— ¿A quién perdiste en el pasado? Supongo que ya tuviste este tipo de experiencias y por eso me respondiste de la forma que lo hiciste antes.
— Fue a mi tío — Zoé sonrió — él se encargó de mí como si fuera un padre, con el tiempo la muerte lo arrancó de mi lado y lo único que me quedó fue el apartamento donde vivía.
— Oh, lo siento mucho Zoé — Leo sonrió con tristeza — gracias por todas tus palabras y espero que yo también te pueda servir de ayuda en algún momento.
— Por si no te has dado cuenta, ya me eres de ayuda — ella le sonrió — me consolaste a pesar de que no tenías que hacerlo y me diste donde quedarme, esto sin mencionar que hiciste muy feliz a Alexandra en el corto tiempo que estuvieron juntos, también soy consciente de que Sofí te quiere mucho y las gemelas ni se diga, te ven como un padre, ya que tú junto con el señor Antonio son las únicas figuras paternas que tienen.
Al final ellos se fueron a dormir, pero no podían. Escucharon el llanto de las gemelas y se levantaron de prisa. Leo las cargó mientras las arrullaba, sin embargo, no se quedaron calladas hasta que Zoé las tomó entre sus brazos.
— Es increíble — él se sorprendió — es la primera vez que reaccionan conmigo de esa forma y me atrevo a decir que es lo mismo contigo.
— Alexandra me decía que tenía una habilidad para calmar a los bebés, con Sofí fue así en una ocasión que no paraba de llorar.
Zoé intentó acostar a las gemelas en sus cunas, sin embargo, en el momento en que ellas sintieron esto fue que lloraron igual de fuertes, decidió llevarlas a su cama, ya que esta era lo suficientemente amplia para acostarlas y ellas se quedaron tranquilas. Leo, al ver la situación, sonrió y decidió acostarse en esa cama.
— Tía Zoé — Sofía entró al cuarto — ¿Puedo dormir contigo? ¡¿Eh?! ¿Qué hace Leo aquí? Pensé que estabas sola.
— Shhh, ven aquí que tus hermanas están dormidas — Zoé abrió los brazos — Leo me ayudó porque ellas estaban llorando y decidimos traerlas acá.
Ella recibió a Sofía y los cinco quedaron profundamente dormidos en esa cama como una gran familia. Al día siguiente, cuando los primeros rayos de sol iluminaron el rostro de Zoé, fue que se levantó, todos los recuerdos vinieron de golpe y no pudo evitar contener las lágrimas, ya que ese día le diría adiós a la única amiga que había tenido, le dolía saber que no pudo ser feliz a como lo merecía y su corazón se estrujó por esto.
— Tía Zoé — Sofí secó las lágrimas de ella — ya no llores, tenemos que seguir adelante porque es lo que mamá quisiera que hiciéramos, nosotras la conocemos muy bien y sabes perfectamente que no le hubiera gustado que estuvieras llorando mucho tiempo.
— Pero tampoco le hubiera gustado que reprimiera mis emociones — Zoé le sonrió con dulzura — no te preocupes cariño que es normal llorar, trataré de no hacerlo por mucho tiempo.
— Tienes razón tía — ella lloró en silencio — extraño a mi mami, mis hermanas están pequeñas para saber que ella ya no se encuentra aquí y aunque estoy segura de que también las van a extrañar, tengo que reconocer que no van a padecer tanto como yo, tú sabes muy bien que antes solamente éramos nosotras y eso cambió con el tiempo para ahora tener la familia que tenemos.
— Lo sé, cariño, pero la vida sigue y perdona si estoy siendo muy dura, pero es lo que tu madre hubiera querido. Tenemos que aprender a vivir con el dolor de su ausencia y, aunque en este momento puede ser algo difícil desde cierta perspectiva, lo cierto es que las cosas van a cambiar.
Ellas se levantaron de la cama y fueron a prepararse para el funeral. Una vez que todos estuvieron listos, se trasladaron a la iglesia en donde la misa dio inicio; Zoé estaba en la primera fila y en esa misma hilera se encontraba Leo con sus padres, Sofía y las gemelas junto con su nana. Una vez que la ceremonia terminó, los hombres comenzaron a empujar el féretro que estaba en un carrito que lo movilizaba sin problema.
— Tía Zoé — Sofí tomó de la mano a la mujer — ¿Adónde vamos? No quiero que se lleven a mi mamá, por favor haz que la regresen a la casa, a su casa, donde se suponía que iba a tener un nuevo comienzo al lado de Leo.
— Ven, cariño — ella la cargó —. No podemos hacer eso, tu mami ahora pertenece a otro lugar en donde va a descansar. Por lo que nos resté de vida a nosotros y en lo que nos reunimos, tienes que ser fuerte, pero si no puedes, no te preocupes que aquí estoy yo para ser tu fortaleza.
Ellos se marcharon al cementerio, el mausoleo de la familia de Leo estaba esperando a Alexandra y en el momento que Sofía miró que estaban metiendo el féretro de su mamá a la bóveda en donde descansaría en paz, se puso a gritar de tal forma que muchos de los presentes se estremecieron; Zoé intentó detenerla, pero no pudo y al final terminó con el rostro arañado además de un labio partido.
—¡Saquen a mi mami de ahí! — ella miró a los hombres — ¡Vamos, háganlo! Su lugar no es ese, sino la casa en donde se encuentra su prometido y sus hijas, por favor, no la metan.
— Sofí, cariño — Zoé se acercó a ella —. Ya te dije que ahora tu mami va a estar aquí, ella estará bien, así que no te preocupes y deja que los señores hagan su trabajo; comprendo que te duele, pero no podemos hacer nada por cambiar las cosas.
— Tía Zoé — ella lloró — ¿Ahora qué voy a hacer? Tanto mis hermanas como yo nos hemos quedado solas en este mundo, bien sabes que mi mami era lo único que teníamos y ahora ella ya no está.
— No estás sola y nunca lo has estado — ella lloró y la lágrima se mezcló con la sangre de su labio — aquí me tienes a mí, yo voy a ver por ustedes pase lo que pase.
Sofía se refugió en los brazos de su tía. Una vez que metieron a Alexandra completamente en la bóveda, los hombres se detuvieron. Cuando Zoé se acercó a ella, tomó una rosa blanca a la que le dio un beso y luego lo hizo la hija mayor de su mejor amiga.
— Te amo Alexandra, pero te odio por dejarme sola — ella puso la rosa blanca en el ataúd — no te preocupes, tus hijas van a estar a mi lado y las cuidaré con mi vida de ser necesario, descansa en paz querida amiga mía.
La bóveda fue sellada ante los ojos de los más cercanos a Alexandra, Leo se miraba como un cuerpo sin vida y Sofía debido al llanto se quedó dormida en los brazos de Zoé. Ellos se fueron una vez que todo estaba en orden, subieron al carro a las niñas y la mejor amiga de la difunta tuvo un mareo repentino.
— ¿Te encuentras bien, Zoé? — Leo preguntó y ella lo miró mientras parpadeaba — vamos, sube al carro que ya nos vamos.
Zoé no dijo nada y terminó por desmayarse, antes de que ella tocará el suelo fue sostenida por Leo.
— Papá, por favor ayúdame a abrir la puerta del carro — él se hizo a un lado mientras cargaba a Zoé — probablemente es debido al impacto de lo sucedido con Alexandra, no ha tenido nada de tranquilidad desde que vino aquí.
Ella fue puesta en el asiento de copiloto y ahí le pusieron el cinturón de seguridad. Todos se fueron de regreso a la casa y al llegar a la amplia mansión fue que se bajaron. Zoé permanecía inconsciente y Leo acarició la cabeza de la mujer. A pesar de que estaba con los ojos cerrados, se podía notar que sufría. Él miró las injurias que tenía y pasó su mano suavemente en ellas.
— Zoé — habló bajito — tienes que despertar, vamos, que ya hemos llegado a casa — Leo tomó un poco de alcohol y lo puso en su nariz —. Vamos, despierta.
Zoé poco a poco fue recobrando la consciencia, los ojos claros de Leo fue lo primero que miró y paulatinamente fue que se recuperó completamente.
— ¿Qué me pasó? — ella tocó su cabeza — solo recuerdo que todo se volvió n***o y después me desperté aquí, ¿Dónde están las niñas?
— Te has desmayado y las niñas se encuentran dentro — Leo tomó su mano — vamos, necesitas descansar porque lo que has pasado desde que viniste a España no es fácil.
Zoé se fue caminando con la ayuda de Leo y al llegar a su habitación se lanzó en la cama. En poco tiempo se quedó dormida, pero no estaba sola, ya que el ex prometido de su difunta amiga se quedó a su lado.
— Te extraño tanto Alexandra — él acarició una foto que tenía en su celular — ¿Ahora qué voy a hacer sin ti? Me has dejado como un barco sin faro, estoy completamente en la oscuridad.
Leo guardó su celular y miró que Zoé empezó a sacudirse bruscamente, ella movía su cuerpo de un lado para el otro mientras no dejaba de hablar de forma intangible, en el momento que él se acercó para despertarla se asustó y se arrinconó en la cama.
— Zoé tranquila que soy yo — Leo habló con calma — has tenido una pesadilla, todo está bien y estás a salvo.
Zoé empezó a llorar y Leo al verla tan vulnerable fue que se acercó con mucho cuidado para abrazarla, ella se aferró al hombre y sus lágrimas se detuvieron luego de un buen rato. Tomó un poco de agua y logró calmarse un poco.
— ¿Qué fue lo que te pasó? Te mirabas tan tranquila cuando, de repente, empezaste a gritar. Si quieres contarme lo que soñaste, puedes hacerlo.
— Lo siento, pero es algo demasiado difícil de decir — ella sonrió con temor —. Eso es algo que únicamente Alexandra sabía y se lo llevó a la tumba.
— Lo entiendo — él tomó el vaso —. ¿Hay algo que pueda hacer por ti? Sé que no nos conocemos del todo, pero la realidad es que Alexandra me habló tanto de su única y mejor amiga que incluso te llegué a querer a través de sus anécdotas.
— Disculpa por lo que te voy a pedir y si no quieres hacerlo lo voy a comprender, pero quiero que me abraces — ella habló con timidez —. En estos momentos es que necesito estar protegida por alguien.
Leo la abrazó y ella se inundó en su pecho. Las lágrimas empezaron a deslizarse por el torso del hombre y en el momento en que él miró el golpe que Sofí le había hecho a Zoé, se levantó y fue al baño…