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636 Words
Trafico. La palabra mas odiaba por cualquier persona con auto o en su defecto que viajara en taxi. Para Steven Austen era su diario vivir. Conducía en busca de alguna persona que requiriera sus servicios. La musica sonaba al ritmo de AC/DC. Eso lo relajaba. Pronto tomaria un descanso para ir a comer con su novia de hace ya cuatro años. El sonido de su movil lo alerto, tan pronto lo alcanzo contestó colocando el manos libres para evitar ser multado. -Diga- fijo su vista en la avenida. -Buenas tardes señor Austen- esa voz era conocida para el hace algunos dias. Habia entablado amistad con el Señor Wilde, un anciano muy rico pero le encantaba sentarse a charlar con el y ayudarlo en lo que pudiera. Siempre recibia un pago por su compañía pero eso no le importaba, realmente disfrutaba de la compañía del Señor. Ademas odiaba que su hija lo dejara solo tanto tiempo. -Que gusto señor- saludo, hace dos dias que pasaba el dia entero con el señor al parecer su hija salio de urgencia y estaria solo con la ama de llaves y el chofer. -¿Tienes tiempo? Necesito ir al hospital central por un medicamento y mi chofer fue por mi hija al aeropuerto- No le sorprendia aquella peticion, cuando lo llevaba no era en su taxi sino en uno de los tantos autos que poseia el millonario. -Llego en diez minutos- giro en la siguiente avenida para una vez mas ir a la tan ostentosa mansión. -Gracias- La extraña amistad que habian forgado era tal como la de padre e hijo. Sus padres vivian lejos de el y no podia traerlos a Los angeles. Tomo nuevamente el teléfono para realizar una llamada antes de llegar a su destino. Dos veces sono el telefono. -Veronica- contesto su novia. -Hola hermosa, tengo que...- Sabia que hablandole lindo no conseguiría pasar la ira de su novia. -¡No te atrevas a cancelarme Steven!- vocifero la peliroja del otro lado de la linea. -Es por trabajo- se excuso nuevamente. Tres días la misma excusa. -Ve a mentirle a tu madre- y eso basto para escuchar como el telefono era extrellado y la llamada se cortaba. Genial. Últimamente las cosas asi eran con su novia. Habia pensado en los ultimos dos meses pedirle matrimonio, realmente la amaba pero ella estaba un poco mas distante. O tal vez era él el distante. De una u otra forma sabia que cuatro años de relación no serían tirados a la borda. Asi que una vez mas observo el anillo que llevaba en la guatera y se dijo a si mismo que era hora de darselo. Ingreso a la mansión y observo todo ya era muy conocido para el, practicamente vivia ahi. (Aunque llevara muy poco tiempo) Dejo el taxi junto a la cochera, ingreso por la puerta de servicio preguntando al ama de llaves por su amigo. Inmediatamente lo guio hasta la estancia donde charlaba con una mujer un poco mas joven que el y sostenia una bebé en brazos. Eran hermosas sin embargo no eran parecidas. -Buenas tardes- llamo la atencion de ambos. Los ojos de la castaña se posaron sobre el. Nada era extraño, sabia que su padre tenia un amigo pero imaginaba que era algun socio de su epoca, no aquel chico que apenas era mayor que ella por unos años. -Soy Steven Austen- se presento y por un momento maldijo al no recortar su barba de dias y usar algo mas formal como aquella chica. -Angela Wilde- respondio ella. Ahora conocia al extraño amigo de su padre. Un joven que le parecia de lo mas rebelde, ahora tenia una razon para estar alerta de su padre y de cada movimiento sospechoso por parte del joven. Era un extraño conocido. Hasta ahora.
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