El día se perfilaba normal para Gabriel, últimamente pasaba más tiempo en su antigua oficina siempre en constantes reuniones por lo de la crisis económica que castigaba a el país, satisfecho por haber encontrado paliativos para aquella situación decidió sentarse unos minutos frente a su escritorio para relajarse, comenzó a pensar en Elena, en lo distinta que era de María Teresa, en lo feliz que se sentiría sí se pudiera enamorar de ella, pero allí se encontró de nuevo comparándola con la otra... —Si fuera igual de fogosa que Marite—, —si fuera tan atrevida como ella—. Al darse cuenta de sus propios pensamientos sacudió un poco su cabeza tratando de disipar esas inútiles comparaciones que su mente hacía incansablemente. Evitando desesperarse se levantó y caminó hasta la ventana, bajo sus

