Llamó a la oficina de Iván esperando hablar con él y anunciarle su visita, para su sorpresa no contestó nadie, lo habitual para la hora era que Mariana todavía estuviera allí, aunque su padre se hubiera ido temprano, resolvió marcar la extensión central de la empresa, seguro le dirían por qué no respondía nadie en la oficina de su padre.
—Hola, soy Elena.
—Buenas tardes, señorita Elena, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo una amable voz al otro lado del teléfono.
—Es que estoy llamando a la oficina de mi padre, pero nadie me responde.
—Es correcto, el señor Iván ya se retiró del edificio.
—¿Y Mariana?
—También se retiró, apenas unos minutos después de su padre. Por eso creo que ya no vuelven por el resto de la tarde.
—Comprendo. Gracias.
—De nada, siempre a su orden.
Al colgar el teléfo
