba cuidando Grillo?