Siento algo que me hace salir del sueño que estaba teniendo, dónde está presente cierta pelirroja. Mejor dicho, agradezco haberme despertado porque si ese sueño seguía por el camino por el cual iba habría un gran problema en mi zona baja, asunto que no sabría cómo explicar o abordar con una pequeña niña curiosa de ocho años. Vuelvo a sentir de nuevo algo chocando contra mi, lo que me hace dirigir la mirada en esa dirección. — No me sorprende, ya me extrañaba que pasáramos días durmiendo tranquilos sin ningún altercado — me digo a mi mismo en la oscuridad de la habitación que compartimos Se trata de mi pequeño ángel, dándome patadas lo sorprendente es la manera en que lo hace. — Todavía no entiendo cómo una niña tan dulce, puede patear como un jugador de fútbol americano — medito en

