—Gabriel... —susurró pérdida en su mirada. —Ssshhh.... Solo pídeme que te haga el amor... —Gabriel…, por favor... —decía lastimosamente pidiendo clemencia para su lucha interna, mientras se obligaba a mantener ambas manos pegadas a la pared para no sucumbir al deseo de abrazarlo. —Mi dulce Elena. Te deseo tanto... —Mentira.... —susurró al borde de las lágrimas—. Te acostaste con ella antes la noche antes de la boda... —Perdóname. Fui un Imbécil. Te deseo a ti, a tu piel, a tus labios, tu cuerpo... Es contigo con quien quiero estar. Las palabras de Gabriel hacían que ella derritiera su resistencia reflejándose en la humedad que sentía en sus partes más íntimas, su corazón palpitaba frenéticamente anticipando el contacto con él, pero aún no llegaba. —Perdóname y pídeme que te bese...

