El sonido de las esposas me asustó por completo, intenté luchar por zafarme, pero no tuve éxito. La sonrisa de suficiencia de la señora Cristina me hizo sentir un coraje tan grande que si no hubiera sido porque estaba esposada, lo más seguro es que me le hubiera lanzado encima. —¡¿Qué creen que hacen?! No me pueden esposar sin explicarme los motivos de mi arresto, si no quieren que vaya a mi embajada les pido que me suelten. —¿Cómo ha venido hasta acá? —Un oficial preguntó mientras el otro requisaba mi bolso —¡Responda! —¡No puede hacer eso sin una orden! —Miré al oficial y me sacudí con rabia —¡Deje mi bolso! —¡Responda mi pregunta! —El grito del oficial fue cerca de mi rostro y me aturdió por un momento —¿En qué ha venido? —Pareja —el otro oficial habló y mostró las llaves de la cam

