—Escucha, soy la tía de Sofía—lo tomé de ambos brazos —te advierto que dejes en paz a mi niña, si no quieres correr con la misma suerte de tu madre.
—Mire, señora…
—¡Mira, niño! Ni siquiera tu madre te soporta y por eso es que te manda a la escuela. Si algo le pasa a mi sobrina, me voy contra ti —lo miré directo a los ojos y él estaba asustado —no me va a importar que seas un chiquillo, ¡¿Te quedó claro?! ¡Y ahora vete con ese prototipo de muñeca plástica! Deberías de estar estudiando y ser buena para eso, no para estar molestando a los demás.
Aquel chiquillo salió corriendo en dirección a su mamá y ellos se fueron de la escuela, no me gustaba ser así, pero cuando se trataba de Sofía estaba dispuesta a quitarle la cola y los cuernos a satanás.
—Sor Pilar, ¿Por qué no me ha dicho nada
