Cuando entré al cuarto me encontraba aún en la toalla, pero decidí ir a despertarlo a pesar de esto. —Leo, vamos despierta. Cuando lo sacudí, él me tomó con una especie de fuerza inhumana. Luego me abrazó e incluso me dio un beso en los labios, al ver esto decidí empujarlo y darle una bofetada. —¿Qué te está pasando? —Limpié mi boca con rabia —no puedo creer que te atrevas a hacer esto después de lo que tu madre me ha hecho. —Alexandra, solo te quiero a ti. Lo de Zoé fue un error, una equivocación y algo que no voy a volver a hacer; por favor perdóname. Leo aún se encontraba alcoholizado y podía escuchar sus quejidos lastimeros. No podía negar que lo que había dicho me dolió demasiado. —Leo, tienes que dormir —traté de hablarle con dulzura —es tarde y puedes despertar a las niñas.

